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F R A N K E R

Amor prohibido

Estaba en mi habitación escuchando música mientras estaba con Skylar. Hacíamos tareas que teníamos para el viernes. Yo no entendía nada de todo esto. Pero por suerte tenía a mi mejor amigo que me pasaba todo.

—Debes poner más atención...

—Para qué si te tengo a ti —sonreí.

—Idiota —contesta burlesco.

Un portazo se escucha hasta mi habitación, es de la puerta principal. Ambos volteamos a la puerta de mi cuarto, se escuchaban gritos de mi padre y Francis, todas la semana han estado así, peleando como dos perros con rabia. Me daba pena que Skyl escuchara porque luego me vería con lástima y es lo que menos quiero.

—Ay no puede ser —mascullo irritado.

Al final escuchamos la puerta de la habitación de mi hermano cerrarse con mucha fuerza, suspiré harto de todo y Skylar me miró con una media sonrisa triste. Masajeo mis sienes, no quiero que papá venga a seguir con su pelea conmigo y esté él presente.

Seguimos con la tarea por un rato más, dejamos lo que acaba pasar, tampoco es algo de lo que queramos tocar el tema. Sabemos que los problemas familiares no son algo de hablarse.

—Creo que mejor me voy —sonrió—. Sabes que puedes ir a casa cuando quieras.

Asiento viendo como abre la puerta y sale de ella, me tumbo en la cama escuchando como mi mejor amigo y mi padre se saludan brevemente. Me pongo en una posición cómoda para dormir, por si llega mi padre que me encuentre dormido.

[...]

Bajó las escaleras cuidadosamente para no despertar a nadie en casa, tenía algo de sed. Y de Francis solo supe que se metió a su habitación y no salió por nada del mundo, luego yo me quedé dormido y no tengo ni una puta idea de lo que ha pasado en esas horas, y no creo que me importe un carajo.

Llego a la cocina y no veo nada, es de noche. Camino al interruptor para prender la luz y poder tomar agua sin que un vaso se quebrara. Pero una mano tomó mi brazo con fuerza, por un momento pensé que era mi padre, pero no, me di cuenta al segundo en el que me volteó.

Era Francis.

—Diablos, me asustas joder —me tapa la boca.

—No hables, solo ven conmigo.

Ni siquiera pude protestar ya que mi boca estaba tapada, caminamos ambos al sótano, ni siquiera veía por donde caminaba, lo cual es obvio porque fueron muchas veces las que me tropecé, maldecí internamente.

Ahí él cerró la puerta con seguro, fruncí el ceño, pero mi expresión cambió cuando prendió la luz y pude ver su rostro con claridad. Mis ojos se abrieron severamente por todos los golpes que él tenía en el rostro.

—¿Qué demonios te pasó? —me acerqué lo suficiente para quedar a centímetros de su rostro, tomé su cara sin lastimarlo observando sus heridas.

—Necesito que alguien me ayude, por favor —tosió sujetando su abdomen. Bajé la mirada tomando su camisa para después alzarla y mira ese hematoma al costado.

-Bien... Solo dime qué pasó -él negó.

—No es de tu maldita incumbencia, Parker.

—Claro que lo es porque eres mi puto hermano, carajo —exclamé no tan fuerte, pero lo suficiente para que el tapara mi boca de nuevo.

—Deja de hablar por dios —ruedo los ojos.

Francis me dio el botiquín de primeros auxilios que tenía en la cama, saqué el agua oxigenada junto con el algodón para empezar quitar los restos de sangre que llevaba en la cara. Él jadeaba constantemente de dolor, mordía mi labio mientras trataba de no ser lo bastante brusco.