A Warning Message; An Unexpected Invitation

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El sonido de la campana me sacó de mis pensamientos. Todos empezaron a levantarse y a recoger sus cosas, y en medio del bullicio, sentí una mano en mi hombro. Me giré y me encontré con la sonrisa amistosa de Evans, que me miraba con curiosidad.

-¿Todo bien? -me preguntó, inclinando un poco la cabeza.

-Sí, claro, todo bien -respondí rápidamente, aunque mi mente aún estaba atascada en la idea del baile de graduación.

Evans asintió, pero no pareció convencido. Comenzamos a caminar juntos hacia la salida del aula.

-¿Te gustaría salir conmigo esta tarde? -dijo de repente, rompiendo el silencio.

Me detuve, sorprendida por su pregunta. No era típico de Evans, al menos no en el poco tiempo que llevaba conociéndolo, sugerir algo tan directo. Mi mente trataba de encontrar una razón detrás de su propuesta. ¿Estaba planeando contarme lo que había escuchado?

-¿A dónde? -pregunté, intentando sonar casual.

-No muy lejos. -Sonrió, esa sonrisa que me resultaba tan enigmática-. Podríamos ir a la cafetería al final de la calle, ¿qué dices?

Algo en su tono, en la manera en que me miraba, me hizo dudar por un segundo. Pero la curiosidad era más fuerte que cualquier temor. Además, después de lo que había pasado con las chicas, no quería quedarme sola y perderme en mis pensamientos.

-Está bien, suena bien -acepté finalmente, devolviéndole la sonrisa.

Él asintió, aliviado, y juntos nos dirigimos al siguiente aula, donde teníamos nuestra próxima clase. Mientras caminábamos, sentí que la atmósfera entre nosotros se volvía un poco más ligera, menos tensa. Aunque no había olvidado la intriga en la que me había envuelto desde que mencionó lo que había escuchado esa mañana, su compañía me brindaba una especie de calma que no podía explicar.

La clase transcurrió lentamente, cada minuto parecía un eterno desierto de palabras y ecuaciones que no lograban captar mi atención. De vez en cuando, giraba mi cabeza hacia Evans, quien se concentraba en su cuaderno, escribiendo sin parar. ¿Qué había oído exactamente? ¿Por qué no quería decírmelo en ese momento? Las preguntas se arremolinaban en mi mente, y la incertidumbre no hacía más que crecer.

Cuando finalmente sonó la campana, recogí mis cosas con rapidez y me dirigí hacia la puerta. Evans estaba allí, esperándome pacientemente. Me miró con una mezcla de complicidad y preocupación, y me hizo un gesto para que lo siguiera.

Caminamos juntos por los pasillos concurridos hasta salir del edificio principal. La brisa fresca de la tarde acarició mi rostro, y por un momento, me sentí un poco más tranquila. La cafetería de la que había hablado Evans estaba a solo unas cuadras de la escuela, y al llegar, nos acomodamos en una mesa cerca de la ventana, desde donde podíamos observar el ir y venir de la gente.

-Entonces, ¿por qué tanto misterio? -pregunté, sin poder contenerme más-. ¿Qué es lo que querías decirme?

Evans me miró fijamente, sus ojos reflejaban una mezcla de seriedad y algo más, tal vez preocupación.

-Lo que escuché esta mañana es importante, Rose, pero prefiero que lo hablemos cuando estemos en un lugar más tranquilo -dijo con suavidad-. Hoy solo quería que pasáramos un rato juntos, sin más. Conocernos un poco mejor antes de entrar en temas pesados.

Me quedé en silencio por un momento, procesando sus palabras. Por un lado, quería insistir y saber de una vez qué era lo que lo preocupaba tanto. Pero por otro lado, la idea de pasar una tarde agradable con él, sin más complicaciones, me resultaba tentadora. Después de todo, las últimas semanas habían sido bastante intensas, y quizás un poco de distracción no me vendría mal.

Primer AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora