Me quedo petrificada en el sofá y no sé qué decir, el ambiente está tan tenso que puede cortarse con un cuchillo. Peter es mi mejor amigo y aunque no nos conocemos de toda la vida, pero se siente así, me sorprende mucho verlo besarse con un chico, aunque no me importa, si él es feliz yo también.
Sin embargo, tiene muchas cosas que contarme porque me duele el hecho de que me haya ocultado cuando prometimos no tener secretos entre nosotros, con ese pensamiento siento una punzada en mi pecho, me siento culpable por no contarle lo que ha pasado últimamente.
Salgo de mis pensamientos cuando vuelven a tocar el timbre, los tres estamos estáticos sin decir ni una palabra, yo me levanto del sofá y cuando paso cerca de Peter le digo:
—Pete en la nevera hay cervezas por si quieres ofrecerle una a tu amigo —y le doy un abrazo para aligerar la situación, me referí de aquella manera a su acompañante porque la verdad no sé qué tipo de relación tienen.
Me dirijo hasta la puerta, la abro y me encuentro a un hombre de unos cuarenta años con un uniforme de una floristería y en sus manos un ramo de rosas rojas.
Esas rosas me hacen acordarme de cuando me gradué de la universidad y mi madre me hizo un regalo de unas rosas blancas que duraron más o menos unas dos semanas, les cambiaba el agua casi todos los días para que no se marchitaran. Aquellas rosas blancas significaban mucho para mí, eran como mi esperanza de que algún día mi padre podría perdonarme, es algo ilógico porque él ni siquiera había mandado esas rosas.
—¿Disculpe, usted es Amelie Richard? —dice el hombre, asentí sin decir nada todavía sin comprender quién podría haberme enviado esas rosas, descarté el hecho de que fuese mi madre porque sé que ella sabe a la perfección que no me gustaban las rosas rojas. El repartidor llama mi atención haciendo un ademán y me extiende unos papeles—. Firme aquí y ya estaría todo —me señala donde tengo que firmar, firmo lo más rápido que puedo y el hombre me entrega el ramo de rosas, para cuando tengo el ramo en mis manos noto que tiene una pequeña tarjeta.
—Que tenga buenas tardes—le digo al hombre y él solo asiente.
—Gracias... disculpe —lo detengo antes de que se dé la vuelta—. ¿Usted no sabe quién las envió? —le pregunto.
—No señorita, que tenga buenas noches—dice y se da media vuelta para dirigirse al ascensor.
Cuando estoy por entrar al apartamento me encuentro con el "amigo" de Peter, él me dirige una mirada que no sé descifrar y sigue su camino por el pasillo. Entro al apartamento y dejo el ramo en la mesita de la entrada, leeré la nota después de hablar con Peter.
Llego a la cocina y me lo encuentro tomando una cerveza, no sé muy bien qué hacer, si preguntarle o dejarlo estar. Decido dejarlo estar e irme a mi habitación. Ya estoy de espaldas cerca de la puerta y escucho a Peter hablar:
—No sé lo que pasó, estoy confundido, me gustan las mujeres, pero también disfruto con los hombres y entenderé que ya no quieras que viva contigo —su voz se escucha ronca y quebrada. En el momento en el que dice eso mi pecho se oprime de dolor, yo nunca le haría eso a Peter y mucho menos por ese motivo.
—Peter yo no tengo ningún problema, si tú eres feliz para mi es más que suficiente, eres como el hermano que nunca tuve, sabes que puedes confiar en mí para lo que sea y yo no te voy a juzgar, pero si estoy un poco molesta porque no me lo contaste y al mismo entiendo que lo ocultaras —me acerco a él y rodeo su cintura con mis brazos, pego mi mejilla a su pecho y puedo escuchar como su corazón late con un ritmo desenfrenado—. Te quiero mucho Peter.
—Yo más Ame y gracias por entenderme, quisiera quedarme para seguir con esta conversación, pero estoy muy cansado ¿podemos dejar la tarde de películas para otro día? —Se aleja de mi dejando un beso en mi frente para luego irse a su habitación. Es ahí cuando entiendo que no debo tocar a menos que él quiera hablar.
—Claro...—Susurro, eso sí que fue rápido, sin más rodeos me encamino hacia el ramo de rosas y tomo la tarjeta, tengo que admitir que nunca me gustaron las rosas yo soy más de lirios y las rosas que mi madre me envió aquella vez las acepte por el hecho de que eran de su parte, pero ese gesto me parecía bonito.
Me encamino en dirección a mi habitación y llego a mi cama, sin esperar más me siento sobre ella y no es hasta entonces cuando me doy cuenta lo agotada que estoy, pero todavía me queda escribirle a la secretaria de Thomas Hamilton para así acostarme a dormir. Dejo la tarjeta a un lado, después abro mi portátil y al encenderlo noto que tengo dos correos.
De: Adele Smith.
Buenas tardes, señorita Richard, soy la secretaria del señor Hamilton y le escribía para recordarle que tiene una cita mañana a las 4:30 pm en su empresa.
Cuando leo ese correo mi odio por ese hombre incrementa a unos niveles inigualables, ¿que se cree ese hombre? Acaso se pensaba que las demás personas no tenemos más nada que hacer y para completar ni siquiera me pregunta si mañana podría tener esa reunión con él, no quiero saber más nada de este hombre por hoy, así que abro el otro correo.
De: Thomas Hamilton.
Buenas noches señorita Richard, espero que le haya gustado mi regalo.
Por un momento no entiendo a qué se refiere y cuando me doy cuenta de que trata mis ojos se abren como platos, estoy sorprendida, esto no puede ser verdad, me quedo mirando fijamente aquella tarjeta del ramo de rosas y por un momento hasta me da miedo leerla, pero no logro descubrir la razón.
Con las manos temblorosas abro la tarjeta y leo lo que dice:
Espero que estas rosas alegren su día, ya que hoy parecía un poco malhumorada señorita Richard.
De: Thomas Hamilton.
Idiota. Imbécil. Cabrón
Sé que lo hizo con la intención de burlarse de mí por mi actitud de esta mañana, pero decido ignorar ese sentimiento extraño que se arremolinaba en mi interior y unos minutos después le respondí el correo:
De: Amelie Richard.
Buenas noches, señor Hamilton le escribo para confirmar mi asistencia a la reunión de mañana.
Cierro el portátil con fuerza y sin ganas recibir su respuesta, siento mi teléfono vibrar por una llamada y en la pantalla leo que es Alisa, me alegra que me llame. El trabajo no nos deja mucho tiempo para hablar, le respondo y me llevo el teléfono a la oreja.
—¿Por qué no respondes mis mensajes? —la escucho preguntarme con un tono de molestia.
—Lo siento estaba revisando unos correos del trabajo y no me di cuenta —quiero contarle lo que ha estado pasando con aquel empresario, pero la urgencia en su voz me da a entender que tiene algo que contarme.
—Bueno no importa, ya que no contestabas mis mensajes decidí llamarte porque tengo algo que contarte. Hoy cuando estaba en el Drake's choqué con un hombre demasiado atractivo y cuando le pedí disculpas por ir tan despistada me pidió mi número de teléfono, tenemos una cita el viernes —el Drake's es una cafetería donde solemos pasar las tardes que tenemos libres y hablar de todo, podemos quedarnos horas y ya hasta los empleados son nuestros amigos. Sin esperarmelo Alisa grita haciendo que separe el teléfono de mi oreja por el bien de mi audición—. Es súper lindo y se llama Ethan.
—Ali me alegro de que por fin hayas decidido tener una cita después de lo que paso con Alex —digo, Alisa había tenido un novio que se llamaba Alex, el caso es que hubo un tiempo en que él estaba distante con ella y Alisa con lo desconfiada que es un día se presentó en su casa, entro con la llave de repuesto y la sorpresa que se llevo fue que encontró a Alex teniendo sexo con su prima y de eso hace siete meses, desde entonces decidió darse un tempo para sanar de aquella traición y yo estaba de acuerdo con ella. Cada vez que Ali traía a Alex a mi apartamento él se comportaba raro conmigo y la verdad es que me alegro de que ya lo dejó, es un idiota.
—Si bueno y hablando de ese idiota hoy me envió un mensaje de texto diciendo que había sido un error y que lo perdonara —esto último lo dice con un tono burla y la entiendo, el idiota de Alex lleva siete meses acosándola y hay veces en las cuales se presenta en la oficina.
—Ali creo que ya es hora de que termines esto de una vez por todas, tienes que dejarle las cosas claras y más si vas a querer tener algo serio con el tal Ethan.
—Si bueno tienes razón, voy a pensar que voy a hacer con ese asunto después, pero en fin, te dejo seguro que estás cansada con todo lo de hoy —y sin más cuelga sin dejarme hablar, silenciosamente agradezco que haya dado cuenta.
Pongo mi teléfono a cargar para después dejarme caer en la almohada, no sin antes pensar en aquel hombre de ojos azules que tanto me intrigan.
(***)
Ya son las ocho de la mañana cuando me despierto por la alarma de mi teléfono, sin querer levantarme de la cama agarro el teléfono y reviso si tengo mensajes de texto o correos, me encuentro con uno de Henry y la verdad no tengo ni ganas de abrirlo, pero sé que debo hacerlo.
De: Henry Hall.
Hola Amelie, buenos días te escribo para informarte que tienes dos días libres, en la oficina se están haciendo remodelaciones y es riesgoso que los trabajadores se presenten en la oficina, así que si te necesito te enviare un correo con todo lo que deberás hacer.
Chillo de felicidad, podré descansar al menos unas tres horas más antes de tener que ir al taller por mi auto para después ir a Hamilton Company's a entrevistar a don arrogante, después de eso tengo la tarde libre y quiero pasarme por unas librerías nuevas, quiero comprar unos cuantos libros porque los que tengo ya me los leí al menos unas tres veces.
Veo que tengo otro correo y es de Peter.
Hola Ame, tuve que salir de emergencia, me llamaron del trabajo, que sepas que tenemos una noche de pelis pendiente, besos, te quiero.
Al terminar de escribir una respuesta al correo de Peter, programo una alarma a eso de las dos de la tarde para tener tiempo de poder ducharme y comer algo antes de salir.
Dejo el teléfono en la mesita de noche y vuelvo a pegar mi cabeza en la almohada.
(***)
Cuando escucho la alarma sonar me levanto de la cama para ir al baño, me detengo al frente del espejo y veo que mi cabello castaño esta hecho un desastre y por suerte no tengo ojeras, me cepillo los dientes y me doy una ducha caliente.
Cuando salgo del baño me dirijo al armario y opto por algo casual, me visto con unos jeans ajustados, una camisa blanca de mangas francesas, una chaqueta de jean y mis botines negros.
Salgo de mi habitación con la idea de hacerme una pasta con salsa roja para comer, pero al revisar mi reloj me doy cuenta de que ya no tengo tiempo y que se me hará tarde para recoger el auto en el taller, agarro una de las tazas que hay en los estantes de la cocina y saco el cartón de leche de la nevera, después me volteo en dirección a la cafetera y veo que Peter me dejó café hecho. Después de prepararme un café con leche cocino unos huevos revueltos con un pedazo de pan.
Al terminar de comer agarro mi teléfono y llamo a una agencia de taxis para que me lleven hasta al taller, recojo mi libreta donde tengo las preguntas para Hamilton alias el don arrogante y mi cartera.
Al llegar al taller un chico de unos diecinueve años es la única persona que hay en el lugar y creo que está esperando por mi porque parece un poco molesto.
—¿Es usted Amelie Richard? —me pregunta cuando me acerco.
—Eh... si soy yo, perdone la tardanza.
—Bueno no importa, la falla que tenía ya está reparada y no debería volver a traerte problemas —Me tiende las llaves del auto y me señala donde está estacionado.
Me acerco a revisar que no le hayan hecho ningún rayón y que todo esté en orden, cuando termino me subo en el auto, no es la gran cosa, me lo compré con mis ahorros, es un Fiat 500C color rojo oscuro y la verdad es que a mí me encanta. Lo enciendo y salgo del taller no sin antes darle las gracias al chico que me entregó las llaves.
Después de al menos una media hora ya estoy por llegar a la empresa de Thomas Hamilton, la verdad no queda tan lejos de mi apartamento cosa que me extraña ya que nunca la había visto.
Cuando llego a el edificio que se supone que es Hamilton Company's me sorprendo, es uno de las más altos y modernos de Londres, a medida que me voy acercando a la entrada noto que encima está el logo de la empresa.
Respiro profundo, aprieto la libreta contra mi pecho y atravieso la entrada.
Aquí vamos...
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Quédate Conmigo (EN EDICIÓN)
RomanceAmelie Richard es una chica que vivió un pasado que la hizo buscar un nuevo comienzo, un lugar donde no conociera a nadie y donde nadie la señalara, alejarse de aquella vergüenza que tanto la atormentaba y aunque ya han pasado cinco años para ella s...