Connections and Revelations

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Mientras mis días se llenaban de citas psicológicas y visitas a la nutrióloga, Evans había estado trabajando en algo que jamás imaginé. Una noche, durante nuestra llamada semanal, me soltó una noticia que me dejó boquiabierta.

—He sido seleccionado para participar en la Olimpiada Nacional de Matemáticas —dijo Evans, con un tono que reflejaba una mezcla de orgullo y modestia.

—¡¿Qué?! —exclamé, sorprendida—. ¡Eso es increíble, Evans! ¿Desde cuándo?

—Llevo unas semanas asistiendo a clases extracurriculares para prepararme. La competencia será dura, pero me motiva el reto.

De repente, un recuerdo me atravesó. La primera vez que nos vimos fue en una clase de matemáticas, cuando me adelanté para ir a otra clase, y él me alcanzó después.

—¡Espera un segundo! —reí—. ¡Claro! La primera vez que coincidimos fue en esa clase. Estabas tan concentrado, y justo cuando me adelanté para ir a otra clase, me alcanzaste para decirme lo de mi funda.

Él se rio suavemente, como si pudiera revivir ese momento con solo escucharlo.

—Sí, lo recuerdo. No podía evitar reírme cuando te vi casi salir corriendo.

Mientras me contaba de su preparación para la olimpiada, me di cuenta de que, mientras yo asistía a terapia y citas con la nutrióloga, él había estado preparándose arduamente para esa competencia. Aunque nuestras vidas iban por caminos diferentes, ambos estábamos avanzando en nuestros propios desafíos, cada uno a su ritmo.

—Por cierto, hay algo que no te he mencionado —dijo Evans, de pronto—. Mi mamá también es nutrióloga.

—¿Tu mamá? —pregunté, levantando una ceja—. ¿Cómo se llama?

—Dra. Ana Thompson.

Mi corazón se detuvo por un segundo. ¡Ana Thompson era mi nutrióloga! De inmediato, sentí que mi rostro comenzaba a calentarse. ¡¿Cómo no lo había notado antes?! El parecido entre ellos era evidente, pero nunca me había dado cuenta.

—¡Espera... no puede ser! —dije, incrédula—. ¡Tu mamá es mi nutrióloga!

Del otro lado de la línea, Evans soltó una carcajada.

—¿En serio no te habías dado cuenta? —preguntó entre risas—. 

—Mamá siempre me decía que debía conocer a alguien como tú. Decía que eras una joven encantadora y que sería genial que saliéramos juntos —dijo Evans, con una sonrisa en la voz.

—¿En serio? —pregunté, sorprendida—. ¿Y tú qué le dijiste?

—Le dije que estaba empezando a salir con alguien. Aunque en ese momento no era nada formal, no quería que se hiciera ilusiones. —Evans rió suavemente—. 

Mi rostro se encendió aún más. No solo estaba en consulta con la madre de Evans, ¡sino que ella había intentado emparejarnos sin saber que ya nos conocíamos! Además, Evans le había dicho que ya estaba saliendo con alguien, y recordé ese incómodo rechazo que le di hace unas semanas.

—¡Oh, Dios mío! —murmuré, llevándome una mano a la frente—. ¡Esto es tan vergonzoso!

Mientras escuchaba su risa del otro lado del teléfono, me vino a la mente un recuerdo de las sesiones con la Dra. Ana Thompson. En cada visita, ella no podía evitar hablar de su hijo.

—¿Cómo te va en la escuela? —solía preguntarme, y yo le contaba sobre mis estudios y mis amigos. Ella siempre parecía interesada en saber si tenía alguna pareja o si había salido con alguien especial.

En una de las sesiones, incluso le conté sobre Evans, sin saber que era su hijo.

En ese momento, no pensé en la conexión. Respondí entusiastamente a sus preguntas, sin imaginar que detrás de su interés había una intención de emparejarnos. Ahora, al recordar esos momentos, me sentí algo ridícula por no haberlo notado antes.

—¿Te diste cuenta de que me hacía muchas preguntas sobre tu vida personal? —le conté a Evans durante nuestra llamada—. Pensé que solo era curiosidad profesional, pero me doy cuenta de que probablemente estaba intentando averiguar si había alguien especial en mi vida.

Evans rió suavemente al escuchar mi confesión.

Imagínate si no hubiera sido ella, sino algún amigo intentando emparejarte con alguien más. Eso sí que me habría puesto celoso.

El tono de su voz, mezclado con un ligero toque de celos, me hizo sonreír. No había imaginado que Evans pudiera sentir algo así por mí, y su confesión me hizo sentir especial.

—Eso es dulce —le respondí—. Pero ahora que lo pienso, podría haber sido peor. Al menos era tu mamá quien intentó emparejarnos. Imagínate si hubiera sido alguien que no conocía. No me había dado cuenta de que Evans podía sentir celos, pero su confesión mostró una faceta más profunda de sus sentimientos. Me hizo sentir un cálido cosquilleo en el estómago, sabiendo que él realmente se preocupaba por mí.

Pero si hubiera habido alguien más, ¿Cómo te hubieras sentido?

—No sé, creo que habría sido difícil para mí. Imagina que alguien más se interesara en ti, sin que yo supiera de tu existencia o sin la oportunidad de conocerte. Pero ahora, sabiendo que ya nos conocemos, me alegra que no haya sido así.

— Prefiero estar así contigo, conociéndote de verdad.

Las palabras de Evans hicieron que me sintiera aún más conectada con él. Había algo reconfortante en saber que no era solo un interés pasajero para él. Nuestra conexión, aunque llena de sorpresas y malentendidos, se estaba fortaleciendo.

—Gracias por ser tan comprensivo —le dije—. A veces me siento un poco abrumada por todo esto, pero saber que estás aquí y que te importa significa mucho para mí.

—Siempre estaré aquí para ti, Rose —respondió Evans—. Estoy emocionado por lo que viene y por todo lo que estamos construyendo juntos y finalmente cuando estés lista me aceptes.

Nuestra conversación se tornó más ligera y fluida mientras compartíamos risas y anécdotas sobre nuestros días. La conexión que estábamos construyendo no solo era sobre las sorpresas y coincidencias, sino sobre la forma en que nos entendíamos y nos apoyábamos mutuamente.

Estoy orgulloso de todo lo que estás logrando con tus citas. Estás haciendo un trabajo increíble soltó de repente

No pude evitar sonreír. Había una extraña conexión que, sin querer, nos unía de formas que ni siquiera habíamos imaginado.

A pesar de los nervios y las sorpresas, la conversación con Evans me dejó con una sensación de calma y alegría. La conexión que compartíamos, con todas sus complicaciones y desafíos, estaba creciendo más fuerte.

Mientras tanto, mi relación con la Dra. Ana Thompson se volvía cada vez más interesante, sabiendo que ella había intentado emparejarnos de una manera tan indirecta. Sin embargo, también me sentía agradecida por su papel en mi vida, ya que me estaba ayudando a mejorar mi bienestar.

A medida que nuestras llamadas nocturnas se convirtieron en un momento especial para ambos, me di cuenta de que había algo más en esta conexión que simplemente una serie de coincidencias. Había una verdadera preocupación y cariño, y eso me llenaba de esperanza.


Primer AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora