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J A C I S

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Personajes: Jack Morrison y Francis Reed

Advertencia: Contenido adulto.
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Esperaba a que todos probaran mis galletas, por lo general, en la casa de los Reed siempre habían dos personas en especial que se acababan mis galletas. El tragón de Parker y Francis...

Cuando llegué a su casa fui el último en llegar. Obviamente Beck había llegado en auto y Skylar posiblemente se había colado por la ventana de Parker. Creen que nadie sabe lo suyo cuando todos ven como se besan a escondidas por toda la escuela.

—La comida ya llegó —dijo Beck al abrir la puerta y tomar el toper con las galletas.

—Si, hola —digo molesto. El otro ríe y se acerca de nuevo después de darle el toper a Skylar.

—Me refería a ti —dice luego y toma mi cintura. Sonrío irónico, Beck no le importa ser mi mejor amigo para coquetear en constancia conmigo.

—¿Puedes dejar de hacer esto? —susurro para nosotros.

—Pero es divertido ver a Reed celoso —ruedo los ojos, pero aunque no quiero creerle un gruñido hace separarnos.

Francis estaba a unos metros de nosotros con una galleta en la boca, pero su expresión era de pocos amigos. Podría no creerle a Beck, pero viendo su rostro y la mirada que le echa a mi mejor amigo, es difícil no hacerlo.

—Ya, basta.

Dejo mi mochila a mi lado mientras me siento junto a Skylar. Cuando nos vemos sonreímos.

—¡Hey, Francis! —exclama Parker—. Dame una galleta.

Francis le da una galleta en la boca ya que Parker está jugando y su concentración hacia el juego total.

Francis deja el toper de galletas en la mesa frente a la pantalla. Skylar tomó otra y se recostó en el sillón a lado de su novio secreto.

Miré al mayor de los Reed con una sonrisa antes de que me mirara fijamente y se fuera de ahí con la cara de pocos amigos. Mi piel palideció, al notar la molestia de aquel. Tragué duro antes de tomar algo de mi mochila e ir a la cocina para salir por la otra puerta y que nadie me viera ir por las escaleras.

Antes de ir a la habitación de Francis tomé un poco de agua del grifo y la eché directo a mi rostro. La disperse y corrí como un chiquillo a comer su travesura.

No estaba lejos de la realidad pero no era un chiquillo, no haría nada malo. No cometería homicidio, solo iría a mi lugar favorito.

—Hey... —dijo una vez que aterrice en los brazos de aquel chico, escondiendo lo que traía en manos.

El otro desprevenido solo pudo colocar sus manos en mi cintura. Su lugar favorito.

Éste enterró su cabeza mi cuello, haciéndome cosquillas. —¿Por qué Beck, o mejor dicho todos no saben lo nuestro?

—Dijiste que aun no estabas listo para decirle al mundo entero que sales con uno de los mejores amigo de tu hermano —hace una mueca.

—Dije que a la gente le parecería raro que salga con un chico menor a mí seis años.

—Haz dicho muchas y siempre este tipo de conversaciones terminan en sexo —ahora me da la razón con un gesto—. Así que vengo preparado...

—Por favor chocolate no —suplicó.