Capítulo 19: Being Able To See And Plans

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Severus guió a Harry hasta su laboratorio de pociones, sin dejar de vigilarlo. Harry nunca podría bajar aquí por su cuenta, había pabellones que se lo impedían. Permanecerían hasta que Severus estuviera seguro de que podía confiar en que Harry nunca bajaría aquí sin compañía. Era como darle a un niño acceso a la cocina y permitirle jugar con agua hirviendo. Era buscarse problemas, y Harry no sólo se quemaría en un laboratorio de pociones, sino que las pociones podrían acabar afectándole de varias maneras. Era un Slytherin, más vale prevenir que lamentar era uno de sus lemas. Severus sintió que su boca se crispaba, Harry estaba tratando de mirar absolutamente todo, entrecerrando los ojos también. En unos momentos no sería necesario, la poción que le estaba dando a Harry perfeccionaría su vista.

-Este es mi laboratorio de pociones, Harry. Aquí preparo pociones que mejoran a la gente, la curan. Tengo una poción que quiero que tomes, te curará los ojos y te permitirá ver mejor. Mucho más fácil que las gafas, que pueden perderse o romperse todo el tiempo- dijo Severus sacando el frasco del estante donde lo había puesto a enfriar. -Estas pociones saben... un poco horribles pero tienes que beberlas todas, te daré algo después para quitarte el sabor... ¿entiendes?- preguntó arrodillándose al lado del niño, con los ojos verdes muy abiertos por la aprensión y el asombro de lo que podían hacer las pociones. Podía perderse durante horas en esos ojos, tan parecidos a los de Lily y a la vez hastiados de una forma que los de Lily nunca tuvieron, ni siquiera después de haber empezado la guerra.

Harry asintió en silencio, mirando el frasco, con muchas ganas de preguntar si le dolía. Pero no se atrevía a preguntar, sus preguntas siempre habían sido seguidas de golpes o palabras de desprecio. Por lo general, nadie quería escucharlo hablar, sin embargo, este hombre dijo que quería... verebal, sin respuestas verbales debe significar que quiere escuchar las palabras de Harry. Su vida había cambiado mucho en los últimos días, y todavía se estaba acostumbrando. -Sí señor- dijo en voz baja después de unos segundos.

-Bien-, dijo Severus con sus ojos negros brillando de orgullo, descorchó el frasco y se lo pasó. Las pequeñas manos de Harry lo envolvieron, antes de que él, con un valor que Severus no creía haber tenido, si hubiera pasado por lo que Harry había pasado. Lo bebió sin pausa, su nariz se arrugó un poco, ante el sabor. Severus cogió el frasco vacío, con una pequeña sonrisa apenas perceptible en su rostro. -Buen chico, estoy orgulloso de ti-, las palabras sonaban tan extrañas en sus labios, pero tenía que usarlas. Tenía que construir la confianza entre ellos, y Harry construir, una mejor imagen de sí mismo. Necesitaba algo de autoestima, sobre todo antes de ir a Hogwarts. De lo contrario, los alumnos lo destrozarían, y él no iba a permitir que eso sucediera.

Una sonrisa insegura se dibujó en el rostro de Harry; tardaría mucho tiempo en acostumbrarse a eso. Podía sentir un pinchazo en la parte posterior de los ojos, no podía evitarlo; estaba a punto de frotarse los ojos para quitarse el picor. Cuando Severus colocó con calma y cuidado sus grandes manos en las de Harry. Impidiéndole hacer nada, entonces de la nada pudo ver. La niebla se levantó de su vista, pudo ver los botones negros de la capa de Severus. El polvo que flotaba en el aire y por primera vez vio bien el rostro de Severus. Tenía un aspecto severo, pero sus ojos para él eran suaves y estaban llenos de una emoción que no entendía. Sus dedos eran realmente largos, y suaves en sus manos, nunca lo lastimaron.

-¿Mejor?- preguntó Severus sonando divertido. Mientras Harry asimilaba todo por primera vez, pudiendo ver con precisión.

-¡Sí, señor!-, dijo Harry asombrado.

-Venga entonces, vamos- dijo Severus guiando a Harry fuera de la habitación, manteniendo una de sus manos enlazada con la de Harry. Por una vez no caminaba a grandes zancadas, era extraño lo acostumbrado que estaba al cambio. Hablar de una manera que Harry entendiera, hablar sin gruñir, caminar despacio era realmente una maravilla. Sobre todo viniendo de un hombre que no llevaba bien el cambio.

THE VOW AND ITS CONSEQUENCES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora