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JOAQUÍN.

Mi sangre todavía está hirviendo al día siguiente en la escuela, traté de ignorarlo e incluso pasé toda la noche bailando con una lista aleatoria de Apple Music porque eso es lo único que generalmente me saca de mi caos.
Ayuda a alejar la niebla, sin embargo, estaba demasiado agitado y rojo de ira para que la niebla se acercara. Fue quemada y convertida en la nada.
Apenas pude dormir después de lo que sucedió en la casa de Elsa. Seguía
reproduciéndose en la parte posterior de mi cabeza en un bucle, sin importar cuánto quisiera alejarlo.
Incluso ahora, mientras me siento al lado de Elsa, casi puedo sentir el aliento
de Emilio mezclándose con el mío, sus amenazas rodando por mi piel como una promesa destinada a cortar. Puedo olerlo sobre mí, entrelazado con menta y ropa
fresca y olor a océano, a pesar de que me di tres duchas desde ayer.
Qué demonios. ¿En serio?

-¿Joaco? -Elsa agita una mano delante de mi cara.

-¿Eh? -Sueno tan distraído como me siento.

-¿Escuchaste una palabra de lo que dije? -pregunta con un tono que implica que sabe que no lo hice.

Este es el primer día de Elsa en la escuela y se supone que soy su chaperon, pero estoy fallando totalmente en eso.

-Lo siento, no dormí mucho anoche. -Una cierta cara y voz me mantuvieron
despierto, y podría haber acechado su ventana.

Cuando nos llevó a mí y a Kir a casa, me senté con Kir en la parte de atrás,
ignorando la mirada de Emilio, y luego se fue y no regresó. Al menos, no hasta que me quedé dormido volviendo a ver Atonement en algún momento después de la una de la mañana.
No es que lo mire todo el tiempo. Te lo dije, solo me doy cuenta de las cosas.
Como en este momento, todavía no está aquí, a pesar de que la clase está por
comenzar.

Emilio no es el más brillante entre los jinetes, pero siempre tiene buenas
calificaciones a pesar de faltar a clases.
Este debe ser uno de los días en que duerme.
No es que me importe.

-Toma. -Empujo mis cuadernos a Elsa-. Destaqué todas las secciones que
te perdiste, si necesitas algo más, soy tu chico.

-No sé qué hubiera hecho sin ti. -Elsa me frota el brazo con una cálida
sonrisa-. Eres el mejor.

-No, yo lo soy. -La voz de Aiden detiene mi pequeño baile de victoria ante
las palabras de Elsa.

Se para frente a su escritorio y golpea su dedo frente a ella.

-Te dije que te traería.

-Y te dije que Joaco lo haría. -Elsa lo mira mientras encuentra su mirada dura
con la inflexible de ella.

Aiden King es un gobernante aquí, y aunque básicamente fuimos criados
juntos, siempre me dio escalofríos, verdaderos, no aquellos mezclados con
emociones caóticas como Emilio me da. En el momento en que mira, todos tienen la necesidad de mezclarse con las
paredes o cavar una tumba y enterrarse en ella, incluido yo.
Elsa es posiblemente la única que no cede ante su autoridad, ni siquiera cuando él era su peor pesadilla. Tal vez por eso la mira como si fuera su mundo y desatara el infierno con todos los demás solo para verla sonreír.
Es el tipo de rey que iniciará guerras por su reina.
A pesar de lo aterrador que es Aiden, me encanta la forma en que mira a Elsa,
la forma en que sus cejas se suavizan bajo su rostro duro, la forma en que le dice sin palabras que es de ella tanto como ella es de él.

Los he estado observando desde que comenzaron, y me enamoré de ellos
juntos peor que una fanática que se enamora de los héroes de ficción en las novelas románticas.
El fanático soy yo, por cierto. Tengo más novios de libros de los que puedo
contar. No juzgues.

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