Capítulo 5

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Victoria

No consiguió dormirse, como le había pasado muchas otras noches al intentarlo, así que estuvo toda la noche acariciando la cabecita de Kyran mientras él dormitaba, abrazado a su peluche. También vio unos cuantos capítulos de una serie de detectives que ni siquiera conocía, pero que no estaban mal.

Era... extraño tener un niño tan cerca de ella. Los niños como Kyran era frágiles. Inocentes. Ella no había visto mucha inocencia en esos últimos meses. No sabía cómo reaccionar ante ello.

Ya había amanecido cuando Margo apareció por el pasillo con el pijama puesto. Tenía cara de sueño cuando le dedicó una pequeña sonrisa a Victoria.

—Buenos días —dijo en voz baja, para no despertar al niño.

—Buenos días —Victoria dudó un momento antes de seguir hablando—. ¿Has... hablado con Bexley?

—No. Apenas me ha dirigido la palabra. Tampoco ha llorado —Margo suspiró y se sentó a su lado—. Sinceramente... me preocuparía menos si... no sé, al menos... ya sabes, reaccionara. Aunque fuera para insultarnos a todos.

Estuvieron las dos un momento en silencio, cada una más pensativa que la otra, hasta que Victoria suspiró y se giró hacia ella.

—Quizá es porque se siente sola, ¿no? A mí me pasa, algunas veces. Cuando creo que nadie puede entender lo que estoy sintiendo, me resulta complicado abrirme porque siento que no lo entenderán.

Margo asintió lentamente.

—Sí, puede que sea eso... entonces... ¿deberíamos encontrar a alguien que también quisiera mucho a Iver?

—Caleb es una opción.

—El mundo se detendría antes de que Caleb se abriera a otra persona —Margo le echó una ojeada—. Otra vez, quiero decir.

Victoria puso una mueca, sin entenderlo muy bien.

—¿Y quién más nos queda que vaya a echar muchísimo de menos a Iver?

No había terminado de decirlo cuando llamaron al timbre. Kyran se removió, incomodo, y Margo se apresuró a ir a abrir. Lo hizo con cautela, como siempre, y aunque Victoria no podía verle la cara, escuchó su grito ahogado.

—¿D-Daniela...?

—¡Hoooolaaaa! ¡Ya he vuelto!

Una rubia bajita, muy tierna y con aspecto inocente entró en el salón con una gran sonrisa. Iba tan distraída que ni siquiera vio a Victoria y a Kyran —se había despertado con ese saludo ruidoso—, que la observaban. De hecho, se quedó de pie dándoles la espalda. Margo, delante de ella, tenía cara de espanto.

—No pongas esa cara —protestó Daniela, algo menos decidida—. ¿Es que no te alegras de verme?

—No... no es que... —Margo cerró los ojos un momento—. No sé cómo decirte esto con suavidad, Dani. De hecho, iba a tomarme mi tiempo para hacerlo, pero ya que has venido...

—¿Qué pasa?

Margo carraspeó, nerviosa. Era raro verla nerviosa.

—¿Te acuerdas de esa amiga que perdimos por un disparo y por la que hemos estado llorando durante meses?

Daniela dio un respingo, tensándose.

—¿Habéis encontrado a Sawyer?

—Eh... no. Hemos encontrado a nuestra amiga.

—¿Eh?

—Date la vuelta.

Daniela se dio la vuelta con cara de confusión absoluta y, al instante en que sus ojos se detuvieron sobre Victoria, abrió la boca, hizo un ademán de decir algo... y PLOF se desmayó.

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