Bienvenidos al month Noviembre 2021, dónde puedes elegir la pareja que más te guste de Karmaland! No te lo pierdas y sigue leyendo nuestras actualizaciones, podrás encontrar mini historias de tu pareja favorita.
Pareja elegida: Rubegetta
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Música de Ambientación: Valz en La menor, B. 150, Op Posth. — Chopin
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El cielo oscuro adornado de grandes nubes dejaba escuchar sus cantos aluviales entre rayos de luces repentinos que para algunos terroríficos se mostraban y a otros bellos destellos naturales les parecía aquel paisaje. Las gotas de agua bajaban lentamente por el exterior de la ventana mientras en aquel frío panorama una pareja disfrutaba de su compañía dándose calor mutuo entre el florecer de su joven amor.
Abrazados en aquel sofá disfrutaban debajo de una cobija de una buena película mientras tomaban una deliciosa y caliente taza de café junto aquel peludo acompañante que también recibía el calor que le brindaban sus amos.
Entre aquel panorama disfrutaban su relación como muchas ocasiones atrás pues tiempo había tiempo incluso años habían pasado desde el inicio tal vez no de su amor sino de su relación y aunque habían momentos difíciles, ellos contra el mundo podían de todo y ya se lo habían demostrado así mismos y con eso era suficiente para querer estar juntos contra viento y marea.
Algunas veces (bastantes) tenían disputas bobas que se resolvían a los segundos con perdones arrepentidos y caricias de amor y otra veces de manera más seria intentaban evitarse o no hablar con el contrario lo que al final resultaba imposible al necesitar interactuar con el otro al final olvidando que estaban enojados entre sí.
A excepción de cuándo estaban en el trabajo siempre estaban prácticamente juntos, vivían entre sus casas yendo de la gran y apenas iniciada mansión a la humilde pero acogedora cabaña, también entre salidas o escapadas pero siempre estando juntos y disfrutando aquello. Por eso mismo Rubén quería vivir con Samuel.
Aún no se lo había hecho saber, pero tenía planeado hacerlo, no sabía cómo o cuando pero lo haría solo para poder acurrucarse entre las cobijas en las frías noches de invierno o dormir desnudos en los sofocantes calores de verano. Para despertar junto a él y verlo hacer el desayuno y así mismo verlo jugar con él lobo que le había regalado, que ahora se llamaba Lobo Plateado, en el sofá mientras él preparaba la cena para luego desearse dulces sueños y dormir junto al otro placenteramente.
Y así como en la cabeza de Rubius pasaban aquellos pensamientos en la cabeza de su pareja se podía encontrar el hecho de que no sabía cómo decirle a su pareja que quería dejar de ver la película a la que ni siquiera le prestaba atención para ir a la habitación a calentarse de otra manera si así se podía decir. Pero su novio parecía tan concentrado en la película que no se sentía capaz de arruinarle el momento y solo rogaba para que aquella cinta se acabará y poder saciar sus deseos con el hermoso chico a su lado.
Pero ambos pensamientos se vieron interrumpidos cuando su mascotas se paró de su puesto y empezó a pedir comida a aullidos, a lo cual no tuvieron más remedio que parar la película para atender el llamado de su mascota.
— Oye amor —llamo dulce el azabache mientras se acercaba a su pareja que terminaba de servir la comida a su mascota, abrazándolo por detrás y dejando su rostro entre su cuello y su hombro. Escucho un leve sonido como respuesta a que lo escuchaba—. Que dices si vamos a la habitación, y nos metemos entre las cobijas —comentó entre murmullos al oído de su pareja a la par que reposaba un par de besos en su cuello—. Y luego hacemos un par de cosas —siguió murmurando mientras introducía una mano en la parte de atrás de la camisa de su pareja y empezaba a palpar delicadamente con sus dedos mientras que su otra mano se posaba indecentemente en la cadera del chico oso.
— Me parece... —suspiro fuerte y arqueó la espalda al sentir el tacto de su pareja al cual con gusto se dejaba hacer—. Excelente —mencionó a lo que el contrario sonrió victorioso contra su cuello dejando una leve y suave mordida—. Pero, antes quiero que hablemos de algo que he estado pensando —hablo haciendo que su pareja parará sus movimientos y pusiera toda su atención en lo que el albino iba a decir—. Yo bueno, estuve pensando que tal vez es hora de vivir juntos —expresó nervioso mientras se daba la vuelta para quedar de cara a su pareja y lo tomaba de la cara sutilmente con ambas manos.
— Si te soy sincero no lo había pensado —respondió arrugando un poco el ceño no tanto por la interrupción sino por el hecho de pensar en el desorden que tendría que atravesar viviendo con él pero sin embargo no le desagradaba del todo la idea—. Pero supongo que tienes razón, podemos irlo pensando ya que llevamos tiempo suficiente en esto, creo que estaría bien dar ese paso —indico mientras tomaba de la cadera a su pareja y lo acercaba a sí mismo con una sonrisa socarrona en los labios robándole un par de besos.
— Me parece bien, aunque tendremos que organizar muchas cosas señor perfecto —advirtió sabiendo lo estricto que solía ser su pareja con el orden y la simetría.
— Si, eso después. Por ahora —contestó veloz y devoró los dulces labios de su chico para llevarlo entre dificultosos pasos a la habitación y empezar deshacerse de innecesarias prendas para jugar entre caricias y demostraciones de amor con sus cuerpos en un sin fin expresiones y emociones y el resto ya era historia.
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