Capítulo 2

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-Basta, por favor puedo explicarlo.- pedía el recién llegado a gritos mientras Hailey lo agarraba a almohadazos gritando por auxilio desesperada.- No, vamos, por favor no llames a la policía.- le suplico cuando notó que ella marcaba al 911.

-¡Lárgate de mi casa! ¡Fuera de mi vista! ¿Cómo entraste aquí?- gritaba desesperada y aterrada.

-De acuerdo.- bufó harto de tanto golpe.

Y así como llegó, desapareció.

Hailey volvió a pegar otro grito cuando frente a sus ojos, el intruso se hizo humo, de repente solo se esfumó. Por el teléfono se escuchaba la voz de quien había atendido su llamada en el 911 preguntando si todo estaba bien. Colgó. ¿Qué se supone que diría? Caminó despacio hacia la puerta, ya que alguien estaba golpeando con desespero.

-Señorita Baldwin, ¿está bien? Oímos sus gritos a lo lejos.- preguntó el guardia del edificio.

-Uhm, si, yo, sólo es que, ah, vi un insecto en mi bañera.- mintió sin poder ocultar su crisis nerviosa.- Gracias por venir.- indicó para después cerrar la puerta.

¿Qué acababa de pasar?

Recapitulando, en un abrir y cerrar de ojos había aparecido alguien frente a ella, las ventanas estaban cerradas, la puerta no había sido abierta, no había forma de que entrara. Respiro hondo con desesperación, no podía haberlo imaginado, él desapareció de forma literal, frente a ella, no podía haberlo inventando, mientras lo golpeaba con la almohada sintió como él recibía los golpes, es decir, no lo atravesaban como si fuera un fantasma, y en todo el tiempo que estuvo en este penthouse nunca había tenido problema con los fantasmas. Nada se había movido o caído sin razón.

No era muy devota en esas cosas, en realidad nunca le dio tiempo de ponerse a pensar en si existían los fantasmas, pero ahora que lo había vivido tan real, quizá era momento de plantearse la posibilidad porque no encontraba explicación más lógica.

Todavía con las manos temblorosas corrió a su escritorio dentro de su habitación. Prendió su Mac y tecleó lo más rápido que pudo para descubrir si en su domicilio existía alguna historia de un asesinato o desaparición de un joven rubio, porque solo así podía describir al ente que la había visitado.

-¿En serio? ¿Un fantasma? Oh, cómo me has degradado.- ella volteó con las piernas temblando sin poder detenerse.

Y ahí estaba de nuevo. No pudo controlar el grito que desgarró su garganta cuando volvió a verlo, tomó una pluma de su escritorio para amenazarlo.

-¿Quién eres y qué haces en mi casa? Oh mierda. Me estoy volviendo loca ¿es eso? Debo dejar el sexo casual y comprometerme para dejar de tener alucinaciones.

-Oh vamos, para. No me interesa tu vida sexual, iugh.

-Entonces es verdad.- afirmó a sí misma sin perder la pose de amenaza.- Me estoy volviendo loca. Es de familia, mi tío estaba medio chiflado, quizá es por tanto tiempo en el trabajo. Y ni siquiera puedo echarte de mi casa porque ¡puf! Desapareces, sólo así.

-Oye yo comprendo que puede ser extraño, en realidad no comprendo mucho de los humanos, te seré sincero.- rectificó,- pero por tu reacción supongo que es extraño. Lamento haber llegado tan de repente, pero, ya sabes cómo es Él, sólo me arrojó del cielo como si fuese basura, que denigrante ¿no? Y luego tú me llamas fantasma, oh Hailey, nunca me sentí más ofendido.

Hailey lo veía perpleja, hablaba y ella podía oírlo, pero no tenía sentido nada de lo que salía de su boca.

-¿Cómo sabes mi nombre?- tartamudeó confusa.

-Es mi deber saber tu nombre Hails. A fin de cuentas, tú eres mi deber.

-¿Tu qué? ¿Quién? ¿Estás loco?- bajó la pluma con la que amenazaba al rubio porque ahora estaba mucho más confundida que asustada.

-Ah, por cierto, me llamo Justin.- le contestó sonriendo, al ver que ella no reaccionaba, continuó.- Un gusto.

Estiró su mano para ofrecérsela a la rubia como había visto que los humanos se saludaban. Pero se arrepintió y volvió a su posición original cuando noto que ella no reaccionaba.

-Bueno, "Justin", vete de mi casa, ahora.- exigió cruzando los brazos, recuperando su posición autoritaria.- O te demandaré por allanamiento de morada.

-Si, yo en verdad no creo que puedas demandarme por eso, o por ninguna otra cosa.-  se burló,- por favor ponte a gusto con mi presencia en tu casa porque no me iré de aquí en, por lo que parece ser, un bueeeen rato.

Justin salió de la habitación donde suponía que la humana ocupaba para dormir, fue a la sala donde el centro de entrenamiento era angelical, y el sofá se veía tan amplio y cómodo. Se asomo a la cocina y con perplejo visualizo toda la comida que la humana resguardaba, robó un bote de helado y lo fue comiendo mientras seguía su recorrido.
Hailey iba tras él exigiéndole que parara de caminar, que dejara todo lo que él tocaba, y que se fuera de su casa, pero Justin dejó de escucharla pronto.
El baño era muy grande, había un jacuzzi gigante adentro, y había otras tres habitaciones en su mayoría ocupadas por entretenimiento, y los hobbies de la chica. Al final salió al balcón, la vista era en verdad hermosa, se veía más bonito todo desde donde él provenía, pero esto no estaba tan mal. Cuando volteo para poder volver adentro se dio cuenta que Hailey lo había dejado fuera, cerrando con pestillo el cancel que dividía su habitación del balcón.

Miró como desesperada tomaba ese aparato que llamaban "teléfono" y lo colgaba en su oreja, sosteniéndolo con una mano.
Justin arqueó su postura, rodó los ojos y en menos de un segundo volvió a aparecer dentro del departamento.

-¿En serio Hailey?- le preguntó con cierto tono de hartazgo, tomándola por sorpresa,- creí que eras más lista que eso.

Hailey colgó su llamada con Ly, a quien le había pedido que le hiciera una cita con el mejor terapeuta del país y cancelara las citas necesarias para poder acudir. Suspiro derrotada.

-Al menos podrías decirme que es lo que quieres de mi.- le pidió en algo parecido a un ruego.

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