Capítulo 11

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ADVERTENCIA CONTENIDO +18

***

Amelie.

Ya es lunes y estuve todo el fin de semana solo viendo películas en la televisión porque Peter viajó a visitar a sus padres por un asunto pendiente del que no me quiso hablar, así que no me quedó más nada que hacer, le envié un mensaje a Alisa pero no obtuve ningún tipo de respuesta por su parte lo que ya estaba empezando a preocuparme.

Hace ya una hora que sonó la alarma de mi teléfono y yo ya estoy casi lista para salir a la oficina pero quiero parar en un café antes de ir a trabajar, así que cuando ya estoy en el auto marco el teléfono de Alisa pero no me contesta, enciendo el auto y rato después ya estoy dentro de un café cerca de la editorial para no perder mucho tiempo en el camino.

Mientras miro mis redes sociales en mi teléfono siento como alguien se sienta en la silla que está al otro lado de la mesa y cuando levanto la mirada me topo con James, el oficial de policía que me informó sobre el caso de Maia, una de las razones por las que no pude dormir en todo el fin de semana, la otra razón que me quita el sueño es tiene que ver con un arrogante de uno noventa de estatura y ojos azules como el mar, con el cual sigo enormemente molesta, sin contar que aún no puedo olvidar que me besó y aunque mi orgullo no me deja admitirlo en voz alta debo decir que me gustó, me gustó que me besara y eso no está bien, aun así no se que bicho le picó, pero no tiene ningún derecho de entrometerse en mi vida como si fuese mi pareja, pero antes de poder pensar en nada más la voz de mi conciencia suena en mi cabeza.

«Ay por favor si estás loca por verlo, a mí no me engañas»

Niego con la cabeza para alejar esos pensamientos de mi mente y me doy cuenta de que James se había quedado mirándome fijamente desde que se sentó en la silla.

—¡Que coincidencia, no esperaba encontrarte aquí! —dice animadamente para después darle un sorbo al café que tiene en la mano, está vestido con el uniforme de policía y una chaqueta de cuero encima, supongo que solo puede llevarla cuando está fuera de servicio.

Se ve muy atractivo, pero eso no hace que de mi cabeza salga cierto empresario arrogante.

—Hola, yo tampoco esperaba verte por aquí. Vine por un café antes de irme a trabajar —digo un poco nerviosa por su presencia.

—Hablando de trabajo, hoy iba a llamarte para invitarte a cenar pero ya que estamos ¿quieres cenar esta noche conmigo? —habla tan rápido que de milagro logro entender lo que quiere decir, está tan nervioso que no se da cuenta que empezó a chocar su dedo contra el vaso de cartón que tiene en la mano.

Yo empiezo a repasar en mi mente las cosas que tengo por hacer después del trabajo y al final llego a la conclusión de que si me daría tiempo para cenar con él, la cosa está en que ni siquiera que emociona que me haya invitado a cenar porque en lo más profundo de mi deseo que sea otra persona la que lo haga, aunque él ya me había invitado a cenar yo siento que lo hizo para relajar la tensión entre nosotros y no porque de verdad quiere cenar conmigo además de que lo rechacé amablemente, aunque justo ahora he de admitir que me arrepiento de haberlo rechazado.

«Te gusta Thomas, te gusta tu jefe» vuelve a aparecer mi conciencia para joderme.

Me fijo en la cara de sufrimiento del oficial James al notar que me quedé en silencio por un largo rato y entonces decido hablar.

—Yo... bueno... —empiezo a tartamudear y él me interrumpe.

—¿Es muy pronto verdad? —dice y baja la mirada triste, como a un niño al que acaban de quitarle un dulce.

—No, no es eso... bueno, ¿dónde nos vemos para cenar? —pregunto y a él se le iluminan los ojos y la verdad es que no se porque se comporta tan extraño.

—¿Puedo pasarte a buscar por tu casa? —me pregunta y pensándolo bien desconfío de él pero ¿qué es lo peor que puede pasar? A fin de cuentas él es un policía ¿no?

Después de darle mi dirección nos ponemos de pie y él se acerca a mí.

—Nos vemos entonces, paso a buscarte a las ocho —dice para después darme un beso en la mejilla.

—Nos vemos —me despido y dentro de mi vuelve a crecer un sentimiento extraño, tengo un leve presentimiento de que me voy a arrepentir de esto.

Cuando estoy llegando a mi coche esa sensación de ser observada empieza a amenazarme, me volteo para ver si hay alguien pero extrañamente en toda la cuadra no hay ni un alma en pena, un escalofrío recorre todo mi cuerpo y una ola de viento fría se adueña del ambiente, me apresuro a subirme al auto y encenderlo para salir a toda velocidad de ahí.

Mientras conduzco hacia la editorial intento alejar ese sentimiento de mi ser pero parece haberse aferrado a mí como un chicle en un zapato, y cuando menos me lo espero mi teléfono empieza a sonar, leo el nombre que aparece en la pantalla y mi corazón da un salto emocionado.

