Me levanté de golpe, mi respiración se volvió acelerada. Trevor enseguida se removió entre las sábanas, se levantó y me envolvió en sus brazos.
— ¿Qué ha sucedido? ¿estás bien? —preguntó.
— Yo..., he tenido una pesadilla —le respondí aun temblando del miedo—. Estoy bien, no hay de qué preocuparse.
Él suspiró y me devolvió un beso en la cabeza.
— Segura, ¿que estas bien? —volvió a insistir.
Asentí a su pregunta.
— No sé qué sucede conmigo —me aferré a su pecho.
Se suponía que aquellas pastillas recetadas por la terapeuta ayudarían pero estaban lejos de que me estuvieran haciendo efecto, cada vez las visiones eran más reales, no sabía identificar la realidad de lo ficticio. Veía a Renzo en cada maldito espacio de la casa, lo veía incluso cuando estaba lejos de esta. Mientras él estuviera desaparecido no tendría ninguna mejoría.
— Quizás debamos adelantar la cita con el psicólogo —respondió Trevor.
— No quiero que mis visiones con ese loco arruinen nada, no ahora que estamos bien —mis manos viajaron en caricias por su rostro—. Por primera vez me siento feliz después de mucho tiempo —lo bese con dulzura en los labios.
Trevor me correspondió el beso mientras me rodeaba la cintura con sus brazos, gire mi cuerpo hasta quedar encima del suyo, use mis manos para acariciarlo por cada centímetro de su piel, mi cintura pronto se envolvió con la suya y volvimos a entregarnos a la lujuria de nuestros cuerpos, al deseo que hablaba por nosotros.
Me gustaba lo que me hacía sentir y no estaba dispuesta a dejarlo, no quería renunciar más a lo que me llenaba de felicidad, así que dejé una vez más que mi mente olvidase el miedo por completo.
Una hora después de eso estábamos en medio del lago dándonos un baño juntos, íbamos a estar allí en medio de las montañas todo el fin de semana junto Neptuno, así que aprovecharía parte de ese tiempo para distraer mis pensamientos, la reunión de firmas del libro estaba próxima y debía encargarme de que todo saliera perfecto al lado de Zac.
Mi madre no había dejado de enviar mensajes pidiéndome tomar su opción de viajar a Canadá y escapar de Renzo antes de que él me encontrará, pero ella no sabía las verdaderas razones que me obligaban a quedarme en la casa del bosque, tampoco creía que estuviera lo suficientemente interesada en escucharlas.
— Alena, ¿me has escuchado? —preguntó Trevor mientras me devolvía a la realidad.
— ¿Sí?
— He dicho que si deseas ayudarme con la ampliación de una mis empresas aquí, he mirado las propuestas de los arquitectos pero ninguna me ha convencido, quizás una segunda opinión me sirva.
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Bajo tu Piel
RomanceTras la repentina muerte de su esposa el millonario empresario Trevor Argall se encierra en un mundo de total soledad, aislado en una vida totalmente diferente a la que llevaba, convirtiéndolo en un hombre arrogante y desinteresado por las cosas del...