Capítulo 40: Happy Yule

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Habían pasado tres meses desde que Albus Dumbledore había sido condenado a la prisión de Azkaban. Como era de esperar, la vida siguió su curso y la gente se olvidó de Dumbledore en su mayor parte. Cuando se le recordaba era con asco y horror, ya que para todo el mundo Dumbledore había matado a su héroe, un joven que había derrotado al mago más oscuro que el mundo mágico había conocido. Había dos o tres personas que seguían creyendo que Albus sólo hacía lo correcto, que era inocente, pero esas personas no hablaban al respecto, pues cualquiera que intentara defender a Dumbledore se convertía en un paria, tratado como si fuera el propio Dumbledore. En otras palabras, fueron embrujados y maldecidos, y convenientemente nunca hubo testigos que vieran lo sucedido.

Lo que hizo que todos hablaran fueron las acciones de un tal Lord Lucius Abraxas Malfoy. A pesar de que había sido declarado inocente por su asociación con "Quien-tú-sabes", la mayor parte del mundo mágico se había enfurecido porque había salido impune. Creían que era un mortífago y un mago malvado que sólo esperaba el regreso del Señor Tenebroso. Todo ello mientras ascendía en el Ministerio llenando los bolsillos de la gente.

Eso fue hasta hace unos meses, cuando se empezó a hablar de su último proyecto. Más sorprendente aún fue el apoyo de la directora Minerva McGonagall. Fue durante ese tiempo que empezaron a preguntarse si era posible que hubiera estado bajo la maldición Imperius todo el tiempo. Crear un refugio para niños no era algo que un mago malvado hiciera, después de todo... y además en nombre de Harry Potter. Lucius había dicho para el periódico que creía que si ese refugio hubiera existido... quizás Harry seguiría vivo. El niño lo había salvado, había salvado a su familia, y por eso Lucius se comprometió a que nadie más mágico sufriera. Incluso llegó a afirmar que todos los niños mágicos serían bienvenidos en el refugio para niños, purasangres, mestizos y nacidos de muggles.

Lucius había comprado los terrenos alrededor de la mansión Riddle, las tierras de los Gaunt que había utilizado para construir el refugio para niños, pero después de un cuidadoso rastreo para averiguar quién era el propietario del edificio, que se utilizaba a efectos fiscales, se dio cuenta de que se lo había comprado a ellos, utilizando medios que los magos de la luz, amantes de los muggles, no aprobarían del todo. No es que a Lucius le importara, una vez que tuvo la mansión había considerado rehacerla, dándose otra propiedad para alquilar, pero era demasiado muggle para su gusto, se negaba rotundamente a tener la cosa a su nombre tal y como estaba. Así que había sido demolido y se construiría un nuevo edificio en su lugar, de hecho Narcissa había participado en eso, diseñando el edificio y diciéndole a los constructores qué hacer y tal. Su mujer nunca lo admitiría pero se aburría muchísimo mientras Draco recibía clases de todo lo esencial hasta que llegara su carta de Hogwarts.

A Severus le habían entregado su contrato anulado, Minerva le había informado que su experiencia ya no era necesaria y que ya no se le consideraba el Maestro de Pociones del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. No habían pasado ni veinticuatro horas desde que Dumbledore había sido puesto en Azkaban. Severus lo había aceptado con una sonrisa en el rostro, contento por fin de no tener que seguir enseñando a los imbéciles las sutiles artes de la elaboración de pociones. Gracias a los consejos de Lucius, Minerva había encontrado rápidamente dos profesores que encajaban bastante bien, aunque fueran más jóvenes que la mayoría de los demás profesores, a los alumnos parecían gustarles.

Severus pasaba la mayor parte del tiempo con su hijo, simplemente disfrutando de la libertad de hacer lo que quisiera. Sutilmente se había difundido la "razón" por la que Severus había dejado Hogwarts. No había podido pasar tiempo con su "hijo" y deseaba hacerlo antes de que comenzara su educación en Hogwarts o en cualquier escuela a la que enviara a su hijo. Arraigando en la mente de los pueblos subconscientemente que Severus había tenido un hijo todo el tiempo, por lo que no se plantearía la cuestión de su paternidad. Afortunadamente, la poción de adopción había cambiado a Harry lo suficiente como para que nadie en su sano juicio pudiera decir honestamente que Harry Snape era o había sido alguna vez Harry Potter. Tenía demasiadas características de Prince; nada de James Potter había permanecido en Harry. Además, Severus era un conocido recluso que rara vez salía a la calle y prefería mantenerse alejado de los focos. Sin embargo, los del Ministerio creían conocer la verdadera razón por la que Severus insistía en ocultar a su hijo, pues sabían que había sido un espía de Albus Dumbledore y las pruebas habían sido inmensas, tanto que no se podían negar. Votos inquebrantables y demás, así que sí, su lealtad había sido definitivamente para el lado de la luz, y esto lo creían a pesar de no saber exactamente lo que los Votos prometían.

THE VOW AND ITS CONSEQUENCES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora