Mi Guardián De La Noche [Remus Lupin]

Capítulo 7

Salimos del aula los dos, algunos alumnos se extrañaron y otros solamente nos miraron y volvieron a centrarse en sus tareas, vi como el grupito de Griffindors que había estado preguntándole cosas me recorrían con la mirada.
Lupin me acompañó hasta el gran comedor, cuando entramos se despidió de mi y fue hacia la mesa de los profesores, yo en cambio fui a la mesa donde estaban los gemelos junto a los chicos, me senté al lado de George.

-Hola chicos- dije después de sentarme.

-Hola peque- me saludó Fred.

Me serví un poco de todo lo que había en la mesa en mi plato.

-¿Estáis emocionados por ir a Hogsmade?- pregunté a Harry, Ron y Hermione.

-Si, he oído que es la único pueblo entero de magos que hay en Inglaterra- dijo Hermione emocionada.

-Yo quiero ir a Honeydukes, me han dicho que hay golosinas de todo tipo- esta vez Ron fue el emocionado.

-Y tu Harry, ¿Tienes ganas de ir?- pregunté al verle callado.

-Yo no puedo ir, mis tíos no me han firmado la autorización, y dudo que alguien quiera firmarla sabiendo que Sirius anda suelto- dijo triste.

Me dio pena Harry, se notaba que tenia ganas de ir, alargué el brazo y le acaricié la mano para animarle, él me miró y me dio una pequeña sonrisa.

-Miradla, comiendo con los asquerosos Griffindors- mire hacia los lados, los chicos no se habían inmutado, acto seguido la mesa del otro lado del comedor, en la mesa de las serpientes estalló en una carcajada.

-De que se reirán estos ahora- dijo Ron con el ceño fruncido.

-Seguro que Malfoy a vuelto a hablar de mi desmayo.

-Pero... No lo habéis oído lo que han dicho- pregunté incrédula.

-Como lo vamos a oír, la mesa está en la otra punta del comedor- dijo Ginny.

Me quedé callada el resto del almuerzo, preguntándome cómo había sido capaz de oír lo que habían dicho. Cuando terminamos todos nos levantamos y nos dirigimos a la puerta, ya en los pasillos George me cogió del brazo y me apartó del grupo.

-¿Estás bien?- me preguntó preocupado.

-Sí, ¿Por?

-No has hablado desde que los Slytherins se rieron, ¿Acaso has escuchado lo que han dicho?

-Que, claro que no, eso sería imposible- dije no muy convencida.

-Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea.

Asentí con la cabeza y le di un abrazo, me cogió de la cintura y caminamos hasta los otros.
Se pararon en mitad del pasillo y Harry, Ron, Ginny, Hermione, y Neville se fueron por un lado.

-¿Qué clase tienes ahora?- me preguntó Fred.

-Cuidado de criaturas mágicas, estoy deseando ver a Hagrid dando clase.

-Entonces compartimos clase- dijo George con una sonrisa.

Fuimos a la cabaña de Hagrid para la clase y después nos hizo seguirlo por las orillas del bosque prohibido hasta una pequeña finca y nos hizo esperar por unos minutos, trajo una manda de criaturas mitad caballo y mitad águila.

-Estos son hipogrifos, ¿No son preciosos?

Cada uno era de un tono gris diferente, había otros negros y algunos blancos.  

Hagrid nos explicó sus características y después nos contó como acercarnos a ellos, todos acariciamos el pico del hipogrifo y nos dejo montarlos a los que nos ofrecimos voluntarios, yo monte sobre un hipogrifo de color gris intenso, al que Hagrid llamó Buckpeak. Fue impresionante sentir el aire contra mi cara y sobrevolar el lago del castillo.

La clase de criaturas mágicas era la última del día. Después de que finalizará me quedé hasta que todos se fueron, salvo Fred y George que me esperaron, le di la enhorabuena a Hagrid por su clase y le di un abrazo. Después nos dirigimos al castillo y Fred, George y yo nos separamos, cada uno fue a su sala común a hacer los deberes que Snape y Flitwik habían mandado.

Cuando acabé lo que tenía que hacer decidí salir a dar una vuelta por los pasillos, porque no aguantaba más que todos me miran mal en la sala común y los murmullos constantes. Por lo que dejé mis libros en mi habitación y cuando iba a salir vi el libro de la luna sobre el baúl, lo cogí y me dirigí a fuera de la sala común. 
Pensé en ir a buscar a Fred y George para planear alguna travesura o ya que tenía el libro buscar algún lugar solo en donde leer.
Empezé a caminar rumbo a la sala común de Griffindor, me cole por el retrato cuando dos Griffindors de primer año entraron.
Los leones no me miraban raro, solo los de primer año, pero los demás ya estaban costumbrados a  que estuviera en su sala común o en las habitaciones.
Los busque por la sala y por su habitación, saludando a sus compañeros de cuarto, pero no había rastro de ellos.
Di media vuelta y salí con cuidado del retrato para no ser pillada por Flich o la señora Norris.

-Vaya, vaya. Una Slytherin en la sala común de los Griffindor-  Peeves había aparecido cuando ya había salido-. ¿Qué pensará Flich sobre esto?

-Pevees ni se te ocurra decir nada.

-¿O que?, ¿Me pegarás?- dijo y acto seguido se fue por la pared más cercana.

Rápidamente salí del castillo, ya que Flich solo rondaba por los pasillos.
Me senté apoyada en un árbol entre la cabaña de Hagrid y el Sauce Boxeador, dando la espalda a la cabaña y a los lados el bosque prohibido y el camino a la puerta de entrada a Hogwarts. Abrí el libro y empezé a leer.
Estaba tranquilamente concentrada en las palabras que leía cuando un ruido, el crujir de las ramas y hojas cerca del bosque prohibido, me asustó. Mire hacia los árboles y arbustos de mi lado y vi unos ojos brillando y acercándose a mi, a medida que avanzaba pide ver una figura negra de un perro o lobo, ya que era bastante grande. Un frío se apoderó de todo, un frío parecido al del tren, una sombra paso por delante de mí y después otra, y otra, los ojos y el perro habían desaparecido. El frío se volvió más intenso a medida que las sombras pasaban, de pronto una de estas sombras paro enfrente mía, y pude ver al guardian de Azkaban, a un Dementor.
La vista duro un segundo ya que está después se nublo y un vacío empezó a crearse en mi pecho, cuando creía que el vacío ya no podía crecer más los gritos de mi madre empezaron a sonar en mis oídos.

-¡Greg, la niña!, ¡Ella es...!

No escuché más, solo un gritó ahogado pero esta vez no era de mi madre, si no de ¿mi padre?, Los gritos se sustituyeron por una gran luz plateada cegadora y después nada.