Capítulo 23

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Penúltimo capítulo grrrr

Brendan

Se detuvo de golpe tras uno de los coches abandonados, respirando de forma agitada y todavía sujetando la pistola. Brendan miró el coche que tenía a unos metros de distancia, donde Axel se había escondido exactamente igual que él, solo que sin un arma con la que protegerse.

Mierda, necesitaban algo con lo que defenderle. Brendan no estaba del todo seguro de qué clase de poderes tenía Ania exactamente, nunca había visto a un mago peleando, pero estaba seguro de que, sin armas, no tendrían ninguna posibilidad. Buscó con la mirada a su alrededor, desesperado, pero no encontró nada que pudieran usar.

—¿Os estáis escondiendo? —preguntó Ania, que se acercaba entre los hierbajos del campo sin demasiada preocupación—. Me vais a romper el corazón.

—¿Tienes algún plan? —preguntó Axel, por su parte—. ¡Porque es un buen momento para decirlo!

—¡Pues claro que no tengo un plan! ¡Hasta hace un momento, ni siquiera tenía ganas de vivir!

—Maldita sea, Brendan.

—Oh, ¿tienes tú alguno?

—¡No!

—¡ENTONCES, NO TE QUEJES!

Pareció que Axel iba a replicar, pero los coches tras los que ambos se ocultaban empezaron a vibrar y, apenas un segundo más tarde, se apartaron para dejarlos frente a frente con Ania, que había extendido los brazos. En cuanto consideró que los vehículos estaban lo suficientemente apartados, volvió a bajarlos y esbozó una sonrisa.

—Así mejor.

—¿Qué te ha ofrecido el loco ese? —Axel intentó ganar tiempo de una forma muy torpe. De hecho, le temblaba la voz. Y probablemente el cuerpo entero. Era difícil tomárselo en serio—. Sea lo que sea, seguro que nosotros podemos mejorar la oferta.

—Oh, ¿en serio? ¿Puedes darme más cosas de las que podría darme un hechicero? No me hagas reír, Axel. Lo único que podrías ofrecerme es tu arma y, por lo que veo, ni siquiera la llevas encima.

—Pero yo sí —intervino Brendan, que acababa de apuntarla.

Ania se giró hacia él con una sonrisa, pero Brendan no se movió.

—Oh, cariño... baja eso antes de que te hagas daño.

—Vete de aquí —Brendan quitó el seguro—, y quizá no te haga daño a ti.

—Vamos, chicos —seguía intentándolo Axel—. ¡Nos hemos criado juntos! ¿Es que soy el único que se acuerda? ¡Éramos amigos inseparables!

—¿Inseparables? —Ania casi se echó a reír—. Por favor, Axel... Lo único que nos unía era que los demás ya habían hecho un grupito sin nosotros en el que no nos aceptaban.

—¿Y qué vas a hacer? —preguntó Brendan—. ¿Matarnos? ¿Te ves capaz de hacerlo?

Lo cierto era que él no estaba seguro. Por una parte, la nueva Ania parecía capaz de matar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Por otra... De alguna forma, seguía viendo a la chica que había conocido en sus años de adolescencia. Y ella estaba ahí dentro. No lo presentía, sino que lo sabía. Por mucho que lo negara, aquel era su punto débil.

Además, ¿qué demonios? ¿Cuántos años había pasado Brendan con ella? Quizá Ania le había manipulado cientos de veces, pero eso no quería decir que él no la conociera igual de bien. Durante todos los años que la había creído muerta, había rememorado cada recuerdo que tenía con ella. ¿Quién iba a pensar que podría resultar tan útil?

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora