11

381 51 45
                                    


Makoto sintió una extraña opresión en el pecho al separarse de Sousuke. Mientras más se alejaba las ganas de volver aumentaban. Tanto que se vió tentado a retroceder sobre sus pasos y aceptar su invitación para almorzar. 

Pero no mentía, tenía varias cosas pendientes: hacer las compras para llenar su heladera, además de tomar una ducha, almorzar y dormir un poco antes de verse con Minato-kun para darle sus apuntes de clase.

Su noche no podía catalogarse como "mala", porque no la sintió así, pero con suerte habrá dormido cuatro horas más o menos. Apenas escapaba de sus pensamientos y alcanzaba a dormitar, cuando volvía a escuchar gruñidos, algo parecido a alaridos y golpes. Si él de por sí era asustadizo,  estar en esa casa grande y, prácticamente, desconocida, lo asustaba un poco más.

Llevar a Sousuke a su cama fue relativamente fácil, al menos más fácil de lo que se había temido en un principio. Logró despertarlo lo suficiente para ayudarlo a caminar hasta su habitación y arroparlo en su cama. Pero no despertó del todo, mientras lo cubría con las mantas y acomodaba su almohada, Sousuke balbuceó un "quédate" y un "te extraño". Makoto acarició su cabello y le respondió "Sí, me quedaré. Y yo también te extrañé". Verbalizar que lo extrañó, que lo echó en falta, le hizo darse cuenta de cuánto lo había hecho en realidad.

Aunque también podría culpar de la falta de sueño a todo lo que había pasado esa noche, antes de la cena. En especial a ese "me gustas", seguía sin poder asimilarlo del todo, y apenas podía siquiera detenerse a pensar en que era lo que él sentía por Sousuke.

No quiso hacerlo en medio de su insomnio y siguió sin querer hacerlo estando a solas en su departamento.
Encendió la televisión, no quería estar en silencio, acomodó sus compras y se metió a bañar. El ánimo no le alcanzó para nada más, ni siquiera para recoger el desorden en su habitación, orilló su ropa en la cama y se acomodó en el espacio sobrante para dormir.

No supo cuanto tiempo durmió cuando lo despertó la sensación de un peso ajeno en su colchón. Al abrir los ojos y ver una figura sentada al pie de su cama, el corazón casi se le escapa por la boca. Hasta que reconoció de quién se trataba.

—¡Haru! Me asustaste —dijo intentando recuperar el aliento. Pero el semblante de su amigo cambió su susto por preocupación—. ¿Qué pasó?

El aludido no respondió, lo miró por un momento y volvió su mirada al piso. Makoto se incorporó y le puso su mano en la frente. Lo asustaba verlo tan pálido.

—¿Le pasó algo malo a alguien? —preguntó alarmado. Haru negó con la cabeza y volvió a mirarlo a los ojos, está vez Makoto entendió que estaba pasando—. Está bien, tranquilo, te traeré agua y conversaremos.

***

—Haru-chan, estoy seguro de que Rin no quiso decir eso.

Ambos estaban en la mesa del comedor, Makoto había preparado rápidamente un par de emparedados de atún, ya que tenía un poco de hambre y quería que Haru comiera algo ya que estaba seguro que no lo había hecho.

—Lo sé, pero lo dijo.

—Pero fue sólo por el calor de la discusión, sabes que Rin se altera fácilmente.

—Lo sé, es que no es sólo eso. Quiere que vaya a Australia con él —dijo eso mirándolo a los ojos, cómo preguntándole su opinión. Makoto tuvo que beber de su vaso para disimular ese pinchazo de angustia. ¿Así se sentiría Sousuke cada vez que Rin se iba? Pero sabía que el dolor de Haru sería peor el día de la partida de Rin.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora