Capítulo 13

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-¿Por qué sonríes tanto?- le preguntó Justin teniendo a Hailey frente a él, mirándola a los ojos, recostados en la inmensa cama que ella tenía.
Durmieron poco, a pesar de tener tan poco tiempo de haber vuelto del Paraíso, Justin no pudo evitar quedarse dormido junto a ella, le disgustaba esa sensación de cansancio, no estaba acostumbrado, pero al mismo tiempo lo relajaba poder perder consciencia por lo que él consideraba un largo tiempo.

-Pues porque estoy feliz, tonto.- respondió la rubia levantándose de la cama para comenzar con las actividades del día.

-Hails.- le llamó el ángel, ella volteó a verlo antes de meterse a tomar una ducha.- Debes hablar con Jessey, debes hacerlo entender que no te puede esperar toda la vida y él tiene que continuar.

Ella sabía que el ángel tenía razón, además sospechaba que Jay formaba parte del grupo de personas cuya vida había arruinado y ahora por una maldición divina tenía que resolver. Asintió levemente sin responder nada, aquella frase le había borrado la sonrisa del rostro.

Aún le dolía un poco recordar el rostro retorcido de su ex novio cuando ella decidió cancelar su compromiso a pocos días de la boda, pero había sido víctima de un ataque de pánico, eran demasiado jóvenes, y sintió que su vida se estancaría si se quedaba amarrada a un hombre, por mucho que le quisiese. No se arrepentía de su decisión, pero si de todo el dolor que ocasionó con ella a una persona que no lo merecía. Después de un tiempo ella perdió contacto con Jay, de vez en vez sus amigas le contaban acerca de su vida pero no era nada relevante, hasta que a Kendall se le ocurrió la maravillosa idea de reunirlos a la fuerza en una cena romántica.

Salió de bañarse con mil ideas rondándole por la cabeza, tenía que encontrar las palabras perfectas para impedir que Jessey sufriera más por ella; como sucedía de modo usual, al salir, Justin ya estaba listo, con el cabello húmedo como si se hubiera bañado él también y con ropa nueva que tenía un aroma exquisito y la gran mayoría de veces ella no entendía de dónde la sacaba, era poco común que él se pusiera la ropa que ella le compraba, parecía no gustarle.

Como era de esperarse, Hailey tenía una infinidad de preguntas sin resolver acerca de la divinidad de Justin, cada día con él descubría nuevos "poderes" de ángeles que por más que trataba de disimular, no paraban de sorprenderle, pero por salud mental trataba de no hacer demasiadas preguntas que quizá de todos modos ni entendería las respuestas, sólo trataba de convivir con él como si fuera una persona normal, y pasar de largo las actitudes y talentos antinaturales que constantemente el ángel tenía. De igual modo cuando ella no podía evitar que salieran de su boca preguntas acerca de la vida divina, Justin las contestaba sin tapujos, nunca le escondía nada ni la privaba de conocimiento. Además, parte de ella sabía que entre más supiera, menos lo vería como humano y no quería, estaba contenta y tranquila con su compañía tal cuál estaba ahora.

Él la espero en la sala hasta que Hailey estuvo lista para salir, no preguntó a dónde iban ni mucho menos, intuía que Justin sólo la llevaría y como en ocasiones anteriores, casi de forma natural, los problemas se resolverían; eso era otra parte de lo que le agradaba de la compañía de un ángel, no tenía que esforzarse para resolver sus errores, fluían las soluciones de modo natural, él sólo le mostraba a las personas cuya vida había arruinado y ella sabía que hacer para arreglarlo.

Fueron caminando, Justin no consideró necesario subir al auto, no tuvieron que avanzar demasiado porque se detuvieron con el pretexto de un desayuno en Russ & Daughters, ni siquiera habían tomado una mesa cuando Hailey divisó a la distancia los rizos de Jay, al tiempo que se acercaba a él se sentía más y más culpable, él parecía devastado, con ojeras inmensas como si no hubiese dormido en varios días, despeinado, desaliñado.

Volteó sorprendido a verla cuando ella se atrevió a sentarse en la misma mesa, al darse cuenta que era Hailey quien había interrumpido su intento de desayuno volvió a bajar la mirada hacia su omelette, evidentemente molesto.

-¿Has vuelto para decirme que no valgo la pena y volverte a ir sin dar explicaciones después de ilusionarme?- reclamó picoteando con su tenedor el almuerzo.

-No, sólo...-tragó saliva para deshacer el nudo que se creó en su garganta,- quería disculparme.

-¿Por qué?- preguntó aún más molesto, azotando sus palmas contra la mesa.-¿Por aceptar casarte conmigo y después botarme? ¿Por humillarme frente a todos nuestros conocidos? ¿Por negarte a darme siquiera una explicación? Dímelo, Hailey, por favor, te escucho.

-¡Si, si, por todo eso!- interrumpió con algo de histeria en su voz, peleando demasiado para contener las lágrimas.- Porque soy un ser humano horrible que nunca te mereció, y lo siento tanto porque en otro universo serías el esposo perfecto, el compañero perfecto, pero no es lo que quiero para mi, no nací para ser la mujer de alguien, para ser la sombra, caminar del brazo de alguien para que volteen a verme, y ¡Dios! Ambos sabemos que si estuviéramos juntos yo siempre estaría detrás de ti. No es lo que quiero y lamento tanto haberme enamorado de ti sabiendo que eso nos lastimaría tanto a los dos, perdóname, perdóname por todo. Yo... te juro que no era mi intención volver a vernos, caí en el juego de Kendall, pero te prometo que después de hoy no volverás a verme, jamás.

Jay no se resistió, un par de lágrimas corrieron por sus mejillas, iba a decir algo pero contuvo sus palabras, se levantó de la mesa arrojando un par de billetes para pagar la cuenta y salió del restaurante sin voltear a verla.

Hailey había oprimido sus sentimientos por tanto tiempo que olvidaba lo cruel que se sentía dejarlos fluir, sentir el sufrir de los demás y el propio, no podía permitirse volver a experimentar eso que le estrujaba el corazón. Se tomó un par de minutos para respirar profundo y se levantó de la mesa, Justin la esperaba afuera.
Los primeros dos "retos" de componer la vida de personas que había destruido habían sido sencillos, tan fáciles que le pareció patético, pero este último había supuesto el mayor reto de la semana y cuatro días que llevaba del tiempo que le había dado el ángel para reponer sus errores.

-¿Cuántos más?- le preguntó Hailey a Justin cuando salió del restaurante.- ¿Cuántas putas vidas más tengo que arreglar? ¡Oh, divino ángel sabelotodo!- gritó un poco fuera de sí.

Al ser pocas las veces que demostraba sus emociones no sabía cómo controlarlas cuando las sentía, la furia la había invadido y no encontró mejor ser para desquitarse.

-No puedo decírtelo.- mintió, ella volteó a verlo aún más molesta, y con algo de incredulidad, porque él nunca la había privado de respuestas.

-¿No me puedes decir cuánto puto tiempo más te vas a quedar aquí arruinando mi vida?- continuó gritando.

-Hailey, necesitas calmarte.- le pidió sin moverse de donde estaba, mientras ella caminaba en círculos alrededor de él, desesperada.

-¡Vete! ¡Sal de mi jodida vida, deja de arruinar todo lo que toco! ¡Desaparece y jamás regreses maldito y estúpido ser divino y celestial! ¿No ves que me importa una mierda si me voy al infierno? Al final de cuentas ¡es lo que merezco! Una persona tan jodida como yo sólo puede terminar ahí.

Dejo de caminar en círculos para tomar un camino recto de regreso a casa, mientras las lágrimas que tanto había reprimido comenzaban a nublarle la visión. Volteó para cerciorarse que Justin venía tras ella pero no era así, él había vuelto a desaparecer.

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