trece

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"Quiero llorar, quiero reír.
Hablar de hielo y de llamas,
de todo y de nada.
Ya no saber sentir.”

”

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¡CUIDA TU SALUD MENTAL!
NO ESTAS SOLA/O

La rubia miraba el cartel desde hace una hora, no tenía ningún otro lugar al que ir, y solo quería que ese cartel extendiera unos brazos y la abrazara, pero eso jamás pasaría.

— Sibel — se acercó a ella su psicóloga —¿que haces aquí? la cita es hasta mañana.

—Perdón, me confundí— agachó la mirada

— ven — le indico que caminarán hasta el consultorio, al entrar se sentó frente a ella y la miro —¿que paso?

— mi mamá me corrió de mi casa — murmuró muy despacito, esperando que no la escuchará. — juro que quiero odiarla, y se que ella no me quiere pero siempre me hace sentir culpable.

— Sib— tomo su mano

— solo quiero dejar de sentir.

—¿tienes a dónde ir?— pregunto y la rubia nego

— no tengo a nadie — susurro.

— puedes quedarte conmigo, yo vivo sola. Mi mamá también me manipulaba psicológicamente. — la rubia limpio sus lágrimas con su sudadera y la miro — por eso estudie psicología, porque no quiero que nadie piense que el camino que yo alguna vez quise tomar es el correcto. Porque nadie merece sentirse mal por personas que necesitan terapia. Ni mucho menos venir a terapia por culpa de otros.

— ¿te fuiste de tu casa cuando tuviste oportunidad?— la castaña asintió.

— puedes quedarte el tiempo que quieras, pero debes regresar al colegio.



— Sib — grito el pelinegro cuando la vio entrar, intentando pasar desapercibida con el gorro de su buzo.

— Mau— murmuró agachada

— ¿estás bien? ¿porque no habías venido?— no le respondió, el nudo en su garganta no se lo permitió. —¿podemos hablar?— ella asintió y lo jalo fuera del colegio.

caminaron un rato hasta que llegaron a un callejón abandonado, frente a ellos estaba una pared llena de grafitis.

— Sib, de verdad perdóname no quise decir eso ni hacerte sentir mal— se disculpo — no pensé en lo que decía.

—ya no importa Mauro — miro al frente — ya da igual.

— ven acá — la abrazo posando su cabeza sobre la de ella. — no permito que estés triste por mi culpa, eso es lo último que tienes que hacer, estar triste por culpa de un pelotudo — los dos soltaron una pequeña risa.

— vos sos real o sos realmente pelotudo — le respondió.

— ¿que paso? ¿porque desapareciste por un tiempo? — ella nego

— Mau, solo no vayas a buscarme a mi casa, ya no vivo ahí.— el la miro confundido.

—¿si mudaron?— preguntó

—No, bueno sí. Solo yo.— miro al piso.

—oh no ¿fue por lo de Alejandro?.

— si, aunque supongo que mi mamá ya hace mucho estaba cansada de mi y de mi actitud.

—¿dónde te estás quedando? sabes que puedes venir a mi casa, mi madre te adora— negó

— con una amiga Mau, ya está todo resueltó — sonrió ligeramente para no preocuparlo

— sabes que cualquier cosa puedes decirme Sibel, siempre voy estar aquí— tomo su mano y se sintió extraño.

estaba dejando de verla como su mejor amiga, y eso le preocupaba.

— Alejandro a estado preocupado por ti— ella alzó los hombros

— después hablaré con el — volvió a mirar al frente.

— Sib — murmuró mau — ¿porque nunca hablas de lo que te pasa?, si estás triste o algo así jamás me lo dices y pienso que es porque no confías en mí.

— claro que confío en vos pelotudo— lo miro — pero,  lo que menos quiero es amargarte la vida con mis estupideces, independientemente de si me duele o no, no quiero que tengas nada que ver con mi tristeza.

mauro solo asintió intentando no agobiarla.

debió de preguntar más, más adelante podría haber evitado muchas cosas.

— Mauro— el la miro — quiero que hagamos cosas que te hacen feliz — el frunció el seño.  — Mau, la vida es muy corta que tal si por alguna extraña razón un día ya no estoy en tu vida. Mínimo me recordarás porque hiciste conmigo lo que te hace feliz. — mauro sonrió enternecido por la propuesta de Sibel.

— dale, aprenderemos en el skate — la tomo de la mano — pero también haremos cosas que te hacen feliz a vos.

— tu me haces feliz mauro— el la volvió abrazar

— no me imagino una vida sin ti.— Sibel no respondió.

todo el día lo pasaron intentado que sibel aprendiera a andar, el pelinegro dijo que no descansaría hasta que llegaran los dos a la escuela en patineta.

se dió cuenta que enseñarla al cien le tomaría máximo dos meses.

la pregunta que se hacía Sibel era ¿sobreviviré conmigo misma dos meses más?.

a ver ahora leanla sin llorar jsjsjsjs

Depressive; Lit Killah || terminada ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora