REFUGIO

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Siento el retraso, he estado muy liada esta semana, por eso os voy a compensar con este capítulo. XD

Hacer planes no sirve de nada, al menos a largo plazo. Nunca sabes lo que ocurrirá el día de mañana. Puedes tener grandes planes, pero por cada uno que tienes tu, la vida tiene cincuenta con los que destruir el tuyo. Las cosas a veces no son como deberían, a veces la vida no mide lo que te da por lo que te quita. No espera a que te recuperes para recibir el siguiente golpe. No existe equilibrio. El tiempo no te espera. El destino te arrebata lo que mas quieres para luego burlarse de ti por haberlo perdido. Y es ahí, en tus momentos de debilidad cuando tienes que levantarte o decir adiós para siempre, a pesar de que solo quieres dejar que el viento te arrastre a otra época. Porque luchar por lo que quieres te recuerda continuamente lo que has perdido. Es como llorar por un pasado que no se volverá a repetir.

Llevaba una semana en casa de Sofia. Habían pasado siete días desde que salí del hospital. Llevaba siete días sin ver a mi madre.

Mi padre a veces venía a visitarme con aspecto cansado. Solo preguntaba cómo estaba, charlaba sobre banalidades y me daba un beso en la frente para despedirse. No habla de ella.

Pablo pasaba cada vez más tiempo en el piso de Sofia. A veces solo iba a casa para cambiarse. Sabía perfectamente cuando volvía después de pasar por casa. Después de su visita, nada más llegar me ofrecía una sonrisa forzada. No habla de ella.

Sofia hace todo lo posible por que me sienta cómoda con ella. Sigue sin entender que debo ser yo la que haga ese esfuerzo para agradecerle que me deje quedarme con ella. Trata de hacer vida monótona, y finge que no espera a que me vaya a dormir para hablar con Pablo de la situación en casa. No habla de ella.

Y yo no pregunto. No quiero saber si mi madre sigue enfadada conmigo. No quiero saber si ha preguntado por mí. No quiero saber si esta preocupada. No quiero saber si sigue pensando en mí. No me atrevo a confirmar lo que más temo en este mundo.

Los demás fingen que la situación es normal. Pero no es normal que una familia se vea dividida por la sexualidad de uno de sus miembros. Quizás quieren protegerme de la culpa, pero hace años que me acompaña y me conoce demasiado bien como para ignorarla.

No quiero estar en casa. Sea la que sea ahora, me da igual. No quiero tener que pisar sobre los restos calcinados de lo que era mi hogar antes de irme la cama. Siento que siempre hay algo dispuesto a infringirme un castigo que no creo merecer. Al principio fui yo la que se flagelaba por sus emociones, ahora es el destino que lleva hasta el extremo y me da vueltas como si de una marioneta me tratase. Busco una salida o una razón para continuar, algo a lo que aferrarme, pero temo que no esta a mi alcance. La premonición de este miedo hecho realidad siempre terminaba por llevarme junto a Natalia. Solo ella lo entendía y solo ella sabia cómo hacerlo desaparecer. Ahora temo que me diga que las cosas han cambiado demasiado. Temo que se haya dado cuenta de que no soy suficiente para ella, me sorprende que no lo haya hecho antes. Se limita a hablar conmigo por whatsapp. Ella sí que me pregunta por mi madre y yo no tengo respuesta para eso. En la universidad prácticamente no cruzamos palabra. Cada vez que hablo con ella me viene a la memoria los momentos que pasamos juntas, y me veo incapaz de tratarla como otra amiga, y ella lo sabe. Del mismo modo ella continua intentando protegerse a sí misma de mis cambios de mentalidad. Pero es como si ambas supiésemos que necesitamos una dosis diaria de la otra. Ella mantiene la distancia todo lo que puede. A pesar de eso podía notar que me observaba. Notaba que en la distancia me vigilaba, como si estuviese preparada para verme caer de nuevo, lista para recogerme. Es difícil entender lo que ocurrirá. Mantiene la distancia pero no quiere que me aleje de ella. Me lo hizo saber cuando casi pierde los nervios al pensar que me mudaba lejos de ella. Intento recuperarla, pero no se cómo demostrarle que estoy segura. Yo lo veo tan evidente, tan descarado y loco. Necesito esos momentos a solas que compartimos, sin el mundo que se interpone entre nosotras ahora. Necesito que me diga “todo irá bien” y eso será suficiente para que crea que realmente las cosas van a mejorar. Solo la necesito a ella. Eso lo tenía claro, pero no cómo hacérselo saber. Temo que esa sensación de familiaridad que parece hemos perdido sea algo más que temporal, que quizás no podamos recuperar esa química. La distancia se ha convertido ahora en nuestra única unión.

LA VIDA UNIVERSITARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora