Capítulo 31: Remus Lupin - another marauder at Prince Hall

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Sirius caminaba de un lado a otro del gran vestíbulo, sin importarle que se estuviera agotando. Su cuerpo no se había recuperado del todo de los cuatro años de Azkaban, ni siquiera con las Pociones de Severus. Había estado escribiendo a Remus ayer por la tarde. Habían planeado un encuentro para hoy, Severus, con gran reticencia, había dado un Traslador sobre establecido para una hora específica. Había evitado hablar mucho en la carta, por si acaso era interceptada, o si Dumbledore estaba allí. Si por casualidad estaba, se encontraría con una sorpresa. Los pabellones no permitían la entrada de más de una persona, es decir, Dumbledore sería arrojado a kilómetros de la mansión. Sirius no pudo evitar desear vengativamente que eso sucediera, en realidad quería hacer algo mucho peor. Necesitaba a Remus más de lo que se había dado cuenta, hasta que empezó a escribirle.

Sintiendo que la magia giraba a su espalda, se giró cuando Remus se materializó con el Traslador agarrado en la mano. Se quedaron de pie, torpemente, con los ojos ámbar encontrándose con los azules, y luego, como si fueran hermanos perdidos, se abrazaron como si sólo hubieran sido unas largas vacaciones, y no cuatro años desde la última vez que se vieron.

-Lo siento mucho, Remus- se atragantó Sirius sonando devastado.

-Como debe ser-, respondió Remus suavemente, sin ninguna mordacidad en su tono. Sirius había pagado un precio muy alto por creer que él era el espía, así que decir algo era discutible. Aunque tal vez fuera porque la luna llena acababa de llegar y se había ido, no tenía suficiente energía para hacer mucho... y ni hablar de desperdiciar la que tenía en gritarle a Sirius.

-Es que... lo siento-, murmuró Sirius con la cara enterrada en el hombro de Remus, intentando transmitir la sinceridad de su disculpa y explicar el porqué... pero sin poder hacerlo. Habían tenido miedo de que el estado de Remus lo convirtiera en una presa perfecta para Voldemort. Nunca debieron pensarlo, simplemente no podían sospechar que su débil amigo Peter pudiera hacerles algo y mucho menos espiar para el lado oscuro.

-Lo sé-, dijo Remus en voz baja, dándole palmaditas en la espalda en señal de consuelo, simplemente contento de que Sirius fuera inocente. Durante años había pensado que todos los miembros de su manada habían desaparecido. Su lobo se había sentido muy solo; a su vez, eso lo hacía más vicioso y salvaje durante la luna llena. Tardaba más en curarse y entonces la depresión se había instalado en él. -Merlín, Siri puedo sentir tu columna vertebral a través de tu ropa-.

-Sí, pero no te preocupes, estoy bien-. Le tranquilizó Sirius mientras le soltaba por fin, dejándoles frente a frente.

-Entonces... ¿dónde estamos? Es esto una propiedad de los Black?- preguntó Remus mirando a su alrededor con asombro, viéndolo bien por primera vez.

-No-, respondió Sirius negando con la cabeza casi adormecida.

-¿Y dónde estamos?- preguntó Remus, ladeando la cabeza, mirando a Sirius con curiosidad. Preguntándose por qué su amigo estaba siendo evasivo.

-Prince Hall-, admitió Sirius, dándose la vuelta y subiendo las escaleras, Remus le siguió detrás aún queriendo respuestas.

-¿Prince?- preguntó Remus, casi tropezando con uno de los peldaños al penetrar en su mente. -¿Como en Prince? ¿Príncipe? La casa de Snape...err la mansión?- muy consciente del hecho de que Severus Snape era de hecho el último descendiente de Prince.

-Sí-, respondió Sirius sonando desconcertado ante el shock de Remus. Él había superado su propio shock así que ya no era tan grave.

Una risa chillona llegó a los oídos de ambos magos, Sirius bajó la mirada al mismo tiempo que Remus con cara de dolor. Los ojos ámbar de Remus se abrieron de par en par con incredulidad, podía oler a Lily y James en Harry pero también otro olor adicional que no debería estar allí. Conocía ese olor, aunque hacía años que no estaba cerca de él: Snape. ¿Harry había sido adoptado mágicamente? Miró a Harry con asombro, se veía tan grande y hermoso, más aún, feliz. ¿Sabía Sirius de su adopción? El ceño se frunció, ¿por qué Sirius parecía tan dolido?.

THE VOW AND ITS CONSEQUENCES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora