Al llegar al aula de Ciencias Naturales, lo primero que vi fue a Yessenia y Daiana saludándome con una mano y sonrisas amplias. Me acerqué y las envolví en un abrazo. Me senté en la banca a su lado, ya que habían reservado el lugar con sus mochilas. Durante los minutos libres, les conté sobre la decisión que estaba considerando respecto a Evans. Tras un debate animado con argumentos en contra, cambiamos de tema y compartimos el último chisme que habíamos escuchado. Nos reímos juntas, sin darle mucha importancia a las miradas curiosas que nos rodeaban.
De repente, mi risa se apagó al ver quién entraba al aula. Daiana y Yessenia siguieron mi mirada a la puerta.
—¿Él es Evans? —preguntó Daiana con una sonrisa pícara. Le di un golpe en el hombro, causando que hiciera una mueca de dolor. Yess se limitó a reír.
—¿Por qué hiciste eso? —me preguntó Daiana en un susurro enfadado.
—Porque no eres nada discreta y, además, no quiero que me vea —respondí rápidamente.
—Lo siento, Rose, es tarde, ahí viene —susurró Yess sin mirarme.
—Demonios, ves lo que causas, Daiana —le susurré con una mirada asesina antes de componer mi cara en una expresión relajada.
—Hola, Rosi... Rose —me saludó Evans con una sonrisa.
—Hola, Evans —respondí, sintiendo una incomodidad interna.
—¿Puedo sentarme contigo, o está ocupado? —preguntó, mirando el lugar junto a mí.
—Eh... no, no lo está —respondí mientras retiraba mi mochila para hacer espacio.
Un carraspeo sonoro vino de parte de Daiana.
—Ah, este es Evans... te presento a dos de mis amigas: Daiana, a quien conocí en noveno grado y con quien llevo casi 4 años de amistad, y a Yessenia, que conocí el semestre pasado; casi cumplimos un año de ser amigas.
—Mucho gusto —extendió la mano hacia ellas. Yess fue la primera en estrecharla. Después de los apretones de manos, ellas se giraron para hablar entre sí, claramente con intenciones de hacerme sentir incómoda.
—Oye, Rose... —Evans comenzó, y yo me preparé para lo que fuera.
—¿Sí?
—Eh, solo quería saber el porqué... emm... no, olvídalo —dijo, mirándome por unos segundos antes de bajar la mirada y negar con la cabeza.
—Sabía que quería hablarme, pero no podía dejarlo así; no podía ser una cobarde. Dios, me enojaba mucho con las tipas de los libros y k-dramas porque no decían nada, y yo me quedo callada.
—Eh, no... sé lo que quieres decir, y creo que te debo una disculpa —volvió a mirarme sin ninguna expresión—. Perdona, solo es que... no estoy acostumbrada a que un extraño, más que nada un chico como tú, se me acerque demasiado y me diga cosas así. Sabes, yo... eh, bueno... son contados los chicos que pueden abrazarme, y eso porque ya les tengo mucha confianza, años o meses de conocerlos —me detuve unos segundos, notando el interés en sus ojos.
—¿Por qué? —me preguntó, mirándome fijamente.
—Porque años atrás... sucedió algo que... eh, no... no te conozco casi nada. A pesar de que algo me dice que puedo confiar, pero no... es algo que me da cosa mencionar. Creo que...
—No te preocupes, entiendo, no tienes que contármelo en este momento —dijo, posando su mano sobre la mía que estaba apoyada en el escritorio. Me dedicó una sonrisa de apoyo, que yo le respondí de la misma manera.
—¿Aceptas empezar una bonita amistad conmigo que sea infinita? —me preguntó con una gran sonrisa. Yo asentí divertida.
—Después de unos minutos, el profesor entró, y resultó ser muy divertido. Nos contó anécdotas interesantes de sus años de trabajo. Mencionó que sus hijas eran fans de Harry Potter, lo que me hizo sonreír, al igual que Daiana, Yess y Evans, quienes me miraron con sonrisas divertidas. La clase pasó rápidamente hasta que la primera campana del día sonó.
—Si solo tocan la campana y corren... mugres niños —se quejó el profe en tono de broma, lo que nos hizo reír. Comenzamos a salir del aula, la mayoría despidiéndose del profe, ansiosos por la próxima clase.
—Te vemos en el receso, Ro. Un placer conocerte, Evans —fue la despedida rápida de Daiana y Yess antes de desaparecer en el pasillo. Yo las fulminé con la mirada, aunque seguramente no me vieron. Me giré hacia Evans y le dediqué una sonrisa incómoda, balbuceé un "hasta luego" y comencé a caminar hacia mi próxima clase.
—Bien, vas a Artes, ¿verdad? —me preguntó Evans.
Me detuve, volviéndome completamente para mirarlo.
—Realmente me estás asustando, ¿sabes? —me crucé de brazos con una media sonrisa. Vi que él ampliaba su sonrisa.
—Bueno, esta vez no lo negaré... esta mañana llegué más temprano de lo normal para matricularme en tus mismas clases —respondió. Eso sí me sorprendió.
—¿Y por qué harías eso? —pregunté confundida.
—Bueno, porque ayer saliste corriendo y pensé que no reaccionarías así... así que, pensando que me había equivocado, pensé que no me perdonarías. Decidí matricularme en tus mismas materias porque aún no había elegido cuáles tomar, y para poder pedirte perdón. Pero veo que en lo de buen corazón no me equivoqué, ya que me perdonaste fácilmente —dijo, formando una sonrisa apenada—. Mi segundo plan era traer algo de BTS que vi en una tienda de cosas otakus de camino aquí, pero el tiempo para arreglar todo hizo que esa opción quedara fuera.
Solté una sonrisa cuando mencionó BTS, aunque me regañé internamente por no haberme tomado más tiempo para decidir. Si lo hubiera hecho, podría haber añadido algo nuevo a mi colección.
—Espera —interrumpí, con curiosidad—. ¿Cómo sabes lo de BTS?
Él bajó la mirada hacia mis colgantes, mi mochila decorada con accesorios de BTS y mi funda de celular con Jimin en la portada. Sonrió con una expresión de obviedad.
—Es inevitable no darse cuenta —dijo Evans, soltando una risa.
—Ah, es verdad —solté una carcajada—. Pero no soy otaku, aunque me gusta el anime, no es lo mismo Japón que Corea del Sur, ¿eh?
—Es verdad, perdón, perdón —agregó rápidamente—. Es probable que al rato te diga "chinos" en vez de "coreanos".
Noté cómo su sonrisa se desvanecía al ver mi fruncido de ceño y levantó las manos en señal de paz.
—Estás loco... y bueno, es cierto, ahora te quiero —vi cómo él comenzaba a sonreír nuevamente—. Tanto como Hermione quería a Lavender Brown —su sonrisa se desvaneció en una expresión confusa antes de reaccionar y exclamar un "Oye". Yo respondí sacándole la lengua de manera infantil y grité "¡Atrápame!" antes de salir corriendo hacia el aula de Artes, que estaba en el segundo edificio. Evans me alcanzó rápidamente, y así continuamos la carrera hasta el aula entre risas. Justo al entrar al segundo edificio, detuve mi risa al ver a una persona en un grupito que no había visto desde el día anterior. Le dije a Evans que esperara unos segundos, lo cual aceptó, confundido por la pausa repentina mientras su mirada me seguía.
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Primer Amor
RomanceEn un mundo donde el destino y el deseo se entrelazan, una joven busca encontrar su lugar en un entorno lleno de desafíos y emociones inesperadas. Mientras enfrenta el dilema de enamorarse, su vida se complica con secretos y revelaciones que la hac...