Capítulo 22

711 72 12
                                    

La tragedia

Advertencias: ligera mención de sangre, violencia contra la protagonista y mención de alcohol.

Y si ven algún error de dedo, en realidad no lo vieron:)




Katoonii hizo como Obi-Wan le había indicado y volvió a entrar en la fiesta para darle las gracias al rey.

—¿Nos deja tan pronto, señorita? —El monarca apenas podía articular bien las palabras, producto de todo el alcohol que había consumido.

—Me temo que sí, —respondió la jedi sin perder el personaje agradecido y simpático, —El Maestro Kenobi y yo nos retiramos a descansar, igual que la Senadora. Nuestra nave partirá temprano.

El rey asintio aún distraído por todos los demás invitados que lo animaban a seguir celebrando, para suerte de Kat.

Silenciosamente se fue a su habitación como había dicho y un hormigueo le recorrió el estomago cuando recordó lo que había sucedido hacía tan solo una hora, con Obi-Wan.

Se recostó en la gigantesca cama, ya con ropa cómoda y activo su comunicador. Lo reviso varias veces para estar segura de que, en caso de problemas, Padmé y su antiguo maestro pudieran contactarla.

Colocó ambas manos sobre su estómago y al notar que el cansancio se apoderaba de ella cortesía del baile y el calor, cerró los ojos aun con una sonrisa plasmada en su rostro.






Para la Senadora Amidala y Obi-Wan las cosas iban igual de bien.

Tan solo había dos guardias antes de bajar a los calabozos, el jedi fácilmente había influido en sus mentes y los había convencido de que era necesario que los dejaran pasar.

En cuanto a las celdas, su recorrido fue largo, mas considerando que era un lugar húmedo y apenas iluminado por un pequeño orbe de luz flotante en cada cruce, pero en realidad no había prisioneros, entonces solo tendrían que encontrar la única que estuviera ocupada.

No fue ninguna sorpresa encontrar a quien buscaban en la ultima y mas abandonada celda del lugar.

—Una familia destaca-ble. —se burló el jedi al ver las condiciones en que se encontraba el príncipe.

—Ah por fin —una voz rasposa, producto del aislamiento, salió en un susurro de la dichosa celda —visitas.

Obi-Wan pudo sentir, por medio de la fuerza, como la Senadora se tensaba, al igual que a el no le simpatizaba nada el ambiente.

—Y no es cualquier visita —la voz resonó de nuevo, tan distinta a como Kenobi la recordaba, que por un momento dudo que en realidad fuera el príncipe —. Un jedi, uno conocido. ¿Que lo trae por aquí, maestro?

—Esperaba que pudiera ayudarme con algunas preguntas. —Obi-Wan sonaba completamente relajado, pero debajo del personaje estaba alerta prestando atención a cada movimiento de su objetivo.

—¿Tengo alternativa? —concedió el preso acercándose a los barrotes, revelando una versión andrajosa y sucia del príncipe. No se parecía en nada a lo que había conocido Obi-Wan, un joven lleno de energía orgullo y socarronería. Todo lo que quedaba en el era su expresión altiva, debajo e todo el cansancio y mugre.

Padmé miro al jedi, indicándole que comenzara con las preguntas y por la expresión en su rostro el supo que ella no planeaba hablar con la sombría figura.

My Master - Obi-Wan KenobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora