Decir que el desayuno fue un asunto tenso era poner las cosas a la ligera, y era un testimonio de lo lejos que estaba llegando Harry que no se vio afectado por el tenso silencio. Siguió masticando su desayuno, disfrutándolo por lo que era; había conseguido su deseo, al menos uno de ellos. Harry adoraba las panqueques, algo que no había probado antes, lo cual era válido para la mayoría de las cosas que conseguía en Prince Hall. Aunque los waffles y los panqueques eran definitivamente sus favoritos de todos los tiempos, y los comería todos los días si pudiera. Severus no lo permitía, ya que quería que Harry tuviera una gran variedad, pero no se le escapaba que comían panqueques al menos dos o tres veces por semana.
-¿Ahora puedo saber?- preguntó Sirius, su estómago se sentía a punto de estallar, ya no estaba acostumbrado a las comidas copiosas. Apenas lo alimentaban en Azkaban, no era de extrañar que hubiera perdido tanto peso. Le dolía moverse, sus huesos se sentían quebradizos y se cansaba muy fácilmente, y sus emociones estaban por todas partes. Ahora que el Dementor iba allí chupando todo, se veía obligado a lidiar con ellas. No era una hazaña fácil, ya que su mente y su cuerpo seguían pasando por tantas emociones con las que no había tenido que lidiar durante años. Menos mal que Snape había sabido darle un calmante estomacal para que no expulsara la deliciosa comida que había ingerido. Aunque todavía había otro que se asomaba allí, burlándose de él. Notó que Harry tenía un frasco vacío en su propio plato, ¿por qué necesitaría tomar pociones? ¿Estaba enfermo? ¿Sufría algún tipo de enfermedad? ¿Su colocación con Snape era sólo temporal? Podía soñar, ¿no?.
-Toma la otra poción- afirmó Severus, antes de ignorar por completo a Black mientras terminaba su café, que tenía unas gotas de poción calmante. Necesitaba mantener la calma con el tonto insípido, por muy nauseabundo que fuera; tenía que hacerlo por Harry. Tenía que darle un buen ejemplo, de lo contrario criaría a un niño que piensa que está bien decir lo que le gusta cuando le gusta. Tenía cinco años y era extremadamente impresionable, con suerte entre él, Minerva y Lucius se convertiría en un joven con buenos modales. Severus se rió irónicamente ante sus propios pensamientos, apenas lo había tenido unos meses y ya estaba pensando en él de mayor.
-¿Qué pasa?- frunció el ceño Sirius, mirando a ese maldito trasto con la esperanza de que explotara.
El rostro de Severus se tensó, su ojo se crispó mientras intentaba mantener el control de su ira. ¿Por qué el maldito idiota seguía peleándose con él cada cinco segundos? ¿Por qué estaba haciendo esto otra vez? Ah, sí, para tener una ventaja sobre Dumbledore e impedir que el viejo idiota le pusiera las manos encima a su hijo. Incluso con la poción, el Wizengamot podía llevárselo si se le antojaba, las cosas que tenía que hacer para mantener a Harry a salvo.
-Está bien, está bien-, dijo Sirius, tomando la poción, Snape parecía realmente para echarlo y era lo último que quería. Estaba desesperado por conocer a su ahijado, y por qué había acabado al cuidado de Snape. Por qué Dumbledore se había puesto tan furioso por su desaparición, qué había pasado en los pocos años que había estado en Azkaban. Había sido un infierno en la tierra para él... pero esperaba que el mundo siguiera adelante... cosa que no parecía. Todo se había puesto patas arriba. Haciendo una mueca por el sabor, dando arcadas, moviendo la lengua para intentar quitarse el sabor. Sus ojos se volvieron hacia Harry cuando lo escuchó reírse detrás de su mano. Harry se detuvo bruscamente al notar que lo miraba, suspirando suavemente y preguntándose si Harry se despreocuparía alguna vez de él.
-Si ya no te comportas como un niño de dos años-, dijo Severus arqueando una ceja en dirección a Black, ni siquiera Harry se comportaba de forma tan inmadura, había que admitir que podía haber una razón para ello.
Sirius enrojeció, pero no se animó a ponerse nervioso ya que la poción calmante evitó que se pusiera histérico.
-Gracias, Flippy-, dijo Harry mientras el elfo retiraba los platos de todos. Todavía no estaba acostumbrado a que alguien hiciera todo por él. Normalmente era él quien hacía todo por los demás... o más bien todo por los Dursley. Así que siempre se aseguraba de dar las gracias, es algo que nadie le había dicho nunca.
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THE VOW AND ITS CONSEQUENCES
Fiksi PenggemarDudley Dursley exige ir a la feria, que resulta ser en Cokeworth, donde Petunia y Lily crecieron. También es el lugar de residencia donde vive nuestro murciélago de mazmorra favorito. Van durante las vacaciones de verano ... no hace falta decir que...