4

1.1K 119 50
                                    

"Esta vez había una isla con un faro que le indicaban el camino, y el agua no era del todo oscura; reflejaba el brillo las estrellas y la luna. Pero no conseguía llegar. Nadó hasta el cansancio y la isla con el faro parecían alejarse. Las fuerzas lo abandonaron y el mar lo engulló sin piedad".

Era el segundo día consecutivo que Makoto despertaba con un sobresalto, sintiendo angustia, sintiéndose vacío. Se pasó la mano por la frente recogiendo una leve capa de sudor frio. Por suerte esta vez no despertó a nadie. Miró hacia la cama de Haru: estaba vacía. Su amigo dormía en la cama de Rin. El vacío se acrecentó. Volteó sobre su costado quedando cara a cara con Sousuke.

La tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana, le perfilaba el rostro, los labios entreabiertos, el ronquido leve; indicadores que estaba en un sueño placido y profundo. La calma del sueño le quitaba parte de su severidad, pero ni aun así lucía vulnerable. Sousuke se había mostrado fuerte todo el tiempo, con esa fuerza de alguien que ha librado grandes batallas. Makoto lo admiraba, admiraba esa fuerza, lo hizo desde que lo vio dejar el alma en aquella competición en que se enteró que estaba nadando con el hombro roto. Tal vez desde antes.

Inconscientemente, se acercó lo más posible a Sousuke y se arrebujó bajo las mantas con los ojos cerrados en busca del hilo perdido del sueño, lo encontró en una serie de pensamientos inconexos, entre ellos que extrañaba como nunca a su familia, a su hogar. No volvió a soñar.

—Makoto... —la voz de Haru llegó a él tras el velo del sueño, sintió un zarandeo leve en su hombro— Makoto... —Haru le hablaba, lo sabía, pero no era capaz de procesar las palabras. Abrió los ojos con pereza, lo primero que vio fue el perfil de Sousuke que estaba en la misma situación que él: despertando a medias. Se giró encontrándose con la mirada azul de su amigo—... ¿está bien?

—Mjm —respondió frotándose un ojo, sin saber muy bien a que estaba asintiendo.

—¡Sousuke! —escuchó la voz de Rin, que más parecía un regaño.

—¡Ya sé! —le respondió el aludido de la misma manera.

Makoto despertó un poco más cuando los vio salir y cerrar la puerta.

—¿Qué dijo Haru? —le preguntó a Sousuke. Escuchó una risa corta y adormilada.

—En lo que quedamos ayer.

—Ah —lo recordó entonces. La noche anterior quedaron de repartirse las tareas. Rin y Haru irían por la tarta de Navidad a la pastelería y él y Sousuke al supermercado para comprar lo que les faltaba para preparar la cena. Miró su reloj, apenas eran las seis y media— ¿No es un poco temprano?

—Díselo a Rin. Creo que no entiende el concepto de vacaciones. —Makoto asintió y dirigió su vista a Sousuke quien ahogaba un bostezo— ¿Te despierto en media hora? —le preguntó dándole la espalda para volver a dormir.

—Sí, por favor.

Debió pasar el tiempo acordado cuando Sousuke lo despertó, es probable que más, ya que Sousuke tenía el cabello húmedo, y un delicioso olor a jabón y perfume inundaba la habitación, pero Makoto lo sintió mucho menos. Se sentía cansado, sin fuerzas. Los parpados se le volvían a cerrar cuando escuchó a Sousuke carraspear desde la puerta.

— Tengo la leve impresión de que te volverás a dormir —le dijo, Makoto sonrió con culpa—. Pero si prefieres puedo ir solo, no hay problema.

—No, no. Lo siento. Enseguida me levanto —respondió sentándose en la cama, un tanto avergonzado. Sousuke asintió y salió de la habitación. No quería que lo tomase por perezoso, pero eso era lo que sentía: pereza, mucha pereza. Luchó con las ganas de volver a dormir y se levantó de la cama.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora