Hola chicas, siento el retraso, he estado muy ocupada. La cuestión es que tenía intenvión de hacer este capítulo más largo, pero como no quería prolongar vuestra espera, he decidido subir esta parte. Dentro de poco espero poder subir lo que tenía pensado desarrollar.
Eran las dos caras de una misma moneda. El acierto arrastraba consigo el error. Una parte de mí me decía que estaba bien, porque era lo que quería en ese momento; pero me echaba en cara que me estaba dejando llevar por mis necesidades primarias, lo que quizás no me convenía. Me aferraba a la idea de que estaba tomado decisiones que no tenían nada que ver con Nerea, aunque quizás su reacción si llega a enterarse pasaba por mi cabeza en numerosas ocasiones. No es como si sintiese que le estaba siendo infiel, quizás una pequeña parte de mí esperaba algún tipo de inconformidad por su parte. Aunque en un principio lo que me preocupaba eran las consecuencias directas que podía tener, como que la relación con Sara fuese más distante o demasiado cercana. En ese momento no estaba planeado, pero después de hablar con ella dejamos claro que sería puramente físico. Yo no esperaría por su parte una invitación para quedarme a dormir, ni ella me la ofrecería. Las palabras de cariño seguirían brillando por su ausencia en nuestra relación, pero eso no quería decir que ella dejase de insinuarse mientras pasábamos tiempo en la universidad. Nada de citas ni detalles como regalos. Los gestos de cariño estaban totalmente abolidos fuera de su habitación, incluso dentro serían limitados, siempre y cuando se diesen durante el acto. Mentalmente repasaba la que me solía parecer eterna lista de contras que conllevaba una relación con derechos, pero teniendo en cuenta mi situación muchos de ellos me parecían minucias, como la posibilidad de esperar más de esta relación de lo que la otra esta dispuesta a ofrecer. Seguía dándole vueltas mientras esperaba a Claudia en el parking. Habíamos ido juntas pero no habíamos tenido clases en común. Cuando llegó se subió directamente al asiento del copiloto y yo a su lado. Estaba abrochándose el cinturón cuando algo hizo que se detuviera.
- Natalia, ¿qué has hecho?- no supe reconocer si era preocupación o duda lo que reflejaba su voz.
- ¿De qué hablas?- llevó una mano hasta el cuello de mi camiseta para dejar a la vista una zona más oscura de mi piel, consecuencia de la tarde que pasé con Sara. Mierda, como hacía mejor tiempo a mediodía me había quitado la bufanda sin caer en que no era conveniente.
- ¿Qué te dije de eso de acostarse con un ex?- dice como si realmente le ofendiese.
- No es de Nerea.- dije colocándome bien la camiseta. Arranqué el motor tratando de dejar el tema de lado, pero algo me decía que no quedaría así.
- Espera, ¿ya estás saliendo con otra?
- No, no salimos, solo nos acostamos.- dije sabiendo que se había abierto la veda.
- ¿Me estás diciendo que la señorita “no creo en las relaciones de amigos con derechos” tiene una amiga con derechos?- dijo entusiasmada mientras yo maniobraba para salir del parking.
- Algo así.
- Bienvenida al lado oscuro, encanto.- dijo dándome un suave codazo mientras reía por lo bajo.- ¿Y quién es?
- ¿Acaso importa?
- Ya sé, es la chica que te saludó el otro día. Comentaste algo de que teníais una relación rara.- dijo para si misma.- ¿Cuando me la vas a presentar?- preguntó pasando por alto que le diese la razón o no.
- No tengo por qué presentártela.- al instante ya estaba haciendo pucheros.
- ¿Por qué no?- dijo gruñendo.
- Porque no estamos saliendo, no voy a ir presentándole a mis amigos.- vi de reojo que cruzaba los brazos sobre el pecho y se hundía en su asiento.
- Espero que os veáis pronto de nuevo, porque parece que el último polvo todavía no se ha llevado tu mal humor.- a pesar de su comportamiento sabía que no se había enfadado. Estaba segura de que comprendía la situación, quizás mejor que yo.
- Claudia, quiero hacerte una pregunta.
- La respuesta es no, que te haya dado por experimentar no significa que yo vaya a acceder a hacer un trío con vosotras.- a pesar de ir conduciendo no puedo evitar girarme para mirarla y ver que ha hablado impasible.
- No, animal, no es eso. ¿Qué haces para que no se te vaya de las manos y termine mal?- ella deja de lado su papel morbosos y vuelve a ser mi amiga de siempre.
- Conocer vuestros límites es muy importante, tanto dentro como fuera de la cama. ¿Por qué preguntas? ¿Te da miedo que os acabéis confundiendo?
- La verdad es que lo veo difícil. Ni se me pasa por la cabeza empezar otra relación ni me veo capacitada emocionalmente. Y ella menos. Es un témpano de hielo.
- ¿Entonces qué que te preocupa?- preguntó Claudia.
- Que nuestra relación se vuelva tensa. Ahora mismo es una alternativa, alguien nuevo en mi vida y me resulta muy fácil hablar con ella.- si pasamos por alto la crítica destructiva.- No quiero que terminemos mal.
- No tiene por qué. Seguís siendo amigas y pasáis un buen rato juntas.- dijo despreocupada, echando por tierra mis preocupaciones anteriores.
- No sé, hoy creo que no ha venido a la universidad. He ido a su taller y no estaba. Quizás se arrepiente.
- Bueno, si eso es verdad, simplemente lo dejáis ahí, pero antes de sacar conclusiones hablaría con ella.
Tras dejar a Claudia en casa e ir a la mía seguí pensando en lo que habíamos hablado. Quizás había decidido trabajar en casa o estaba ocupada en otras cosas. Sería totalmente comprensible que no me hubiese avisado, no tiene por qué. Esperaría a mañana para buscarla de nuevo. Me doy cuenta de que antes no le daba tantas vueltas a las cosas. Pero las cosas han cambiado, conozco de primera mano las consecuencias que puede tener el comportamiento humano si no mides tus actos.
Supongo que cuando sales con alguien y os acostáis, cada vez lo ves como algo íntimo y único. En lo que no piensas es que es algo que va más allá del amor o el cariño. Por naturaleza el cuerpo humano reacciona ante ciertas provocaciones, estés o no enamorada de esa persona. Incluso diría que es mucho más racional, no va más allá de necesidades primarias. O eso es al menos lo que me repetía continuamente para asegurarme de que no me estaba equivocando.
Fue aquella misma tarde cuando recibí su llamada. Ya había decidido dejar de lado el tema y centrarme en los trabajos de este cuatrimestre. Supongo que eso es lo bueno, al salir por la puerta de la habitación, se acaban los compromisos. Cuando vi su nombre parpadear en la pantalla recordé que quizás era porque quería darme explicaciones de por qué no nos habíamos visto hoy, o que quería decirme que se había equivocado y lo del otro día nos se volvería a repetir. No me causaba ningún tipo de inconveniente estas situaciones.
- ¿Qué llevas puesto?- si no hubiese sido porque ya sabía quien era no hubiese reconocido su voz. Viniendo de cualquier otra persona esa frase sería una indicación de que todo iba bien, pero viniendo de ella, era difícil diferenciar cuando hablaba en serio y cuando no.
- Oh, no quieres saberlo.- dije dejándome caer en la silla de escritorio.
- Vamos.- dijo rogando una repuesta.
- Hablo en serio, si te enteras de cómo voy vestida por casa echaría todo el erotismo por tierra.- escuché una carcajada seca al otro lado del teléfono.
- Oye, llevo toda la mañana trabajando y he terminado antes de tiempo, ¿te apetece pasarte por casa?-ahí estaba, sin explicaciones ni sutilezas mal disfrazadas. El acuerdo funcionaba.
- Oh, ¿por eso no estabas en la universidad hoy?- noto que suelta un bufido entre dientes.
- He tenido que hacer unos recados. ¿Me has echado de menos?- ruedo los ojos como si pudiese verme, pero por su risa creo que lo intuye.
- He contado los minutos.- le sigo el juego, pero en un tono de voz totalmente alejado del que se espera en una conversación así.- Me cambio y voy para allá.- digo finalmente dejando de lado la burla.
- Vale, nos vemos.
Después de cambiarme busqué el móvil y las llaves y salí a la calle. El frío externo me obligó a cerrar los ojos momentáneamente. Tiré de mi bufanda hacia arriba para taparme la cara y me apreté la chaqueta a los costados. Una vez dentro del coche me tomé unos segundos para calentarme las manos. Me lamenté por no haberle propuesto que viniera ella. En ese momento recordé lo distinto que era este momento en comparación a la otra vez que fui a su casa. Considerando que era la primera vez que iba y que ni siquiera tenía claro lo que iba a suceder. Ahora puedo intuirlo. Cuando llamé al timbre ni siquiera preguntó, simplemente me dejó pasar. Mientras subía por las escaleras ya pude notar el cambio de temperatura, así que me deshice de mi bufanda por ahora, sabiendo que solo iría a más. Quizás sería la premeditación, la excitación previa. En cuanto abre la puerta la encuentro con ropa de calle, probablemente no hace mucho que ha llegado, quizás me ha llamado estando fuera. Lo único que ha cambiado es que vuelve a estar descalza. Automáticamente ella deja espacio para que pase.
- Hola.- digo avanzando.- ¿No os pasáis un poco en este piso con la calefacción?- dije mientras me quitaba la chaqueta y esperaba un comentario con doble sentido hacia mi pregunta.
Directamente llevó un mano a mi cadera y me colocó frente a ella, cerrando la puerta detrás de mí. Supongo que esperaba algo de fingida cordialidad como bienvenida, pero no me quejo. Me sigue arrastrando con su mano hasta que mi espalda choca con la puerta y ella me presiona por delante al mismo tiempo que empieza besarme, quizás con más entusiasmo del que esperaba, cogiéndome desprevenida. Por supuesto no esperaba sutileza o delicadeza, teniendo en cuenta la otra vez, pero más que deseo era ansia y ferocidad descontrolada. Llevó una de sus manos a mi pelo agarrándolo con fuerza y la otra haciéndose hueco dentro de mi pantalón. Quise alejarme para decirle que se calmara pero no me permitió alejarme.
- Para.- llevé ambas manos a su pecho y la empujé notando que esta vez cedía.- Sara, ¿qué...
Cuando se alejó vi que se apoyaba con una mano junto a la puerta con la cabeza gacha, a pesar de eso pude ver su gesto. No era frustración sino incomodidad, parecía distante, lejos de allí. Mi preocupación pasó por encima de mi enfado momentáneamente.
- ¿Qué pasa?- traté de sonar más suave, pero ella seguía en la misma posición.- Sara.- pareció despertar de su trance momentáneamente.
- Perdona.- dijo mientra se incorporaba.- Lo siento, de verdad.- dijo dejando caer su mano por mi costado, como compensación a su trato brusco anterior.- Perdona.- seguía repitiendo.
- Tranquila.
No parecía que de momento fuese a contarme nada más. Decidí dejarle un poco de tiempo para que se tranquilizase. Ella ha escuchado mis miserias, y por encima de lo que había venido a hacer aquí, decidí dejar de lado el rol de amantes y ayudar a una amiga, o lo que fuésemos. Cogí su mano que seguía en mi costado y recogí mi chaqueta, que había terminado en el suelo durante algún momento del acercamiento. Tiré de ella hasta su habitación sin que se mostrase desacuerdo. Cuando llegamos allí solté su mano y dejé la chaqueta sobre la silla. Guardé silencio observando cómo se dirigía hasta su cama para sentarse más molesta por mostrarse así ante mí que por otra cosa.
- ¿Quieres que hablemos?- pregunté viendo que no tenía intención de decir nada.
- No es exactamente eso para lo que te he llamado.- y sigue con su juego, fingiendo que ha sido momentáneo.
- Vale, Doña impasible, puedes dejar de hacerte la valiente por un segundo.
- Hablarlo no me va a solucionar nada.- eso me suena.
- Ni acostarte conmigo. De todas formas, no voy a dejar que me pongas un dedo encima mientras sigas enfadada con el mundo.- la vi resoplar mirando en otra dirección. Algo me decía que estaba a punto de decirme que me marchara.- Escucha, yo tampoco quería hablar, pero el hacerlo contigo me ayudó, créeme. A veces simplemente vale con decirlo en voz alta.
- Solo he tenido un mal día y estoy jodida.
- Bienvenida a la raza humana.
- Eres cabezota.- dijo sonando parcialmente por la labor.
- No tengo nada que envidiarte.- veo que asiente pesadamente y estira la espalda.
- He ido a por algunos materiales y me he encontrado con una vieja amiga de la familia. Me ha dado la enhorabuena porque mi hermano se va a casar.- recuerdo algún comentario sobre su hermano, pero han sido escasos.
- No sabía que se iba a casar.
- Yo tampoco.- oh, vaya.
- ¿No tenéis una buena relación?- levanta la cabeza pensativa, realmente está haciendo un esfuerzo por parecer impasible.
- No, bueno...creía que la teníamos. El problema está con mis padres. Mi relación con ellos ha hecho que tenga discusiones con él, pero siempre creí que nuestra relación estaba por encima de eso.
Por un segundo me cuesta recordar su carácter impasible. Por un segundo me permite que la vea fuera de su castillo, y creo que eso no le gusta. Por primera vez aparenta su verdadera edad, incluso parece más joven. Sé que no debo tratarla como una niña desamparada porque parece ser de las que odian que les ayuden, como si eso las menospreciase. Me la imagino diciendo “puedo cuidarme yo sola”. Sí, de algún modo ha decidido contarme esto, pero ella sigue insegura y yo también, es terreno pantanoso y puedo caer fuera en cualquier momento.
- Quizás todavía es pronto. Puede que te llame algún día para decírtelo e invitarte.- dije tratando de quitarle peso al asunto.
- Ya no se trata de la invitación, sino de que no me había dado cuenta hasta ahora de lo jodida que estaba nuestra relación. Y ni siquiera sé la verdadera razón.- dijo cerrando los ojos momentáneamente.
- Puedes aprovechar la situación.- evidentemente no entendió a lo que me refería porque en ese momento no encontraba nada positivo en la situación.- Puedes averiguar cuando se casa y mandarle un regalo. Verá que no le guardas rencor y que realmente te sigues preocupando por él. Seguro que lo valora y hará un esfuerzo por recuperar la relación.- durante unos segundos se quedó callada, valorando las posibilidades.
- Podría funcionar.- dijo levantándose de la cama.
- De nada.- recalqué antes de que dijese nada.
- He dicho “podría”.- abrí los ojos al ver su repentino cambio de humor, parecía que volvía a ser la de siempre.
La vi levantarse y buscar algo en la estantería hasta que cogió una pequeña caja de metal y sacó un cigarro que debió haberse liado ella misma, y se lo colocó en los labios.
- ¿Te importa?- niego distraída. Es su habitación, que haga lo que quiera.- Espero que hayas venido en coche, va a hacer frío.- dijo mirando por la ventana mientras se encendía el cigarro.
- Sí, de todas formas, no va a ser un paseo divertido. Hablando de eso, podrías venir tú algún día.- dije acercándome también para ver el exterior, parecía que hacía más viento. Me giré hacia ella y robé el cigarro de entre sus dedos. Cuando se percató trató de advertirme.
- Natalia, eso...- fue entonces cuando noté el sabor punzante y algo amargo. ¿Cómo no había notado el olor? Contraje la cara más por la sorpresa que por el efecto. Automáticamente devolví el cigarro dejando escapar el humo. De reojo vi a Sara sonreír mientras llevaba una mano a mi espalda- ¿Estás bien?- parecía que se encontraba mejor o al menos lo fingía para que dejase de preguntar.
- Mierda, creí que era un cigarro normal.- dije apartando el aire delante de mí.
- Y lo es, solo un poco alterado.- la miré provocando que hiciese otra mueca.- De todas formas es suave. Como mucho te entrará hambre.- la vi caminar detrás de mí hasta tumbarse en su cama y dejar el cigarro o lo que fuese en el cenicero.- Hablando de tu casa, ¿con quién vives?- dijo volviendo al tema anterior.
- Con mi madre.- Sara levantó una ceja.
- ¿Y tu padre?
- No tengo.- quise ser breve. Ella volvió a hacer el mismo gesto.
