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Maratón 3/3

JOAQUÍN.

Los siguientes tres días pasan en una niebla de aturdimiento, es como si estuvieran sucediendo, pero no lo están, realmente no.

Le dije a Elsa que tengo gripe y falté hoy.
La verdad es que estoy deprimido conmigo mismo, es uno de esos momentos en que todo es demasiado. El aire, los sonidos, la gente.
Todo.

Miro las bolsas vacías y crujientes que me rodean y me limpio la sal de los labios.

Técnicamente, se llama una crisis nerviosa por comer, es cuando se come todo y cualquier cosa a la vista. Sin embargo, no es mi helado de pistacho y los M&M. Esos son sagrados y no quería arruinarlos en este sitio impío.

Entonces, después de dejar a Kir en la casa de Henry para una pijamada, fui a la tienda de comestibles y tomé todas las patatas fritas y la soda, no la de dieta. Luego fui a McDonald's y pedí los menús más grandes de hamburguesas y papas fritas, terminé el viaje de compras comprando más pasteles de los que podía llevar. Un montón de maldito pastel. Lo empujé todo por mi garganta sin ningún orden en particular. Solo comí y comí y comí hasta que me dolió la mandíbula y el estómago protestó, pero no me detuve.
Incluso después de vomitar, llevé mi alijo conmigo al baño y seguí comiendo y comiendo y jodidamente comiendo como si la comida de alguna manera cosiera el agujero dentro de mí.

No lo hizo así que bebí media botella de tequila y tomé una píldora Xanax, ¿o fueron dos?
Perdí la cuenta después de vomitar todo lo que comí. El alcohol definitivamente fue después del vómito, porque se asienta en el estómago vacío como ácido puro y ardiente.
Esta vez, no tuve que meter un dedo en mi garganta. Es como si mi cuerpo rechazara la comida porque se ha convertido en una entidad extraña.

Recuesto mi cabeza en el inodoro cerrado después de terminar de vaciar mi estómago por segunda vez. Mi mirada sigue filtrándose en el metal brillante entre el desorden. Ya no hay energía en mí para pararme y refrescarme. Solo quiero quedarme aquí y... desaparecer.

Eso es, desaparecer. ¿Qué tan difícil sería?

La parte irónica es que ni siquiera es por lo que sucedió con Emilio, o no sucedió.
Puedo sobrevivir a eso, su rechazo y su completo cierre. Lo que no puedo sobrevivir es la esperanza que tuve esa noche, la sensación de finalmente tener un propósito.

Durante toda mi vida, he luchado con eso, con encontrar un lugar y alguien con quien pueda desnudarme.
Emilio me dio eso, me vio y, a diferencia de lo que siempre he temido, no odiaba lo que veía pero luego sacó la alfombra de debajo de mis pies.

Encontrar un lugar para pertenecer y darse cuenta de que nunca lo harás es como una traición. Quizás, es el peor tipo de traición.

Tal vez ese día que lo abandoné en el bosque, Emilio también se sintió traicionado, y por eso se ha estado vengando desde entonces, entiendo eso, creo que puedo de todos modos.

Simplemente no puedo fingir que no me está afectando o que puedo ser fuerte.
¿Cómo es ser fuerte?
¿Está despertarse por la mañana y no mirar la hoja afilada que robé de la cocina de Mari? ¿Es sonreír mientras habló por video llamada con papá, a pesar de que quiero gritarle que regrese? ¿Lo es obligarme a mirarme al espejo?
¿O tal vez es mirar a mi caballero a los ojos y ver a un extraño mirándome?
Hace mucho tiempo, él solía ser mío. Ahora, es cualquier cosa menos eso.

La niebla se vuelve más espesa con cada respiración que tomo, envolviéndose como un lazo a mi alrededor, por primera vez en mi vida, no tengo energía ni ganas de combatirla, no tengo absolutamente nada que perder y mucho que sufrir.

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