catorce; lloradita por amor

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Estaba ahí esperando a Sofía, ansiosa porque había dicho que venía a casa para contarme todo. Ayer no pudo venir, y mi cabeza era un quilombo pensando en lo que pasó con Julián. Me quedé como embobada, y eso no me estaba gustando nada.

La situación y lo que sentí seguían dando vueltas en mi cabeza. Fue único, todo pasó de una manera inesperada y rápida. Pero, honestamente, me tenía confundida con todo eso.

No termino de entender lo que pasó. Julián se fue, pero yo sigo repasando todo: las charlas, los mates, las sonrisas. Fue una tarde hermosa, después de tanto tiempo me sentí cómoda.

Lanzo un suspiro y agarro mi teléfono, esperando un mensaje de Julián. Ayer dijo que iba a avisar cuando llegara, pero no tengo ni una señal de él. Hasta le mandé un mensaje por si se le colgó.

Estoy nerviosa, la verdad. Algo pasó y no tengo ni idea. Me preocupa, pero sé que si es algo malo, Martín me lo va a contar.

¿Y si se arrepintió de besarme?

De repente, escucho la puerta abrirse y por un segundo, me asusto porque me olvidé que Sofía tiene llave.

— Llegué. Casi me mato en las escaleras.— Sofía se tira a mi lado.

— ¿Desde cuándo vos subís las escaleras?— alzo una ceja.

— No sé qué me pintó.— me sonríe.

— Larga todo lo que tengas que largar ya.— la miro fija.

Veo que ella hace un puchero y suspira. Sus ojos se empiezan a cristalizar y ella solamente vuelve a suspirar. Ella no quería llorar.

— ¿Cómo me pude poner hasta las manos tan rápido? — hace una mueca y sé le cae una lágrima.

— Sofi, amor, ¿qué pasa? — pongo un mechón de su cabello detrás de su oreja y la miro.

— Es que ni siquiera sé. Solo sé que los pocos momentos que nos fuimos conociendo y hablando fue distinto, nuevo y hermoso para mí. — hace una pausa para suspirar.— Enzo llegó cuando apenas se fueron. Hice lo que me dijeron y le pregunté.

— ¿Y qué te dijo? — pregunto curiosa.

— Que era una piba que solo le mandaba mensajes... Pero yo vi cómo ella le preguntó cuando se volvían a ver y le dije... Me admitió que era la la ex.— mira hacia el piso.— Me mintió y yo entiendo que no somos nada y no le tengo que reclamar nada, pero él sabía que estaba enganchada... Me siento una pelotuda, encima no me di cuenta esa vez que andaba raro. No quiero saber nada, pero a la vez quiero solucionar las cosas y que me vuelva a hablar.— empieza a moquear y se hace chiquita en el sillón.

Hacía mucho que no veía vulnerable a Sofi. Ella siempre soñaba con un amor correspondido, esos amores que veía en alguna película, fantaseaba con eso. Pero las veces que ella creía que era así, solo los pibes la tenían de un rato, boludeándola por ser la rubia linda del curso, y ella era más que eso.

Verla así me daba miedo pasar por una situación como ella. Era tan difícil volver a empezar una relación cuando existen miles de factores en el medio.

En sus ojos, veía más que lágrimas; veía una mezcla de desilusión, tristeza y un poco de enojo. Cada palabra que salía de su boca resonaba con un peso emocional, como si llevara consigo el peso de todas las decepciones pasadas. Sentí su fragilidad en cada suspiro y sus palabras, como si estuviera al borde de romperse.

fulmini; julián álvarez | en ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora