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Se miraron a los ojos por varios segundos. Sousuke abrió la boca y la volvió a cerrar en varias ocasiones sin saber que decir, hasta que sonó el timbre.

Makoto se acercó a él y esperó a que se sentara para darle el vaso de agua. Cuando su mano temblorosa llegó hasta el vaso, Makoto había bajado su mirada y la tristeza era palpable en el ambiente.

—Pedí el almuerzo —le dijo con voz cauta—, no sabía que pedirte, ordené sopa.

Sousuke asintió mientras Makoto se alejaba en dirección a la puerta. Su respiración no se había normalizado aún y parecía no querer hacerlo pronto. Se despeinó con frustración y masculló un "mierda" para sus adentros. El castaño salió del departamento y Sousuke agudizó el oído para escuchar su interacción con el repartidor, lo escuchó despedirse con "gracias", y luego nada. Parecía que Makoto se estaba tomando su tiempo para volver a entrar al departamento. Y en todo ese tiempo, Sousuke, no fue capaz de ordenar ninguno de sus pensamientos.

Decidió ir a su encuentro, lo hizo lo más silenciosamente posible. No se había equivocado; por la mirilla de la puerta pudo ver parte de la silueta del castaño, que estaba apoyado en la pared, cabizbajo, con la bolsa del pedido en la mano. Se le oprimió aun más el pecho.

Se sintió tentado a abrir la puerta y hablarle, pero no lo hizo; quiso respetar esa necesidad de un momento a solas (tal vez así, él mismo, lograba sentirse menos miserable) y caminó despacio hasta la cocina. Lo esperó sentado en una de las sillas al lado de la mesita circular.

Casi un minuto después, entró Makoto.

La tristeza no había abandonado sus ojos y cuando intentó sonreír, no lo logró. Sousuke no aguantó más, caminó en grandes zancadas la distancia que los separaba y lo abrazó.

—Perdón —dijo. Makoto, tensó su cuerpo y se quedó con los brazos a los lados, sin corresponder el abrazo, tal vez por la sorpresa, quiso pensar Sousuke. Pero se fue relajando poco a poco y lo abrazó con el brazo libre apoyando la cabeza en su hombro.

—No tengo nada que disculparte —le respondió y, por su voz, se notaba que estaba aguantando el llanto.

Sousuke no podría explicar lo miserable que sentía en ese momento.

—Sí, sí lo hay. Pero, primero tengo que contarte todo desde el principio.

***

Después de que el abrazo terminara, se dieron un beso fugaz. Makoto tomó su mano y caminaron hasta la mesita de la cocina, con esa forma peculiar suya, de instarlo a hacer cosas que no quería, lo "obligó" a comer -aunque sea un poco-.

—Hablaremos mientras comemos.

Makoto le dio un suéter un poco grueso (ya que las manos de Sousuke estaban frías), puso la comida de los bentos en un par de platos y se sentó a su lado con toda la disposición de escucharlo.

—Bien —comenzó Sousuke—. Esta mañana, cuando te dormiste, empecé a recordar cosas y llamé a Rin, él aclaró un poco más mis recuerdos: me dijo que nos encontramos a... Tadashi.

Makoto tragó con dificultad lo que tenía en su boca y asintió.

—En la pista de baile, sí.

—No sé bien lo que dijo, pero según lo que me dijo Rin, me afectó mucho —Makoto volvió a asentir—. Creo que tengo que empezar a explicar quién es Tadashi.

—Entendí que fue tu novio o algo así...

—Sí, algo así. —Sousuke se llevó una cuchara de sopa a la boca, tanto como para ganar tiempo como para complacer a Makoto, habló después de tragar—. Creo que te comenté que había tenido de ese tipo de relaciones en la preparatoria, aquí en Tokio. Con, Rin, mi amiga y con un compañero. Pues, él es ese compañero.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora