B A C K

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En el armario

Es difícil prender ser algo que no eres, más cuando esa inseguridad te acompaña a cualquier parte que vayas. Cuando vives en un mundo lleno de prejuicios y abusos. Es difícil ser quien quieres ser o amar a quien quieres amar. El mundo siempre te va a mirar mal... Así que, a la mierda todo.

Eso es lo pensaba Beck cada vez que despertaba por las mañanas viendo la oscura habitación por las mañanas –detestaba la luz, por eso la excesiva oscuridad en ella–, como quiera; nada cambiaba. Todo lo que quería no lo conseguí de la manera que sobrellavaba las cosas y en como pensaba que las personas.

Y como cada mañana bajaba las escaleras para desayunar con su familia. Sus padres lo veían con una gran sonrisa y su hermana, ni siquiera le prestaba la mínima atención. Se sentía atrapado en cuatro paredes todo el tiempo aunque no lo estuviese. A lo que se debía por su situación actual.

—Siempre tarde —reprende su hermana.

—Cállate.

Se sentó junto a ella aun así le dijera cosas que no le agradaran, eran hermanos después de todo.

—Jack llamó —informó su madre dejando el plato del chico frente a él. Él volteó rápidamente.

—¿Qué dijo?

—Que te ama y no puede vivir sin ti —se burló su hermana. Éste solo refutó molesto volteando los ojos. Su hermana era muy infantil, casi siempre.

Y no le importaría si no supiera o no estuviera en lo que ahora estaba metido. Cargar con algo tan importante, se volvía una carga muy pesada constantemente. Pero estaba seguro que eso era lo que quería aunque sufriera en el proceso.

—Jodete pequeño demonio —sonríe sarcástico—. Como sea, iré a su casa y volveré tarde.

—Diviértete —dice su hermana. Esta se acercó a su oído—. No hagan mucho ruido, en China los pueden escuchar.

Beck se asegura que un golpe en la cabeza llegue a su hermana por su parte. Si que era como una niña infantil, pero no era importante. A él lo único que le importaba era ver a su mejor amigo.

[...]

Tocó la puerta un par de veces para escuchar un estruendo fuerte del otro lado de la puerta. A Beck no le importó que nadie le abriera la puerta. Se encontró con un Jack con una olla en las manos y a un lado un vaso quebrado.

—Demonios Jack, me asustaste —se acercó para ayudarlo, pero este fue más rápido y tomó una escoba—. ¿Estás bien?

—Sabes que no soy un niño pequeño Beck —le reclama al chico.

—Pero pareces uno para mí —se acerca por completo y le da un corto beso en los labios—. Te extrañé...

—Pero si nos vimos ayer en la escuela —ríe. Era cierto.

Tal vez Beck creía que era un arruina pasiones y Jack tal vez creía que era un exagerado y un sobreprotector. Ambas eran ciertas, pero así se querían, se amaban. Y no les importaba ser el típico cliché de mejores amigos enamorados.

—No arruines el momento... —toma sus caderas con determinación y lo acerca.

Lo que más les gustaba era estar uno cerca del otro, sentir el calor que el otro emanaba en él. Esa cercanía que los hacía sentirse completos y deseados, pero que debían ocultarse del mundo por miedo de todo.

—Quiero hacerlo público —dijo Beck. Jack se separó y tragó duro.

—Okay... ¿Y cuándo sería eso?

EBDLFVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora