ESPEJISMOS

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Vuelvo a mirar el móvil. Tengo varias llamadas perdidas. La calle es fría y oscura y estoy sola, más sola que nunca. El corazón me late a cien por hora desde hace demasiado tiempo, creo que debería preocuparme, pero tengo otras cosas en la cabeza, por ejemplo: sus labios. Maldita sea. ¿Dónde voy? ¿Qué hago? Hace un par de días mi vida era tranquilamente monótona, y ahora todo esta en el aire. Me da la sensación de que en un par de semanas seré una persona totalmente distinta, las circunstancias me obligarán a comportarme de otra manera. Tengo miedo de perderme por el camino. ¿Qué quedará de mi después de esto? Después de 18 años esperando, por fin me he sentido viva, y siento como si eso hubiese sido mi sentencia de muerte. ¿Cómo de alto será el precio que tenga que pagar? Quizás solo el que este dispuesta. Ando sin dirección, intentando no pensar. Uno, dos. Izquierda, derecha. No funciona, todavía siento su tacto en mi espalda. El fantasma de su calor parece decidido a no marcharse. Intento entender lo que acaba de ocurrir. Analicemos. He pasado la tarde con ella, en su casa, en su habitación. Riendo, pasándolo bien, y cuando he querido darme cuenta, me había lanzado a su boca. Mierda, ¿y eso que significa! Estaba muy tensa cuando ha llegado su madre. Quizás no sabe que es gay. Probablemente. Aunque ella no parece avergonzarse ni sentirse incomoda con eso. Tengo que hablar con ella. Pero, ¿cuándo? No puedo llamarla por teléfono, me seria imposible hablar de esto por teléfono. Además, ¿qué tendría que decirle? No se ni que pretendía con ese beso. “Mentirosa.” Bueno, vale. Si que lo se, pero no se si estoy preparada para enfrentarme a esto. “Ella podría ayudarte.” No se. ¿Y si se arrepiente? “¿Y si no?” ¿Qué puedo hacer ahora? “No lo se.” Joder, nunca sabes nada, no haces más que liarme. “Sé lo mismo que tu, que ha sido el mejor momento de tu vida.”

Noto que el móvil vuelve a vibrar. Lo miro y es mi madre. Deben de estar esperándome para la cena en casa de Sofia. Ahora lo ultimo que necesito es una cena familiar. Espero un par de segundos antes de responder.

Dime.- me concentro para que mi voz suene segura.

Nerea, ¿Dónde estas?- pregunta rápida mi madre.

Esto…había ido a estudiar con una amiga, pero creo que me he puesto mala.- enfatizo la palabra “amiga”.- Sera mejor que me vaya a casa y descanse.

¿Te encuentras mal? ¿Te duele la cabeza, estas mareada?- escucho la voz robótica de mi madre por el auricular.- Eso es de tanto estudiar, te esta quitando la juventud.- dice convencida.

Si, eso debe ser.- digo sarcástica, pero no creo que lo haya pillado.

¿Y no quieres quedarte aquí a dormir?

No, en casa estaré mas tranquila. Ahora cogeré un autobús.- pongo voz lastimera para convencer a mi madre.

Esta bien. En unas horas llegaremos nosotros.

Si hubiese ido a la cena con todas estas emociones sin organizar en mi cabeza, se habrían dado cuenta de que algo me pasa. Prefiero entenderlo yo antes de tener que explicárselo a ellos. De camino a la parada mi cabeza sigue danzando de un lado a otro. Cuando tengo un problema intento ser objetiva, como si fuese alguien que ve la historia desde fuera, pero esto me toca muy de cerca y soy incapaz de ser imparcial. Necesito ayuda y mi desgastada conciencia no me sirve en este caso.

Todo se esta complicando, veo como las cosas cambian a una velocidad asombrosa, y yo sigo en medio observando, intentando que no me golpeen en la cara. Se me escapa de las manos una situación que ni siquiera estoy segura de cómo he provocado, ni cómo he sido capaz de hacerlo. Jamás me hubiese creído capaz de ser la primera en dar un paso al frente en algo como esto. No estoy segura de si ese acto ha sido lo mejor que podía hacer o el mayor error de mi vida, pero ya que he decidido jugármela, lo haré a lo grande.

LA VIDA UNIVERSITARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora