Mi Guardián De La Noche [Remus Lupin]

Capítulo 16

Caminaba apresuradamente por el camino para llegar al castillo, llevando del brazo a Klaus que peleaba por soltarse.

—¿Qué ha sido eso?— preguntó, deteniéndose en seco, haciendo que casi me cayera para atrás—. Se podía cortar la tensión con un hechizo.

—No ha pasado nada. Vamos o nos pondremos malos.

— ¿Ahora rimas las palabras?— dijo empezando a andar de nuevo —. Vale, a lo mejor así lo entiendes— se aclaró la garganta—. Dime qué a pasado, o patearé el costado.

Le empujé la cabeza de forma amistosa, y me mordí el labio.

—No ha pasado nada, creo que Lupin estaba enfadado y ya.

Me miró, no muy convencido, antes de entrar por las grandes puertas.

—Si tú lo dices.

Íbamos andando por los pasillos, dejando un rastro de agua por donde pisábamos, aceleramos el paso para no encontrarnos con Filch y que nos mandará a retención.
En las mazmorras nos separamos y cada uno se fue a su Sala Común. Entré rápidamente a mi dormitorio, porque ya sentía el frío invadirme cada centímetro de mi cuerpo. Cerré la habitación con un hechizo y me desvestí rápidamente. Me metí a la ducha, abrí el agua caliente y me deslicé bajo ella, el contraste de mi fría piel contra el agua era cómodo, me enjaboné lentamente para disfrutar del calor que se había instalado en el baño, y que iba a desaparecer en cuanto abriera la puerta de la habitación.
Me termine de duchar, me envolví en una toalla y con mala gana abrí la puerta, una brisa helada invadió el baño, se notaba que estaba por llegar el invierno. Rápidamente saqué mi uniforme, esta vez con el jersey decorado con la serpiente verde en la parte de arriba a la izquierda, y me lo puse. Me tumbé en la cama, ya que faltaban una hora para la cena aún, de repente en frío me invadió por completo, me metí en la cama arropándome con la sábanas por encima de la túnica y acurrucándome lo más que podía contra en colchón, mis ojos fueron cerrándose sin poder hacer nada para detenerlos, y caí dormida en mi cama.

Me desperté al oír la puerta de mi habitación abrirse, abrí lentamente los ojos, que me ardían como si hubiera pasado todo el día llorando. Vi a Pansy entrar a la habitación junto al profesor Lupin quien estaba detrás de ella. Parkinson tenía cara de enfadada, no era un misterio que no le agradaba el profesor que traía tras de ella.

—Aquí está— dijo señalandome en mi cama—. ¿Puedo irme ya?

— Si, adelante— se apartó hacia un lado, dejando el paso libre hacia la puerta.

Pansy salió de la habitación, y yo aunque quería moverme, no tenía fuerzas para hacerlo. Vi como Lupin se acercaba a mi con paso lento y mirándome extraño.

—¿Que hace aquí?— logré decir con voz ronca.

Él no respondió, solo se acercó lo suficiente para sentarse en mi cama y extendió su mano, tocó con cuidado mi frente, cerré los ojos ante su tacto.

—Estás ardiendo— dijo preocupado—. Ven, intenta levantarte, te llevaré a la enfermería.

—No, no quiero— me queje como una niña pequeña. Río ante mi comportamiento infantil. Se levantó de mi lado, y yo inconscientemente le cogí la mano—. No, no te vayas— le miré con ojos de corderito.

—No me voy a ir — posó su otra mano en mi mejilla y la acarició lentamente—. Tengo que llevarte a la enfermería— abrí la boca para reprochar pero no me dejó decir nada—. No hay nada más que hablar, vamos te ayudo a levantarte.

Me destapó lentamente y dejo a un lado las sábanas de mi cama, yo me removí en la cama reclamándolas, pero cuando noté su brazo, que estaba abriéndose paso por mi cadera rodeándola, me quedé completamente paralizada, noté como mi calor aumentaba, y esta vez no era por la fiebre.
Me incorporé en la cama con la ayuda de Lupin, quién con su otro brazo tomo mi mano para que yo me apoyara en ella. Me intenté levantar, pero con solo tocar el pie con el suelo, se me nublo la vista y caí de nuevo sentada en la cama, pero esta vez apoyando mi cabeza en el abdomen del profesor Lupin.