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La mitad de la ropa de Makoto yacía en su cama y aún no decidía que ponerse. De pronto, sus camisas le parecieron insípidas, lo mismo que con sus suéteres y camisetas.

Se puso su camisa roja a cuadros, sobre una camiseta blanca, le dio un vistazo rápido al espejo y se la sacó enseguida, también con un suéter delgado color vino y otro gris.

Soltó una risa nerviosa.

—Es sólo una cena con un amigo —se repitió.

Se decidió por una camiseta de manga larga negra y un pantalón del mismo color, de todas formas, tendría que ponerse su abrigo.

Quedó de verse con Sousuke a las siete y treinta y ya eran las siete, y si quería llegar a tiempo, tendría que salir ya.

Se negó una última mirada al espejo, quería evitar plantearse un corte de cabello, nuevamente. Salió de su habitación y volvió enseguida, se sacó la camiseta y se puso el suéter color vino.

Se apuró en salir de su departamento antes de querer cambiarse de ropa nuevamente.

Estos últimos cuatro días en su casa, los había sentido extraños. En serio contaba los días para ver a sus hermanos, a sus padres y a sus amigos en Iwatobi; por eso le extrañó tener la cabeza en las nubes y no disfrutar de los suyos como realmente le hubiera gustado hacerlo.

Es que simplemente no pudo evitarlo. Desde que los labios de Sousuke tocaron los suyos, en un beso furtivo y suave, no había podido sacarlos de su mente. Ni a Sousuke ni a ese beso.

—¿Qué tienes, onni-chan? —le preguntaban constantemente sus hermanos.

—No es nada —les respondía él, y los distraía (y él volvía a la realidad) con algunos de sus juegos.

Del que no pudo escapar fue de Haru, quién lo miraba con suspicacia desde que despertó por completo al llegar a su destino.

—¿Qué pasó con Yamazaki? —le preguntó directamente y sin tacto alguno.

Makoto boqueó como pez fuera del agua, enrojeciendo hasta las orejas. Pero, por fortuna suya, Ran, sin saberlo, vino a su rescate colgándose de su cuello pidiéndoles jugar.

Es que realmente no hubiera sabido que responder, porque lo qué pasó exactamente, tampoco lo sabía. Sí, Sousuke lo había besado o algo así, aquél roce de labios fue tan suave, tan efímero que por un momento pensó que lo había soñado.

Así que técnicamente podría decir que fue su primer beso..., técnicamente. Pero ya se había dado ese tipo de "besos" con Haru, cuando ambos eran demasiado inocentes como para saber qué era lo que hacían, para ellos era solo una forma de demostrarse su cariño.

Pero, sin duda alguna, era la primera vez que ese toque suave desataba todo aquello en su interior.

Claro está, no se iba a escapar del interrogatorio de Haru por siempre. Su amigo lo miró a los ojos, aprovechando un pequeño momento de soledad, y lo cuestionó sin hablar.

—N...nada Haru —sabía que no le podía mentir, así que le dijo la verdad a medias—. Bueno, me acostumbré a su presencia, creo que lo extraño un poco.

Haru lo miró como si lo hubiera ofendido.

—No entiendo —dijo, pero tampoco dejó que le explicase nada más. Se mostró contrariado desde entonces.

Con Rei, Nagisa y Gou, las cosas fueron, más bien, tranquilas. Hubo un breve cuestionario sobre como habían sucedido las cosas, que Makoto supo sortearlo con los pormenores del viaje. Al final hubo un fuerte abrazo de Nagisa y un "hablaremos después".

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora