Capítulo 14

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No quiso volver a casa, no tenía ganas de estar en donde todo le recordara a Justin. Por suerte tenía las llaves de su Volvo en el bolso, así que regreso a su edificio y sin más se subió a su auto y condujo.
Cuando recién había llegado a Nueva York, solía asistir de vez en vez a un bar en Queens, el camino desde Brooklyn era algo largo, pero mejor así, para que pudiera llegar a una hora en que ya estuvieran sirviendo alcohol, apenas iban a dar las tres de la tarde. Tuvo que dar varias vueltas y detenerse en un autoservicio para mordisquear un emparedado antes de poder llegar a Tropix. Había poca gente en el lugar.
Se colocó sus gafas oscuras para ocultar que había llorado y se sentó en la barra, pidió un cosmo y, ya estando en la mayor lejanía del sitio, comenzó a llorar de nuevo. Por Jay, por Justin, por todo. Odiaba a sobremanera sentirse así, culpable, débil, tan vulnerable.
Terminó su coctel de un solo trago y pidió otro.

No es que estuviera pendiente de su ingesta de alcohol, pero de igual manera perdió la cuenta de cuántos tragos llevaba, sentía que la piel le hormigueaba y había cambiado el llanto por risas sin sentido. Supo que estaba en problemas cuando trato de levantarse para ir al baño y se tambaleó, obligó a sus ojos a enfocarse en un solo punto para poder dar un paso pero resultó más complicado de lo que creía.
Teniendo al barman de cerca le pidió de una vez la cuenta para ya irse a casa, se preocupó más cuando fue consciente de que su ebriedad ya ni siquiera le permitía hablar bien y arrastraba las "s", pero estaba demasiado relajada como para caer en la realidad. Sacó un billete de su bolso para pagar, no supo de cuánto era pero debió haber cubierto la cuenta porque nadie le reclamó deber algo.
Arrastró los pies hasta el baño, no sin poder evitar trastabillar con continuidad. Cuando termino de hacer sus necesidades se tiró agua fría en el rostro para tratar de despejarse, pero no sirvió de mucho.

Con el paso un poco más firme salió del baño, unos pasos adelante no pudo evitar tropezar contra una mesa, por suerte sintió como unos brazos la sujetaron con más fuerza de lo que se consideraría necesario, pero no protestó. El hombre que la había atrapado en el aire movía la boca pero ella no lograba entender una palabra de lo que decía, sumándole que la música estaba bastante alta, así que se limitó a asentir peleando con lo que en ese momento, en esas condiciones, eran todas sus fuerzas para zafarse del agarre del hombre.

La inútil batalla de Hailey por continuar caminando por su cuenta solo generó una risa burlona en el hombre, quien seguía sin soltarla, sosteniéndola con firmeza de la cintura. Ella balbuceaba para que la dejara ir pero el hormigueo que sentía en sus mejillas no le permitía articular una palabra.
Salió contra su voluntad del lugar, en su mente ella estaba gritando a todos que le ayudaran, y pegándole con una fuerza descomunal al hombre para que la soltara, pero en realidad no hacía más que seguir balbuceando y aleteando con las manos.
Intentó sacar las llaves de su auto del bolso, pero éste se cayó al piso regando sus cosas en el pavimento. Por primera vez el hombre la soltó para permitirle recoger sus pertenencias y ayudarle, cuando volvió a guardar todo, sin levantarse del piso quito el seguro de su auto con la llave, y de no estar cayéndose de ebria habría notado el error que había cometido porque los ojos del hombre extraño brillaban con maldad.
El sol se había escondido, y estaban completamente solos afuera del bar. Cuando el hombre divisó el auto propiedad de la chica la volvió a levantar del piso contra su voluntad y se podría decir que la arrastró hasta el coche.
La azotó contra la puerta mientras le besaba desesperadamente contra la voluntad de Hailey.
Ella sentía la humedad en su boca y unas manos recorriéndole, tuvo tanto asco, desesperación y miedo, pero su cuerpo no respondía, el alcohol había nublado sus sentidos a niveles preocupantes.
El pánico la tomó en posesión cuando el hombre abrió la puerta trasera del auto y trató de empujarla hacia dentro, su instinto de supervivencia la hizo reaccionar y retomar fuerzas para impedir que la metieran.
Cuando él notó su oposición, tuvo como respuesta soltarle una bofetada tan fuerte que la tiró al piso.

Y, entre la contusión por el golpe y los efectos del alcohol, Hailey pudo distinguir el sonido de ráfaga que anunciaba la llegada de su ángel.
Diviso la figura de Justin aparecer detrás del desconocido, no pudo ver su rostro porque todo estaba oscuro, pero sabía que era él.

"Eres un hijo de puta" lo escuchó decir, y se sintió sorprendida porque Justin jamás decía groserías, pero después de esta frase todo sucedió muy confuso para el estado en que ella se encontraba.

El desconocido trató de golpear también a Justin por impulso, pero el ángel detuvo su puño con una mano y con la otra lo tomó del cuello, casi sin esfuerzo despegó al hombre del piso, sosteniéndole del cuello con una sola mano. Poco después de que el color de su rostro comenzara a tornarse morado por la falta de aire, Justin lo soltó, el hombre cayó al suelo de espaldas, tardó unos segundos en reincorporarse y cuando se iba a levantar, Hailey escuchó los gritos del desconocido, como suplicios.

No entendía que pasaba porque Justin estaba a una distancia considerable para poder seguir haciéndole daño, hasta que notó que de las manos del hombre salía humo, como si lo estuviesen quemando, y a pesar de que gritaba a súplicas como un sonido berreante, nadie los escuchaba.
En las manos del hombre quedó grabado "cerdo violador"  con quemaduras, para que nunca pudiera deshacerse de esas palabras.

Justin la levantó del piso cargando, quería subirla a la parte trasera del auto pero por la oposición de Hailey, le acomodó en el asiento del copiloto. Aún él no sabía conducir apropiadamente, pero no le importó para tomar el volante y sacarla de ahí cuanto antes.

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