Abandoné el pequeño consultorio de la psicóloga con un pequeño frasco de pastillas en mis manos. La sesión había finalizado después de una larga hora, había dicho todo lo que había sucedido con Renzo, no me había saltado ningún detalle y ahora estaba a la espera de que mi declaración en la terapia fuera suficiente.
Atravesé el pasillo y por un momento pensé que todos allí me miraban como el ser más desafortunado del mundo, pero no quería que nadie sintiese lastima de mí, no lo quería.
— ¿Cómo ha ido todo? —escuché la voz de Trevor sacarme de mis pensamientos.
Con cuidado me encargué de ocultar el frasco de pastillas detrás de mis espaldas guardándolo en uno de mis bolsillos traseros.
— Ha ido bien —aparte un mechón de mi cabello e intenté sonar lo más tranquila posible.
— Todo saldrá bien, ya verás. El fiscal del que te he hablado ha agendado una cita para nosotros hoy en la tarde.
— Por supuesto que irá bien —disfracé una sonrisa en mi rostro.
— ¿Todo bien? Suenas extraña —inquirió.
— Estoy bien, los nervios de la publicación del libro me tienen los pelos de punta. Es todo.
No quería mentirle a Trevor, pero no quería agregar un problema más a su vida, medicarme para la ansiedad nunca había estado en mi rutina, nunca había tomado píldoras para los ataques que tenía, nunca fui incluso con un psicólogo para hablar de mis problemas y ahora que lo hacía me convencía que era realmente más grave de lo que pensaba.
Renzo no sólo me había dejado secuelas en mi cuerpo, también había dejado secuelas psicológicas, sentimientos de culpa hacia mí misma, desinterés en mi vida y falta de empatía hacia los demás.
Era un grandísimo problema, era un peso lo suficiente pesado cayendo sobre mis hombros para afrontarlo sola, no podía hacerlo, me conocía, en algún instante de mi vida me rendiría.
El camino de regreso a la casa se hizo largo, entre preguntas por parte de Trevor a las cuales la mayoría respondía con un sí o un no. No era un tonto para darse cuenta de que algo ocultaba y no dudó en intuirlo por mis propias actitudes.
— Alena, si existe algo en lo que pueda ser de ayuda puedes decirlo.
— Has hecho suficiente por mí, esperaremos a la próxima declaración.
— Sucedió algo más en el consultorio, ¿algo que quieras contar? Estaré dispuesto a escuchar.
Negué con mi cabeza.
— Estoy un poco agotada de todo, quisiera dormir un poco —lo corte de tajo.
Caminé por el pasillo de la casa con dirección a la habitación, tratando de evadir el tema, tratando de ocultar el frasco de pastillas recetado por la terapeuta, tratando de que mi mundo volviera a girar con normalidad.
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Bajo tu Piel
RomanceTras la repentina muerte de su esposa el millonario empresario Trevor Argall se encierra en un mundo de total soledad, aislado en una vida totalmente diferente a la que llevaba, convirtiéndolo en un hombre arrogante y desinteresado por las cosas del...