Capítulo 18. Una Nueva Esperanza

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— Quedan menos de 20 horas —dijo Augusta con voz espectral, en medio de la sala de entrenamiento, en la casona Von Engels. Se encontraba de pie, apoyada sobre una de las paredes con su uniforme de las fuerzas celestiales.

Se veía poderosa e inclemente. En su rostro inexpresivo, sus ojos eran turbulentos. Una energía melancólica y analítica la recorría, y todos la observaban fijamente. En aquel instante, viéndose tan tormentosa y calma era una versión de Valquiria con más edad. Quienes la conocieron en su mejor época de cazadora, la comparaban con su nieta y es que la joven Augusta había sido desafiante, pasional, guerrera y rebelde. Pero los años y las circunstancias de la vida la hicieron cambiar, convirtiendo a la antigua Augusta en un mero fantasma del pasado.

Esa Augusta habría congeniado con Valquiria, y habría hecho las cosas bien.

— La junta ha aceptado la guerra, no como una posible amenaza, sino como un inminente hecho —dijo—. Se van a elevar las defensas para proteger las academias y poder focalizarse en la población humana. Los estudiantes más jóvenes, continuarán su entrenamiento bajo la protección de la comunidad, en la base submarina Poseidón, mientras que los más ancianos se desplazarán hacia la base terrestre Atenea. Todos los cazadores activos han sido llamados hacia sus academias de origen; la Liga Oscura será quien haga la logística de la situación para contraatacar. Y la base aérea Zeus ofrecerá sus instalaciones para que los cazadores preparen un ataque aéreo —indicó. El silencio emergió de cada rincón. Se percibía la tensión en cada uno, la expectación de lo que vendría, y el temor de lo posible.

— ¿Y qué hay acerca de Valquiria? —preguntó Lena, en voz baja para no desentonar con el silencio. Ella miraba a su abuela desde un rincón, sentada junto a una Phoebe que aún intentaba comprender todo, y a Marissa que se veía sombría.

— Habrá un grupo de personas que se dedicaran a su completa búsqueda, ellos estarán exento de sus responsabilidades en la guerra —explicó—. Una vez sea encontrada, se evaluará su papel en estos sucesos y será enjuiciada —agregó.

La respiración de Lena se entorpeció. Palideciendo súbitamente, buscó entre los presentes a Leonardo y Newén. El primero, se veía tan sorprendido como ella, mientras que Newén se mostró tranquilo como era usual.

— Ella no tiene nada que ver, y si lo tuviese, no creo que haya sido voluntariamente —la voz de Newén emergió fuerte y segura, resonando en todos lados. Él tenía sus ojos en Augusta, con actitud determinada y temple. Augusta sonrió ante su respuesta, y asintió.

— Creo que tu mejor que nadie, eres la persona que podrá defenderla cuando ese día llegue —murmuró. Tras un instante de silencio, ella suspiró—. Creo que todos ustedes querrán estar entre el grupo de personas que la buscarán, así que a partir de ahora quedan libres de sus responsabilidades y deberes —sentenció contemplándolos a todos.

Therón, Dominic y Giles estaban de pie, a unos pasos de Marissa. Viridis, junto a Newén, se veía reflexiva con sus ojos en sus manos. Más allá de Ethan y Hamish, Norbert oía todo con actitud huraña. Por último, Augusta posó sus ojos con curiosidad en Phoebe y Demyan. Eran los únicos humanos allí, y se veían tan cómodos como si acaso siempre hubiesen estado entre los demás.

Se daba cuenta que con ellos allí estaban violando más de una regla, pero en ese momento, nada de eso le importaba.

De pronto, una figura se materializó en medio de todos. Oscura y espectral. Los sentidos de la mayoría se dispararon inmediatamente, y hubiesen atacado a Caleb si no fuese porque quienes lo conocían detuvieron todo con rapidez. Él se veía tan exhausto que si en verdad, fuese un humano, tendría ojeras, la piel demacrada y los ojos opacos.

Legado III: La Emperatriz de los Bastardos [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora