Capítulo 6. Una lucha personal

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La noche se erguía sobre una ciudad, donde sus habitantes dormían en su mayoría. El sonido de transito era opacado por las luciérnagas y los animales nocturnos que cobraban mayor vida cuando el sol se ocultaba.

Como un fantasma, una ágil sombra recorrió las calles de la ciudad hasta detenerse en lo alto de un edificio. Con la mirada de águila oculta en la oscuridad, posó sus ojos en la casona Von Engels, que se erigía en frente, rodeaba de la muralla de arbusto casi impenetrable para la visión de los demás. Sus ojos se ajustaron a la oscuridad y a la lejanía, e intentó reconocer cada habitación y presencia en su interior.

A través de la ventana de la biblioteca observó dos siluetas moviéndose; una de ellas se movía inquieta mientras que la otra reposaba en la silla. Identificó con facilidad a Leonardo y Newén, y sonrió triunfal. Su cuerpo le cosquilleaba con deseos de acercarse, pero reparó en la presencia de más individuos y no podía arriesgarse a tener que explicar su presencia. Así que no había otra alternativa, tendría que mantenerse en la penumbra de la ciudad a la espera de algún cambio.

***

Respiraba agitadamente, con la piel brillando por el sudor, y el calor se escapaba de su cuerpo como radiación. La adrenalina le recorría la sangre como un vicioso elixir de vida, con el que cada vez disfrutaba más. Sonrió pese al cansancio, y recibió una sonrisa de parte de Marissa, que la miraba con desafío con sus manos aferradas a la vara de madera conocida como Bō. Lena respiró hondo y se movió lentamente a través del espacio circundante en el cuarto de entrenamiento, en la búsqueda de otro ataque exitoso. Pero Marissa, seguía de igual modo los pasos de Lena y cuando codificó que estaba a punto de ser atacada, levantó la vara para evitar la colisión y entre ambas se desató otra sucesión de movimientos en los que el chocar de la madera creaba ecos en el ambiente.

Llevaban luchando un buen rato y pese al cansancio físico, ninguna iba a detenerse hasta que la otra terminara en el suelo. Lena tenía el pelo trenzado, vestía un pantalón corto y una remera, unos talles más grande, que había encontrado entre las ropas de su hermana, y que sin saber, había pertenecido a su padre. Al contrario del aspecto poco femenino en la forma de vestir de Lena, Marissa prefería la ropa entallada que no le obstaculizara en su intento por derribar a sus contrincantes; y su pelo, estaba recogido por una series de coletas de modo que fuese imposible que se saliera de su lugar.

— ¿Sabías que Ferguson es experta en esto? —preguntó Marissa, sin aliento continuando con sus determinantes ataques y contraataques. Lena negó suavemente, concentrada en la pelea—. Ella fue campeona en los torneos de cazadores y así como es una perra en sus clases, también lo es en una batalla... supongo que eso lo tiene en común con tu hermana, y por eso era su tutora —agregó.

Lena se vio sorprendida y detuvo su ataque, siendo aprovechando maliciosamente por Marissa para golpearla y que cayera al piso de espaldas. Un dolor agudo se extendió desde su cabeza hasta su espalda.«¡Maldita seas, Guerrero!» pensó enojada, sosteniendo su cabeza con fuerza, quizás con el temor de que se desprendiera, mientras Marissa la mirada triunfal. Había estado todo el tiempo intentando no distraerse y solo había bastado que le nombraran a su hermana para flanquear.

— ¡Te odio! —le gritó abriendo los ojos apenas para mirarla venenosamente; Marissa se encogió de hombros, deslizando la vara por detrás de su cuello y apoyando sus manos en los extremos, en una postura altiva y soberbia.

— Sigue diciendo eso que me llena de vida —murmuró sombría. Lena puso los ojos en blanco; pese a que su amistad había prosperado en los últimos meses, ella seguía siendo la misma arpía de siempre solo que un poco más domesticada.

— ¿Cómo sabes que Ferguson era tutora de mi hermana? —inquirió con curiosidad, intentando olvidarse del dolor y poniéndose de pie.

— Todo el mundo lo sabe, no es que Ferguson acepte ser tutora de alguien así como así; tuvo que hacer algunas pruebas que según dicen fueron bastantes horribles —comentó. Lena recordó inmediatamente lo que su hermana le había dicho la última vez que la había visto.

Legado III: La Emperatriz de los Bastardos [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora