Tras la repentina muerte de su esposa el millonario empresario Trevor Argall se encierra en un mundo de total soledad, aislado en una vida totalmente diferente a la que llevaba, convirtiéndolo en un hombre arrogante y desinteresado por las cosas del...
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Me he regresado a la casa con una sonrisa de felicidad, pero esta se ha borrado casi de enseguida cuando he visto la figura de Trevor junto a un oficial de policía en el camino.
Freno el auto en seco y la mirada de ambos hombres se topan con la mía.
— Ha llegado —le escucho decir en cuanto me ve bajar del asiento del conductor.
— Llámeme si sucede algo —agrega el oficial de policía subiendo a la patrulla.
Me acerco hasta él quien posa su vista en la mía, luce enojado.
— Trevor...
— ¿Dónde estabas eh? Llevo buscándote cerca de una hora y media.
— Sé que estabas preocupado.
— ¿Preocupado? Estaba imaginando que estabas muerta,¿Porque te has marchado sin siquiera decirlo? ¿Que son esas marcas en tu cuello?
Trago en seco porque sé que lo que viene a continuación no le agradará en lo absoluto.
— Alena, ¿que son esas marcas? —vuelve a insistir.
— Me he visto con Renzo —aprieto mis labios.
— ¿Qué? —pestañea sin creerlo—. ¡¿Que te hizo ese animal?!
— Nada, por suerte. Pero he conseguido una prueba que en definitiva nos ayudará, ha caído a la trampa y te aseguro que esta vez ira a prisión.
— Espera —me detiene las palabras—. ¿Has dicho que has ido con ese loco para buscar una prueba?
— Sí.
— Joder, ¿estás loca? ¿Qué te sucede? ¿Has perdido la noción del tiempo? —camina de un lado a otro—. Me he quedado como un idiota preocupado por ti, imaginando lo peor, y ha resultado que tú misma te has puesto en peligro. ¿Eso es lo que me quieres decir?
— Trevor no es como lo crees, entiendo que puedas verme como si fuera una inconsciente, pero las circunstancias en las que estaban sucediendo las cosas lo ameritaban, entiéndeme...
— Entenderte —suspira—. Te he tratado de entender todo este tiempo, pero lo que has hecho hoy pudo traer graves consecuencias, mira nada más como estas con moretones porque la bestia esa volvió a atacarte.
— Pero no sucedió nada
— ¡Pero pudo haber pasado! —grita colérico—. La próxima vez ese tipo hará una locura y ni siquiera podre hacer nada porque tú no tienes la suficiente confianza para decirme las cosas.
— ¡Porque no lo habrías aprobado! —ahora soy quien está gritando furiosa—. Porque me detendrías a verme con él, y yo seguiría estando aquí de brazos cruzados viendo como todo lo que quiero se va a la mierda una vez más, Trevor, ¿aún no entiendes? Tú eres todo lo que quiero — me abrazo a él—. Y no quiero que nada me quite mi felicidad, no quiero.