«Bianca»

Rápidamente pongo el teléfono en manos libres y escucho la voz de mi abuela:

Salut mon bébé, comment vas-tu?«Hola mi bebé, cómo estás?» escucho su perfecto francés, ella no sabe inglés por lo que siempre me habla en francés, a veces la escucho decir algunas palabras en inglés pero ella niega rotundamente el saber hablarlo, llevaba más de dos años sin hablar con mi abuela y no me había dado cuenta hasta ahora de la falta que me hace pasar un tiempo con ella.

—Abuela, todo bien ¿Cómo estás tú? —le respondo en francés animada por su llamada.

Bien ma fille, je suis content que tu ailles bien mais as-tu entendu la nouvelle?«Bien mi niña, me alegro de que estés bien, pero ¿ya escuchaste la noticia?» me pregunta y los nervios empiezan a crecer en mí.

—¿De qué noticia hablas abuela? —le pregunto cautelosa con miedo de su respuesta.

¿Ne vous l'ont-ils pas dit? «¿No te lo dijeron?» dice dándose cuenta de que dijo algo que no debía, a lo lejos veo la editorial y sé que se me está acabando el tiempo para hacerla hablar.

—Abuela últimamente estoy ocupada con el trabajo, ¿Puedes refrescarme la memoria? —digo nerviosa y apresurada.

Ma fille, ce travail vous tient très occupé, les nouvelles ont à voir avec le mariage de Véronique«Hija, este trabajo te mantiene muy ocupada, la noticia tiene que ver con la boda de Verónica» freno en seco al escuchar aquello los autos que estaban detrás de mí empiezan a tocar el claxon para que siga avanzando, cuando salgo de mi shock acelero y adentro el auto al estacionamiento subterráneo de la editorial, termino de estacionarme y en todo este rato me quedé en silencio asimilando la noticia.

Reviso si mi abuela colgó la llamada pero me doy cuenta de que aun está esperando mi respuesta.

—Abuela ¿Verónica va a casarse? —le pregunto consternada.

Oui ma fille je pensais que tu savais«Si mi niña pensé que tus sabias» dice y mi alma cae a mis pies.

—No abuela, no lo sabía pero no importa estoy llegando tarde al trabajo y tengo que colgar, te llamo luego ¿está bien? —digo y me fijo en la hora de mi teléfono lo que me indica que voy veinte minutos tarde.

Bien ma fille je t'appellerai plus tard, au revoir«Bien mi niña te llamo después, adiós» sin esperar me cuelga y yo salgo de mi coche con mis cosas colgando de mis brazos.



(***)



Llego a mi oficina y dejo todo encima de mi escritorio para voltearme al sentir la presencia de alguien dentro de la oficina, cuando me volteo veo a Thomas parado en el umbral de la puerta con el rostro serio y la mandíbula apretada, está vestido con un traje y una corbata negra que hace que sus ojos resalten desde lejos.

—Puedo saber ¿por qué llegas tarde? —dice y noto la molestia en su voz, se adentra en la oficina y se recuesta de la esquina de mi escritorio haciendo que la tela del traje se ajuste a sus músculos— O también harás un show de que no tengo derecho a saber la razón por la que llegaste tarde.

Pienso en que excusa decirle porque si le digo que la razón por la que llegue tarde fue por la conversación que tuve con James, volveríamos a las mismas del fin de semana.

Al ver que me quedo callada durante mucho tiempo se endereza y me mira fijamente obligándome a hablar.

—Problemas familiares —espeto esperando a que deje de mirarme de aquella manera que está empezando a ponerme nerviosa.

—Bien, no me importa pero tienes trabajo y espero que no se vuelva a repetir porque vas a terminar de patitas a la calle ¿queda claro? —dice y se acerca a la puerta pero hace lo que menos me espero, Thomas en vez de salir, la cierra y le pasa el seguro cosa que hace que todo mi cuerpo empiece a calentarse sin ningún sentido.

Thomas se acerca a mí y yo retrocedo tres pasos pero me detengo al sentir como mis caderas se golpean contra el escritorio, siento como un dedo levanta mi barbilla y nuestras miradas conectan pero aun así yo intento separarme de él. Al ver mis intenciones posa una de sus manos en mi cintura y me acerca hasta su cuerpo. Siento como su erección crece en sus pantalones y su aroma se adentra en mis fosas nasales.

Se acerca a mi oreja y dice:

—¿Crees que no me doy cuenta de cómo me miras? ¿que no me doy cuenta de lo mucho que me deseas? —susurra en mi oído para después morder el lóbulo de mi oreja mandando múltiples descargas eléctricas a mi punto sensible, su otra mano viaja a mi clavícula y la acaricia para empezar a besar mi cuello—. Así que dime ¿por qué te reprimes? —vuelve a susurrar y yo siento que no aguanto más.

—Yo no sé de qué estás hablando, así que déjame tranquila —digo con la voz entrecortada por el deseo, él posa su dedo en mis labios en señal de que haga silencio y después empieza a bajar lentamente hasta que su dedo se posa encima de mi pezón endurecido por la excitación.

Se acerca a mi boca y susurra:

—¿Vas a negar la atracción que hay entre nosotros? —no me deja responder ya que une nuestros labios se unen en un beso lleno de desesperación y deseo, yo no lo resisto más y se me sale un jadeo involuntario lo que le hace sonreír para después adentrar su lengua en mi boca, donde parece que luchan por demostrar quien tiene el control.

Lo único que se escucha en la oficina es nuestra respiración acelerada por el deseo, sus manos bajan a la parte trasera de mis muslos para alzarme y sentarme sobre el escritorio sin romper el beso, yo me separo a duras penas de su boca para dejar aire entrar a mis pulmones, es cuando él aprovecha para sacar la camisa que tengo puesta por encima de mi cabeza y después volver a unir nuestros labios, mientras yo separo de su cuerpo la chaqueta de su traje para luego empezar a desabrochar botón a botón su camisa.

Luego de haberse divertido lo suficiente con mis labios baja los suyos hasta mis pechos para sacarlos del sujetador y empezar a besar el izquierdo, mientras con su mano le da la misma atención al derecho, yo coloco mis manos en en su cabello para atraerlo más a mí, lo que le hace sonreír.

Una ola de gemidos involuntarios salen de lo más profundo de mi garganta pero me detengo cuando unos golpes en la puerta hacen que me separe abruptamente de Thomas para después ponerme la camisa a la velocidad de la luz mientras tanto él termina de abotonar su camisa y ponerse la chaqueta.

Se voltea y me dice al oído:

—Tienes que aprender a no ser tan ruidosa, yo puedo enseñarte —deja un beso en mi mejilla para después abrir la puerta y salir como si nada hubiera pasado dentro de la oficina.

Detrás de la puerta está Alisa con una cara de asombro que hasta me asusta, los ojos abiertos de par en par, debo lucir terrible después de haberme besado con Thomas así que busco el espejo pequeño que llevo en mi cartera para ver mi aspecto y me asusto al ver mi reflejo, tengo el labial corrido alrededor de los labios y el cabello hecho un desastre, tanto que parece un nido de pájaros, así que ni me molesto en decirle a Alisa que no es lo que parece.

—¿Me perdí de algo? —dice entrando a la oficina y cerrando la puerta detrás de ella.

—No me preguntes que paso porque ni yo misma lo sé —digo intentando arreglarme el nido de pájaros que tengo sobre la cabeza.

—No puede ser... ¿Acabas de enrollarte con el nuevo jefe? —se sienta en una de las sillas que hay frente a mi escritorio y empieza a reírse de mi aspecto.

—Si... que digo ¡No!, bueno es que no sé que es lo que acaba de pasar, creo que solo me deje llevar —empiezo a limpiarme el labial esperando un regaño por parte de Alisa pero obtuve todo lo contrario.

—Ya era hora, debes tener telarañas allá abajo —me dice y empieza a reírse a carcajadas.

—Espera ¿Qué?, ¿No vas a regañarme? —le pregunto extrañada.

—No como crees, además te entiendo, el señor Hamilton está muy bueno.

Mis ojos se abren y la miro sorprendida .

—Entonces... ¿No te parece mal? —le pregunto.

—No, pero vas a tener que contarme todos los detalles —dice con una mueca pícara en su cara—. ¿Se acostaron?

—¡¿Qué?! No... ¿estás loca? —digo alarmada.

—Pues parece que iban por ese camino.

—Es lo que parece pero no volverá a pasar, créeme —le aseguro.

—¿Y por qué no? —me pregunta.

—Porque es mi jefe y no quiero mezclar lo sentimental con el trabajo, de verdad no quiero cagarla —hablo pensando en las consecuencias que podría traerme tener algo con Thomas Hamilton.

—Si eres aburrida, porque no te das un descanso de todo, siempre estás tensa y alerta, date un poco de paz —dice.

—Tienes razón pero algo me dice que no voy a encontrar paz en Thomas Hamilton así que hasta ahora estoy mejor así.

—Si tú lo dices.

Después de eso nos quedamos hablando en la oficina hasta que Henry la mandó a llamar y yo me anoté mentalmente que debía preguntarle porque no me contestó en todo el fin de semana, porque ni siquiera atiende mis llamadas, cosa que me parece raro en ella, siempre contesta y hoy está actuando muy raro.

Se hizo la hora de salir del trabajo y yo me voy directamente a mi apartamento a esperar a que se haga la hora para que James venga a buscarme para cenar.

Me siento mal, me parece mal cenar con mi l después de lo sucedido con Thomas hoy en la oficina pero el que no arriesga, no gana, además yo estoy soltera y puedo hacer lo que quiera con mi vida, así que aparto esos sentimientos y me dedico a esperarlo.

Quédate Conmigo (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora