REFLEJO

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Quién os iba a decir hace unos meses que terminaríais escribiendo los comentarios de los últimos dos capítulos, ¿eh?

PD: ya estamos en el capítulo numero 50

POV Natalia
La luz que llega a mis ojos aparece de golpe, como si no hubiese dormido, como si no hubiese pasado el tiempo suficiente. Me despierto más cansada de lo que me acosté anoche. Me da la sensación de que ya he vivido esta situación en mis sueños de las últimas semanas, pero había olvidado antes de despertarme. Trato de salir de la cama pero un peso inesperado en ella me lo impide.
- Mierda, Skit, que no puedes dormir aquí.- él ronronea pero no se molesta ni en mirarme.- Yo tampoco saldría de la cama si pudiese.
Salgo por el otro lado de la cama y rebusco mi móvil entre el desastre que es ahora mi habitación. Enciendo el reproductor y me la juego dejando que suene en modo aleatorio. Mientras me acerco al armario y escojo mi ropa escucho cómo una lenta y triste balada de Birdy cobra fuerza y empieza a narrar la historia de un amor imposible.
- Los cojones.- doy la vuelta frustrada y paso la canción. El rugido de Sleeping with sirens me parece por ahora una buena opción, por lo menos una alternativa.
Vuelvo al armario y respiro hondo con los ojos cerrados antes de escoger mi mortaja. El verano nos ofrece una de sus últimas funciones, y el sol nos da los buenos días advirtiendo que va a quedarse para hacernos compañía durante todo el día. Salgo de la habitación todavía dejando caer la camiseta de tirantes sobre mí, y me encuentro con mi madre en la cocina guardando su comida de hoy en su mochila de trabajo. Toco un par de veces el marco de la puerta para advertirle de mi presencia.
- Buenos días.- digo cuando se gira para verme.
- Hola, cariño.- dice sonriendo para luego cerrar la mochila y echársela sobre el hombro.- Tengo que irme, pero te he dejado el desayuno preparado y el dinero por si necesitas comprarte materiales.- dice señalando hacia la mesa de la cocina.
- Mamá, eso es mucho dinero. Además, he estado trabajando y como no me has dejado pagar la matrícula, está intacto.- ella levanta un dedo acusador.
- Esos son tus ahorros, intactos están bien.- miro de nuevo los billetes sobre la mesa.- Estamos mejor, ¿vale? Te dije que sería temporal.
- Aún así...
- ¿Puedes simplemente comportarte como una adolescente normal, coger el dinero de tu madre y malgastarlo en alguna tontería?- finalmente me rindo sentándome en la mesa para desayunar.
- Ya no soy una adolescente.- ella rueda los ojos.
- Lo que tu digas. Nos vemos esta tarde.- dice dándome un beso en la mejilla y saliendo por la puerta.
Renuncio a perder más tiempo desayunando sola y decido guardar el zumo en una botella de plástico vacía y llevármela a la universidad. Cojo una magdalena para el camino y me la llevo a la boca mientras cojo el dinero y me detengo frente a un libro de recetas que mi madre nunca ha usado Lo abro para descubrir el hueco recortado en sus hojas como escondite. Ella cree que no sé lo que hay ahí. Es una pequeña caja metálica del tamaño suficiente para guardar billetes sin arrugarlos demasiado. Dejo ahí la mitad del dinero que llevo en la mano y voy al baño para arreglarme antes de salir a buscar a Claudia. Cuando llego a su casa me advierte por un mensaje que todavía no está lista porque me he adelantado. Bajo del coche y me cruzo con su padre que sale con prisas hacia el trabajo.
- Ey, Natalia, a ver si os sacáis pronto la carrera y empezáis a trabajar cuanto antes, vuestra generación es la que va a pagar mi jubilación.- exclama desde el coche. Le respondo con un gesto militar y me despido de él con la mano.
Cuando me acerco a la entrada de casa veo que sale su hermana pequeña seguida de su madre. Discuten entre ellas, lo que hace que ignoren completamente que alguien podría ahora mismo entrar a su casa sin darse cuentas, pero tienen suerte de que sea yo.
- El año que viene vas a tener que llevarme a mi también a la universidad.- dice la más pequeña cuando se da cuenta de que estoy allí.
- Más te vale.- gruñe su madre desde detrás.- Hola, Natalia. ¿Has adelgazado? Cuánto tiempo que no te veía. ¿Cómo está tu madre? Siento no poder pararme un segundo, llegamos tarde, que lo paséis bien en vuestro primer día.- dice mientras se aleja. Simplemente me despido con la mano porque sé que no me dará tiempo a responderle nada.
Sigo mi camino hacia el interior de la casa esperando que no le quede mucho, pero antes escucho el claxon del coche y veo a la hermana de Claudia metiéndole prisa a su madre. Las mañanas en esta casa siempre han sido agitadas. Suelen salir todos a la misma hora, así que es un completo desastre. Después de tantos años y siguen sin poder empezar bien cada día. Cuando entro me encuentro a Claudia descalza rebuscando entre el sofá. De algún modo todos están un poco descolocados por tener que volver a clases o a trabajar. Yo hace tiempo que lo había mentalizado. Había otras cosas en las que prefería no pensar, por eso supongo que dediqué todo mi tiempo a organizar el regreso a la universidad y nada más. Es como si pudiera ver un medidor advirtiéndome de que la distancia entre nosotras se reduce, al igual que el tiempo que nos queda sin vernos. Un sudor frío me recorre el cuerpo y no me deja pensar con claridad, casi me hace tiritar y no puedo quedarme quieta. Entonce me doy cuenta de que Claudia me esta hablando.
- ¿Qué?- digo interrumpiéndola sin querer.
- Que no sabes las ganas que tengo de independizarme.- veo que coge su bolso y me mira.- ¿Nos vamos?
Asiento y salimos de su casa hasta mi coche. De camino Claudia sigue quejándose de su familia y enumera sus propios pros y contras de volver a la universidad. De algún modo parece que echa de menos la monotonía, es como si hubiese perdido la noción del tiempo sin un horario que lo marque. También me comenta sobre los compañeros de clase que hace tiempo que no ve, pero aún así me hace un resumen de sus últimas vivencias según su página de facebook. Estratégicamente pasa por alto a Nerea, aunque sé que quiere preguntar no lo hace porque ya hemos hablado de esto. No sé lo que va a pasar, pero tampoco es que vaya a salir corriendo cuando la vea o a caer de rodillas suplicando su perdón. No quiero que nuestra relación quede en nada, pero tampoco estoy reparada para hablar con ella como si todo siguiese como antes. Aparco cerca de la facultad y caminamos bajo el sol encontrándonos con compañeros. Claudia salta eufórica cuando se encuentra con las chicas, entre ellas Núria y Diana, que muestran un moreno envidiable probablemente causa de pasar más tiempo en las piscina que dentro de casa este verano. Yo me quedo rezagada mientras ellas se gritan frases que no alcanzo a entender, probablemente por sus excesivos decibelios. Detrás de ellas, a una distancia considerable, veo a alguien más llegar. A ella la podría reconocer entre la grada de un campo de fútbol, rodeada de una multitud, pero a él no lo he visto nunca. Durante sus meses de ausencia no la he idealizado, sigue siendo el mismo cuerpo que despertaba mi deseo, la sonrisa por la luchaba cada día por conseguir, los sentimientos que había enterrado se escapan como si tratase de agarrar mi sombra con las manos. Todo sigue igual, excepto que ya no me siento cómoda cuando pienso en ella. La conozco, pero ya no la reconozco. Siento cómo una fuerza invisible de empuja, arrastrándose en mi interior, hurgando y arañando. Como un fantasma tratando de atravesarme. La veo caminar junto al chico desconocido, él le cuenta algo gesticulando haciendo que ella le sonría. Cuando están lo bastante cerca de la facultad se detienen, ella le da un abrazo y cuando se separan él da media vuelta y se va por donde ha venido. Ha ido a acompañarla.
- Hay que joderse.- susurro para mí misma y camino directa a la facultad.
Pero en un último instante noto que cruza una mirada conmigo, como si mi movimiento le hubiese advertido de mi presencia. Hago como si no la hubiese visto y sigo andando para desaparecer tras las puertas del edificio, sin esperar a Claudia. Noto el peso de su mirada en mi espalda todavía, y quema. Ni siquiera me ha tocado, no me ha hablado y me estoy rompiendo en pedazos. Entender que nos es la apropiada para mí no hace que sea más fácil. Creía que estaba superado, pero vuelvo a decaer cuando estoy en lo más alto. Y quiero luchar, pero no encuentro las fuerzas necesarias. Era lo que temía, no soy capaz de soportar su presencia. No debería tener este poder sobre mí, no debería seguir teniéndolo.  Cruzo pasillos sin saber dónde voy, me arde la traquea como si tratase de mantener la respiración bajo el agua, pero lo único que quiero es hacer que el aire deje de salir irregular. Escucho los pasos de Claudia cerca de mí, me coge del brazo y hace que me detenga en un pasillo cercano.
- ¿Quieres que nos vayamos a casa? No pasa nada si nos saltamos la primera clase del curso.- dice en voz baja.
- No, solo....dios, simplemente la he visto de lejos y mira cómo estoy.- llevo ambas manos a la cara y trato de detener el escozor en mis ojos.
- Esta bien, es normal que te afecte.- escucho que habla a mi lado.
- Es peor de lo que pensaba.
- Vamos a hacer una cosa. Vamos a clase, tratas de distraerte y empiezas a acostumbrarte a tenerla cerca. No puedes evitarlo, lo mejor es asimilarlo cuanto antes.- coloca una mano sobre mi hombro y me ofrece un suave apretón.- Pasará.
Asiento suavemente y paso ambas manos sobre el pelo. Intento recuperar la compostura pero mi respiración no consigue normalizarse. Una parte de mi comprende y quiere aceptar la opción de Claudia, pero otra me asegura que no será fácil.
- ¿Puedes darme un minuto?- le pido a Claudia. Ella asiente todavía no muy convencida pero se aleja lo suficiente para tenerme a la vista al mismo tiempo que la puerta de clase.
Me quedo sola escuchando el repiqueteo de los pasos de los estudiantes pasando cerca. Me aterra pensar que tendré que pasar por esto una y otra vez durante un tiempo indefinido. Ese amor que le dí era más del que ella podía corresponder, así que las sobras han terminado desaprovechadas. Lo sé, ella me lo dijo, soy una parte importante de su vida, pero solo eso, una parte. Cierro los ojos y trato de concentrarme en lo que se me viene encima, pero es como si ahora me viniesen todos los recuerdos de golpe, como si acabasen de quedar liberados y de uno en uno caen sobre mí sepultándome. De nuevo vuelve esa presión sobre mi pecho.
- No pensé que me echarías tanto de menos.- no puede ser. No lo creía posible, pero era la última persona que quería ver en esos momentos a pesar de las circunstancias. Era Sara, de nuevo tratando de reducir al absurdo los momentos cruciales de mi vida. Más que desgana al volver a escucharla, lo que siento es impotencia convertida en furia que no puedo evitar arrojar sobre su persona. Cierro los ojos con fuerza para luego observarla tratando de entender cómo funciona su razonamiento para llegar a la conclusión de que lo que necesito son dosis de humor negro en las condiciones en la que me encuentro.
- Mira, me parece muy bien que si no tiene amigos de tu edad te vayas a buscar a críos para impresionarlos con tu madurez y tu carrera casi terminada, pero a mí no me incluyas ahí. No estoy dispuesta a seguir escuchando tus gilipolleces.- ella se inclina hacia atrás como si no esperase aquel ataque, pero rápidamente niega con la cabeza y por primera vez creo que la veo molesta.
- Escucha pequeña Romeo, ¿cuántos años tienes? ¿18? ¿19? Y haces como si fuese el fin del mundo solo porque una tía te dejó hace meses. No vayas de alma errante como si tu vida hubiese acabado. Hazte un favor y madura. Has tenido un mal momento en tu preciosa vida, eso no va a matarte, tranquila.- suelto una carcajada amarga.
- Ni siquiera me conoces, tú no tienes ni puta idea de lo que me puede haber pasado.- digo dando un paso hacia ella
- Bueno, ilumíname con tu torturado corazón de poeta muerto en vida, vamos.- dice moviendo exageradamente los brazos.
- Vete a la mierda.- no estoy dispuesta a seguir perdiendo el tiempo con ella. Ahora mismo es lo último en lo que puedo pensar. No le debo nada ni tengo por qué soportar sus comentarios.
Me giro para ver que algunos compañeros de clase nos observan desde lejos, entre ellos Nerea. No creo que hayan llegado a escuchar la discusión, pero sí lo suficiente como para entender que no ha sido una simple charla amistosa. No me paro un segundo en medir sus reacciones y camino a paso ligero por los pasillos hasta salir de la facultad. El sol y el aire caliente me dan la bienvenida y se llevan la sensación de asfixia temporalmente. Se me va de las manos. La angustia de no saber lo que va a pasar me arrastra por los suelos. No estoy segura de poder volver a mi añorada normalidad. Siento dentro de mí crecer una especie de sombra que me está consumiendo ante la promesa de dejarlo todo en sus manos. Me susurra que se encargará de todo, que se llevará el dolor, juntos con mis sentimientos; que no tendré que preocuparme de nada, porque seré indiferente; que no volveré a sufrir, porque no dejaré que nadie pueda acercarse lo suficiente como para herirme de nuevo; principalmente porque me está arrebatando todo lo puro que quedaba de mí. Cierro los ojos y noto el frío del dolor crear escarcha en mis venas. Miro al suelo para encontrarme con los pedazos de lo que era, y no me importa caminar sobre ellos, convirtiéndolos en polvo. Tengo el corazón cansado. Me siento apagada, fuera de lugar. Ya no me importa lo que me pase, porque ya no queda nada de mí. Camino por la milla verde sin importarme si vuelvo.
- Hola.- escucho cerca de mí. Supongo que estoy preparada para escuchar la sentencia. Veo que se sienta frente a mí, sobre el pequeño muro que separa la facultad de las otras, sobre el mismo muro donde nos sentamos meses atrás en la misma posición, yo con el muro entre las piernas y ella sentada de lado. Igual que en esa época en la que cuando la miraba, sonreía sin razón.
- No has cambiado nada.- digo antes que nada. Supongo que me ha sorprendido ver que nada a cambiado en ella, ni siquiera mis sentimientos.
- Solo han pasado tres meses.- 98 eternos días para ser exactos.
- Ya.
- ¿Estas bien?- su voz es lenta y cuidada, como si se tratase de una granada de mano que teme hacer explotar si la agita demasiado. Yo hago una mueca.
- ¿Es una broma?
- Cuando he llegado te has ido y te he visto discutir con esa chica.- ella me mira pero yo me decanto por ver a los nuevo y perdidos estudiantes caminar frente a nosotras.
- ¿Adónde quieres llegar con esto?- ella desvía la mirada y espera unos segundos mientras busca las palabras que parece tiene preparadas desde hace tiempo.
- Quería pedirte disculpas.- me mira esperando una reacción, pero si me muevo caeré desplomada al suelo.- Por tantas cosas. Por cómo te traté desde el principio, por haberte hecho daño sin ni siquiera darme cuenta, por no haber podido corresponderte.
- No.- digo como un gruñido que me rompe, haciendo que se detenga.- No digas eso, porque del “lo siento” a sentir lástima hay un paso, y yo ya empezaba a acostumbrarme de que no sintieses nada por mí.- veo de reojo que niega con la cabeza.
- No, eso no significa que no sienta nada por ti. Tampoco ha sido fácil para mí.
- Eso no va a hacer que me sienta mejor.- noto que respira hondo, ya no sabe cómo hablar conmigo. Yo solo quiero alejarme y dejar de sentir que todo se derrumba cada vez que esta cerca de mí.
- El chico con el que he venido es Hugo. Salí con él hace tiempo. Nos encontramos este verano y hemos pasado tiempo juntos en el que me ha ayudado, no ha pasado nada más.
- No te estoy pidiendo explicaciones.- digo sintiendo que el verdugo me pide disculpas mientras prepara la soga.
- Quiero hacerlo.- insiste ella.
- Supongo que pasar tiempo con él ha hecho que te des cuenta de que, al igual que a él, a mi tampoco me quisiste.- creí que decirlo en voz alta y frente a ella ayudaría, pero solo hace que las palabras quemen según salen de mi garganta.
- No hagas eso.- me ruega.- A pesar de todo, no quiero perderte.- la parte más cruel de mí hace que me ría amargamente ante su comentario. Ella me mira tratando de reconocerme bajo mis cenizas.- ¿Estas distinta? ¿Qué te ha pasado? ¿Es por esa chica?-pregunta entre temerosa y frustrada.
- No, es por ti. ¿Todavía no te has dado cuenta?



Menudo panorama, ¿no? ¿Vosotras como lo veis?

@OneShipper

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