- Oh.- se limitó a decir.
- ¿Nunca has oído hablar de una familia monoparental?
- Sí, pero no a una hija hablando con esa frialdad.- no parecía preocupada por mi situación o mi respuesta, más bien curiosa.
- Ya deberías estar acostumbrada.- movió los hombro dejando el tema de lado.- De todas formas, yo sería capaz de contártelo si quisieras.- dije recalcando su actitud anterior.- Pero no lo voy a hacer porque sé que no te importa.- durante un segundo la vi sonreír, pero cuando se giró para verme volvía a estar seria.
- Tienes razón, pero si necesitas hablarlo con alguien estoy dispuesta, lo sabes, ¿no?- dijo sentándose en la cama. Asentí levemente agradeciendo el ofrecimiento.
- Ya lo he hablado lo suficiente.- se dejó caer de nuevo quedando tumbada.
- Lo de tu casa.- dijo señalándome, como si me recordase el hilo de la conversación.- No me gustaría cruzarme con tu madre al salir de tu habitación.- dijo colocando una mano tras la nuca.
- Pasa muchas horas fuera por el trabajo y conozco su horario. No habrá problema.- apretó los labios sopesando las posibilidades.
- Si tú lo dices. Mándame la dirección cuando quieras.- cuando quieras significa cuando quieras un revolcón.
Lo que me hizo recordar a lo que había ido allí. Entre su extraña bienvenida y la conversación de después casi había pensado que me marcharía antes de que se me pasase por la cabeza replantear la situación, pero habíamos conseguido equilibrarlo sin que nadie saliese mal parada. Aunque entonces pensé en ella, estaba tumbada en la cama tranquila con su cigarro de fantasía. No sabía si estaba dispuesta todavía, así que decidí comprobarlo. Me acerqué hasta ella, cuando me vio llegar quiso moverse a un lado para dejarme sitio en la cama, pero no la dejé. Coloqué una mano en su cintura para evitar que se moviese. Desde allí me subí a la cama colocando una rodilla a cada lado de sus caderas. Ella simplemente miraba expectante mis movimientos y llevó ambas manos hasta mis piernas. Me incliné sobre ella para alcanzar el cigarro descansando en el cenicero. Aprovechando el movimiento coloqué una mano en su estómago ejerciendo una ligera presión, sabiendo perfectamente que mi pecho alcanzaría la suficiente altura para que quedase a centímetros de su cara. Cuando lo conseguí volví a colocarlo en sus labios dejando que diese otra calada sin apartarme de ella. La pequeña luz se intensificó, como si su energía desapareciese dentro de Sara y advertía de su lenta cuenta atrás. Atentamente observé cómo lo liberaba y aparté la mano dejándome paso. Coloqué la otra mano junto a su cabeza y me situé frente a ella. Sara entendió la intención. Levantó la barbilla dejándonos más cerca y entreabrió los labio dejando escapar el humo que ahora me tocaba a mí recibir. Observaba su boca abierta frente a mí mientras notaba el aire espeso abrirse paso hacia mis pulmones y su manos ejerciendo presión sobre mi ropa. Volví a incorporarme arrastrando la mano libre descuidadamente desde su hombro hasta su vientre, dejándola ahí. Levanté el cuello recreando un aullido de niebla. La noté suspirar debajo de mí, la observé como si hubiese olvidado que estaba sentada sobre su ingle. Finalmente abandoné a su suerte el cigarro frente a su inevitable desgaste, sabiendo que serían cenizas lo único que quedaría de él dentro de poco. Desde las alturas observé a Sara sin salida y sin necesidad de buscarla debido a mi convicción.
- ¿Sabes? Tenias razón.- dije jugando con el borde de su camiseta, voluntariamente tocando su piel fingiendo un descuido.- Sí que me ha entrado hambre.@OneShipper
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LA VIDA UNIVERSITARIA
Teen FictionEsta es la historia de Nerea, de 18 años. Está apunto de empezar primero de Arquitectura. Ni por asomo se imagina lo que le espera. Entre planos, clases y fiestas universitarias conocerá a muchísima gente,...y mientras tanto a si misma. @OneShippe...