Capítulo 15. El infierno se viste de gala

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Demyan daba vueltas alrededor del escritorio de su oficina, sin poder quitar la imagen de una Valquiria siendo arrastrada hacia algún lugar que desconocía. Sus últimas palabras se mantenían perpetuas en su mente, y ni siquiera podía olvidar el cosquilleo en sus labios cuando lo besó tan deprisa. Confundido y preocupado, Demyan se veía como un león enjaulado buscando un modo de escapar. Se veía despeinado y ojeroso, y se detuvo precipitadamente sintiendo como su corazón se detenía al percibir una imagen que se materializaba frente a él.

La esperanza de ver a Valquiria se esfumó, al ver a un chico que parecía estar saliendo de la adolescencia. Vestía completamente de negro, como un alma errante, con el pelo negro azabache y ojos oscuros que resaltaban como joyas en su piel pálida. Su aura tenía cierta energía que Demyan no pudo identificar mientras lo contempló con cautela. El chico afinó sus ojos sobre él con su mano sobre un algo que ocultaba tras su espalda.

— Eres un humano —susurró, casi sorprendido. Demyan se maravilló al oír su profunda y serena voz que no condecía con su apariencia.

— Eh... si —respondió Demyan dudoso, acercándose a él con cuidado para observarlo desde cerca.

— Creí que... —murmuró molesto, pasando sus manos por su rostro compungido. Suspiró molesto y volvió a mirar a Demyan con intensidad—. ¿Conoces a Valquiria? ¿Ella estuvo acá? Porque seguí su esencia y me trajo aquí —preguntó. La expresión de Demyan se llenó de desconfianza, hasta que Caleb lo miró con impaciencia— Me llamo Caleb, y soy su ángel guardián —le explicó, aunque sabía que aquello no era algo que debía decirle a un humano. Con los problemas que se estaban acercando, realmente le daba igual.

Demyan abrió la boca, viéndose como un pez, y volvió a cerrarla. Sacudió su cabeza e intentó estar seguro de lo que oyó. Ángeles y demonios. Toda su vida había luchado contra seres que se creerían inexistentes, sin embargo, le parecía increíble estar frente a un ángel.

— Si, ella estuvo acá pero se fue... todo resulto muy extraño —respondió con torpeza. Caleb se tensó con preocupación y se movió rápidamente hacia Demyan, para posar su mano sobre su frente.

— Permiso y disculpas —murmuró, y Demyan no pudo ni siquiera preguntar a que se refería, porque sintió una punzada en su mente, rápida y febril.

Como si acaso pudiese palidecer aún más, Caleb se alejó de Demyan con expresión mortificada. Sus ojos se ensombrecieron con el temiendo con seguridad que era lo que estaba sucediendo. En los momentos en los que su fortaleza flaqueo y se encontraba entre ambos bandos, oyó hablar de un plan dónde hacía falta encontrar al emperador o emperatriz que los ayudara. En ese instante reconoció que haber estado bajo el mando de Asmodeo tenía a favor el hecho de conocer el territorio en el que Valquiria se estaría moviendo a futuro. El problema era que Valquiria no era tan fuerte como él, o eso suponía; una cosa era luchar contra demonios terrenales, vampiros y licántropos, y otra era luchar contra demonios mayores en su propia casa.

— ¿Qué está ocurriendo? —preguntó Demyan pasando su mano por su cabeza abombada.

— Se acerca una gran guerra —murmuró Caleb con la mirada perdida. Luego sacudió su cabeza y lo miró con firmeza—. Debes mantenerte alejado de todo esto, los humanos deben estar protegidos y no luchar una guerra que no les pertenece —agregó.

Todo el horror y el enfado agrietaron los rasgos de Demyan. Avanzó más hacia Caleb, viéndose imponente frente a él, y sus ojos turquesas brillaron con intensidad.

— No pienso abandonar esto, y mucho menos a Valquiria. Le di mi palabra y la voy a cumplir aunque sea lo último que haga —gruñó—. Voy a buscar a su hermana y la mantendré a salvo, y sí, yo y los demás humanos que estamos metidos en esto, vamos a luchar porque una guerra en la tierra y de quienes cuidan del bienestar de los humanos, merecen nuestra lucha y apoyo —agregó.

Legado III: La Emperatriz de los Bastardos [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora