Capítulo 22

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Antes de que empecéis a leer os aviso: esta historia solo tendrá 24 capítulos y un epílogo

*se va corriendo antes de que lleguen los comentarios*


Victoria

Se había quedado completamente paralizada. Con las manos todavía sobre la mesa, vio en cámara lenta como el cuerpo de Bex caía desplomado contra el suelo. El ruido sordo que emitió fue lo único que hizo que sus tímpanos volvieran a funcionar y pudiera procesar algún sonido además de su corazón acelerado.

Miró a su alrededor, perdida, todavía con la respiración agolpada en la garganta, y vio que todos los demás se habían quedado también paralizados. Especialmente Caleb. Era el único que no había girado la cabeza para mirar a Bex, solo tenía la mirada clavada sobre la mesa y su cuerpo entero estaba paralizado a excepción de su pecho, que subía y bajaba rápidamente.

Victoria quiso decir algo, pero en ese momento no podía decir nada. De hecho, no podía pensar con claridad. Giró la cabeza hacia Kyran, sentado a su lado, y vio que el niño tenía los ojos llenos de lágrimas y parecía estar a punto de ponerse llorar. Volvió a levantar la mirada hacia Barislav. Estaba haciendo un gesto vago hacia Bex con una mano.

—Llevaos eso de aquí —ordenó, apenas prestándole atención.

Y, casi al instante en que lo dijo, Victoria se dio cuenta de que Barislav no iba a permitir que ninguno de ellos saliera de ahí con vida. Bex no había sido más que el principio. No importara lo que hicieran, no importaba lo que dijeran, iba a matarlos. Para eso se había tomado tantas molestias en encontrarlos. Para eso había ido hasta ahí.

Y las situaciones desesperadas... requieren medidas desesperadas.

Sin pensar lo que hacía, apartó a Kyran del hombre que lo estaba sujetando y lo empujó hacia atrás, mandando al niño al suelo de un duro golpe. Él la miró, pasmado y asustado, pero Victoria estaba ocupada apartando al hombre de una patada en el estómago.

—¡Haz el truco, Kyran! —le gritó—. ¡Vete de aquí!

Y Kyran, mientras todos los demás todavía reaccionaban, abrió mucho los ojos hacia Victoria. Durante un instante de terror, ella creyó que no la había entendido, pero entonces se dio la vuelta, se puso de pie y mientras empezaba a correr se volvió totalmente invisible.

—¡Mierda! —gruñó Doyle, buscando por la habitación—. ¡Disparad en esa zona!

Victoria intentó moverse, pero el hombre que había apartado aprovechó la distracción y la agarró del pelo para clavarle la mejilla en la mesa. Se la estaba apretando tanto que apenas podía respirar. Victoria intentó moverse, desesperada, pero se quedó quieta en cuanto escuchó los disparos.

Pero no hubo lamentos, ni heridas. No consiguieron dar a Kyran. Apenas un segundo después de que el último disparo resonara en la habitación, se escuchó la puerta principal abriéndose de un tirón. Se había escapado.

Victoria levantó la mirada hacia Barislav, que ya no sonreía. Fue su turno para esbozar una pequeña sonrisa triunfal.

—Oh, ¿te crees que has ganado? —preguntó él, ladeando la cabeza—. Doyle, manda a tres hombres a por él. Y diles que no lo necesitamos con vida.

En cuanto los pasos de los tres elegidos se alejaron de ellos, Barislav hizo un gesto breve al hombre que sujetaba a Victoria. La soltaron al instante, pero volvieron a soltarla e hicieron que pusiera las manos sobre la mesa. De hecho, todos tenían las manos sobre la mesa. De alguna forma, supuso que quitarlas era casi una sentencia de muerte.

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