Capítulo 32

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Pasaron dos semanas en las cuales no vi a Thomas por ningún lado, tampoco traté de buscarlo porque la verdad quería pensar en todo, quiero un espacio para mi o en realidad esa es una simple excusa. Estaba huyendo, como siempre, y me di cuenta de que Thomas tenía razón al decir que solo era una cobarde que lo único que sé hacer es huir.

Estoy sentada en el recibidor mientras escucho un poco de música, últimamente no he tenido noticias de la boda de Verónica o de mi madre, que por cierto llevo mucho tiempo sin hablar con ella y se me hace difícil olvidar que ella estaba al corriente sobre el prometido de mi hermana.

Tengo que empezar a arreglar algunas de las cosas dentro de mi vida porque siento que todo se me está saliendo de control.

A mi mente vienen unos momentos que pase con Thomas y no se como reaccionar, aunque las cosas últimamente están bien no puedo evitar esperar el golpe repentino.

Hoy tengo que verme con Héctor antes de ir a la oficina de Thomas, no puedo evitar estar nerviosa y espero haberme equivocado con el tema de Janine, porque de no ser así voy a salir muy perjudicada, con el corazón incluido.

Me visto rápidamente cuando recibo un mensaje de Héctor, estoy realmente impaciente y no quiero atrasar la charla con él.

Estoy completamente segura de que era ella, quien sí no me diría eso, realmente empiezo a cuestionarme muchas cosas. Sentirme perseguida en muchas ocasiones es una de esas cosas, sospecho que es ella, además, el rayón del coche no es una coincidencia.

Salgo de mi casa como alma que lleva el diablo, camino hasta el estacionamiento y siento como el teléfono vibra en mi bolsillo.

Héctor:

Amelie nos vemos en media hora en el apartamento de Thomas, si te estás preguntando el por que, es que está de viaje y es lo más cerca que tengo de la casa de mi novia.

Suelto una carcajada al leer el mensaje de Héctor y me subo al coche.

(***)

Estoy de pie en el recibidor esperando a Héctor, la señora Sophie me recibió al llegar pero hace unos veinte minutos que se fue a su casa.

Llevo exactamente cuarenta minutos esperando a Héctor y mi paciencia se está agotando, recojo el bolso que dejé en el sofá para empezar a caminar hasta la entrada con intención de largarme pero las puertas del ascensor se abren dejándome ver a un Héctor con un uniforme negro muy parecido al que llevaba el otro día, he de confesar que le queda de maravilla.

—¡Hola!, ¿Cómo está mi persona favorita? —me saluda animadamente mientras me da un abrazo que casi me deja sin aire.

—Bueno supongo que bien, y tú? —digo cuando mis pies tocan el suelo.

—De maravilla —dice y yo noto lo animado que está.

—¿Por qué tan animado? —le pregunto mientras nos acercamos a la cocina para sentarnos en las sillas.

—Volví con Valeria —dice y se sienta en una de las sillas, me mira y parece notar la mueca de confusión en mi rostro y entonces dice—: Mi ex, he vuelto con mi ex.

Mis ojos se abren como platos y suelto una carcajada que él sigue, en este momento me siento completa, olvido todos mis problemas y es entonces cuando me doy cuenta de que él es un verdadero amigo, de esos que no quieres perder nunca.

—Así que, eres de los que vuelve con sus ex —digo entre risas.

—No, en realidad. Lo nuestro es complicado pero estoy dispuesto a cambiar y hacer las cosas mejor con ella —él hace una pausa y mi corazón se encoge, lo que daríamos muchas por encontrar alguien que esté dispuesto a arriesgarlo todo—. Quiero verla feliz y quiero que sea conmigo.

Quédate Conmigo (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora