Capítulo 24

198 17 5
                                    

La canción queda perfecta con el capítulo.
A llorar se ha dicho.
***

No se como contárselo sin empezar a llorar, ese tema es una herida que aún no sana, una que todavía está en carne viva y que arde cada vez que se menciona algo sobre el tema.

Thomas me mira expectante pero no sé por dónde empezar y aunque entre nosotros no haya nada.

Absolutamente nada...

Ese pensamiento hace que un dolor punzante se adueñe de mi pecho, no debí haber hecho nada con él hasta establecer unas condiciones pero en mí defensa, me dejé llevar por él momento.

Pero hay algo claro aquí, si Thomas y yo empezamos una relación estoy segura de que va a ser meramente sexual.

Los recuerdos llegan a mi de manera abrupta y sin contemplaciones por lo que intento calmarme al sentir como mi respiración se acelera y mi pecho empieza a subir y bajar bruscamente.

—Amelie, ya estas lejos de ellos —dice tratando de calmarme—. No va a pasarte nada mientras yo esté aquí.

Suelto todo el aire que estaba reprimiendo en mis pulmones y lo miro fijamente para empezar a ordenar mis recuerdos uno por uno.

Dolorosos o no.

Seco el sudor de mis manos en mis pantalones mientras busco por dónde empezar, la historia es un poco larga.

Estoy agobiada y no sé si sea momento de sincerarme con Thomas, si él ya lo hizo conmigo pero siento que hay una gran parte faltante de la historia.

—Es una historia bastante larga y dramática, ¿En serio quieres que te la cuente? —digo intentando persuadirlo pero no parece dar ningún resultado así que me rindo y me dirijo a la cocina a servir un poco de tequila que tenia Peter en uno de los cajones de la cocina.

Peter...

Sacudí la cabeza alejando ese sentimiento de melancolía que empezaba a arremolinarse en mi pecho, termino de servir el tequila en un vasito y me lo bebo de golpe esperando que me dé la valentía para hablar de mis errores del pasado.

Thomas está sentado en una de las sillas y me mira como si estuviera loca pero lo raro es que si las cosas siguen así voy a parar en algún psiquiátrico de Londres.

—Bueno si voy a contarlo tengo que empezar desde cero. Desde aquel momento que desencadenó todo lo que pasó hasta ahora —sirvo un poco de tequila en otro vasito y se lo paso a Thomas que se lo toma de golpe.

—Ya estoy listo para lo que sea que vas a contarme —se acomoda en la silla y me mira.

—Teníamos siete años, mi prima Aysel y yo decidimos salir a jugar entre unos arbustos que estaban al lado de las mesas donde comían mis tíos, los padres de Aysel —hago una pausa para intentar aliviar la culpabilidad que se había instalado en todo mi cuerpo dejándome una sensación muy desagradable—, él caso es que Aysel no quería jugar de ese lado de la casa pero yo insistí que al final decidimos ir ahí, el caso es que accidentalmente escuchamos una conversación que mantenían mis tíos entre susurros sospechosos, en ese instante Aysel quiso apartarse para respetar la privacidad de sus padres pero yo como la niña curiosa que era, la convencí para que nos quedáramos a escuchar...

Respiro profundo y sirvo otro vasito de tequila para beber un buen trago, a este paso voy a terminar borracha y despechada.

»Escuchamos como mi tío Ronald le decía a mi tía Rebeca que había sido su idea comprar a Aysel en un hospital para conseguir la herencia que le había dejado su padre, ósea el padre de Ronald. Nosotras en ese momento no entendimos nada pero seguimos escuchando lo que hablaban.

Quédate Conmigo (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora