Región Sajonia, 1553.
Todo había cambiado. Eso lo sabía desde hacía tiempo, pero cada vez era todo más evidente. Pese a todo lo que había hecho Runa para luchar contra el mundo que la rodeaba, terminó cediendo en la vorágine de una sociedad que detestaba. En toda la oscuridad de su vida diaria, solo había una luz de esperanza que obtenida tras horas y horas de luchar por lo que deseaba.
— ¡Ritcher, abajo! —gritó alguien en medio de una intrincable pelea. Johann se puso alerta, agachándose en el instante en que un licántropo saltó sobre él.
Agitado, con marcas de sudor, suciedad y sangre, Johann se erigió blandiendo con fuerza su arco para apuntar directamente en su objetivo. La flecha salió despedida y dio justo en el corazón de la bestia, que comenzó a gruñir y contornearse con dolor y furia. Su cabello castaño que solía estar prolijamente peinado se encontraba desordenado, y sus ojos celestes sobresalían fríamente en su piel pálida por la tensión.
Buscó a su alrededor, pero como no encontró a quien necesitaba, se decidió por disparar otra flecha hacia el licántropo.
— ¡Runa! ¿Dónde estás? —preguntó mientras la flecha cortaba el aire en su camino hacia la bestia, quien volvió a rugir con dolor. La batalla que se llevaba a cabo a su alrededor estaba fuera de control, y debían agradecer estar lejos de la civilización.
De pronto, escuchó un grito demencial y se giró en dirección de una bestia que se sacudía violentamente hasta caer seco a metros de él. Una figura menuda y altiva saltó antes de la colisión, y con una maniobra elegante cayó de pie en el suelo.
Johann parpadeó sin poder quitar los ojos de la imagen hipnotizante de Runa. Ella era siempre bonita, pero cuando destapaba su verdadera naturaleza era un ser indómito y precioso, era una tempestad imposible de frenar. Y que él tampoco deseaba detener.
Ella le sonrió con suficiencia, sin preocuparse de su vestimenta; para aquella batalla había elegido un pantalón negro y unas camisetas oscuras, con las que cubría con tanta protección como le fuera posible para que las garras y dientes no se clavaran fácilmente en su cuerpo. Su pelo estaba recogido en una masa ondulada dorada, y en su rostro sobresalían inhumanamente sus ojos que brillaban como la plata.
— ¿Cuándo vas a reconocer que me necesitas? —le preguntó risueña. Johann sonrió y señaló con su cabeza el licántropo que golpeaba todo a su paso.
Runa puso los ojos en blanco, y suspiró con falso malestar, armándose con sus cuchillos y yendo directamente al licántropo. Desde lejos, Johann continuó deshaciéndose de bestias que intentaban traspasar el área que los cazadores habían limitado para estar seguros.
Siendo una dupla letal y aguerrida, Johann y Runa se deshicieron de todo aquel que quisiera penetrar la fortaleza y fueron más allá de donde debían para liberar la zona. Todos los cazadores que se habían reunido allí para expandir los límites de seguridad para los humanos luchaban con todas sus fuerzas.
En aquella región se habían reunido cazadores de diferentes destinos, dirigidos por las principales familias del país: Algers, Von Engels, Ritcher, Mortensen y Schmidt; poderosas y con la lealtad de filas de hombres que luchaban por ellos.
Cuando la noche cubrió todo el escenario y la lucha se detuvo, llegó la hora de descansar para curar a los heridos y enterrar a los muertos. El conjunto de carpas se alzaban en sentido concéntrico y en el centro había una gran hoguera que daba calidez al campamento. A medida que la noche transcurría, los distintos grupos iban adentrándose en sus propias cosas; estaban quienes preferían conversar al costado de la hoguera, comiendo y bebiendo hasta tarde, otros que hacían su trabajo de reparar y forjar armar, quienes cuidaban de los heridos tenían un gran trabajo por delante, y estaban los que preferían descansar. Para las tareas de protección y vigilancia permanecía un grupo de cazadores en lo alto de la fortaleza creada.
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Legado III: La Emperatriz de los Bastardos [Finalizada]
FantasySinopsis. Seis meses han transcurrido desde los sucesos de Legado 2. Valquiria ha desaparecido, y Lena se encuentra sufriendo las consecuencias de todo. Los cazadores están en vilo a la espera de lo que está por venir, sabiendo que las demás...