Capítulo 26. Oscuridad y Luz

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En el instante que sus pies tocaron la tierra, Valquiria corrió hacia Lena a toda prisa. No había cansancio ni heridas, sino un espíritu renovado. Ella era lo primordial y en cuanto se encontraron, se abrazaron firmemente. Ambas estaban completamente emocionales, e incluso Valquiria no tenía tapujos en mostrarse llorando. Nunca había estado tan feliz de vivir. Su alma se sentía liviana, como si años de oscuridad se hubiesen purgado de su sistema. Su lucha personal había culminado, sin ningún beneficio más que dolor y muerte.

— Has vuelto —susurraba Lena, una y otra vez, sosteniendo fuerte a su hermana para sentirla real. Sonreía entre lágrimas y su corazón lastimado poco a poco mejoraba. Tenía dudas y necesitaba respuestas, pero en ese momento no importaba nada de eso.

— He vuelto —respondió Valquiria, respirando profundamente para buscar calma. Tomando cierta distancia, evaluó el rostro de Lena y ambas se sonrieron—. He vuelto y no me voy a ir más, lo prometo —sentenció, y Lena asintió sin palabras. A pesar de que la lucha las había hecho madurar y endurecerse, en aquel instante solo eran un par de niñas, consolándose mutuamente.

Los demás no tardaron en llegar. Viridis fue quien más rápido alcanzó a Valquiria, gritando de la emoción y abrazándola para hacerla girar por el aire. La risa de Valquiria estalló en el aire y se movió escurridizamente hacia los oídos de todos; pocas personas eran testigo de lo que aquel melódico sonido producía, y oírlo luego de todo lo ocurrido, era como un soplo de aire fresco.

Los giros cesaron. Viridis le dio un breve abrazo a Valquiria, y ella se movió directamente a un par de brazos que clamaban su presencia. Leonardo y Newén no tuvieron tiempo de medir la distancia que los separaba de ella, pero cuando vieron que la colisión se aproximaba, solo cerraron los ojos.

— ¿Creyeron que se desharían de mí tan fácilmente? —preguntó cantarinamente, abrazando a los dos al mismo tiempo.

— Yerba mala nunca muere —susurró Leonardo con malicia, sin poder quitar la sonrisa de su rostro y la mirada en Lena. Ella tenía sus ojos en él, sonriéndole emocionada, empequeñecida bajo el abrazo de Viridis.

— No sé por qué disfrutas tanto hacernos sufrir —murmuró Newén sombríamente, pero sin dejar de sentirse feliz. Valquiria les dio un fuerte apretón y se alejó rápidamente, secando las pequeñas lagrimas que recorrían su rostro.

Su respiración se atoró repentinamente, y se vio inmersa en un inesperado abrazo. Norbert la aprisionaba con todas sus fuerzas y estaba a punto de quebrarle algún hueso si es que no cedía. Un pequeño quejido de Valquiria lo hizo aflojar, pero no se desprendió de ella por un buen instante. Valquiria permaneció en silencio, bajo la protección de un primo que al parecer tenía sentimientos bajo la coraza de brutalidad, pero al cual le costaban tanto las palabras como a ella.

De un momento a otro, alguien se aclaró la garganta y Norbert miró sombríamente a Hamish. Éste se veía solemne y agotado, con algunas heridas que jamás se borrarían.

— Eh... no sé si lo recuerdas, pero ella también es mi prima —comentó con expresión irónica. Valquiria intentó no sonreír y esperó a que Norbert la liberara; él se mantuvo austero en sus modos y le dio una última mirada.

— Es bueno tenerte aquí —le susurró con torpeza, rascándose la cabeza rapada. Ella le agradeció en silencio, y caminó hacia Hamish.

— Lamento todo lo ocurrido —le dijo ella, y él se encogió de hombros, depositando un breve beso en su frente.

— Yo también, pero los errores cometidos por nuestros ancestros no nos convierten en culpables —sentenció él, y ella no pudo estar más de acuerdo.

Valquiria respiró hondo y cerró sus ojos, intentando acostumbrarse a las emociones que le hormigueaban el cuerpo. Siempre había sido tan mental en sus acciones, que se sentía rara mostrándose sentimental. El movimiento de una mano tras su espalda la tranquilizó, y sonrió suavemente.

Legado III: La Emperatriz de los Bastardos [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora