【 𝑇𝑎𝑡𝑡𝑜 】↠ 𝑴𝒆𝒘𝒈𝒖𝒍𝒇 !¡♡

u n o

Mis ojos dolían, tal vez se debía a el llanto de la noche pasada.

Últimamente estaba teniendo problemas para dormir, y no podía concentrarme muy bien, pero no me preocupaba mucho.

No necesitaba una alarma, pues solía levantarme más temprano de lo que necesitaba, se volvió costumbre desde que empecé a dormir mal.

—No puede ser...—hablé.—Dsperté vivo.

Suspiré resignado, otro día de torura, otro día con mis padres, otro día igual que todos mis años de conciencia.

Tomé mis lentes, los cuales estaban sobre la mesa de noche, seguían sucios, los limpié y ahora si me los puse.

Cogi mi celular, temprano, igual que siempre, me levanté e hice mi cama, seguí para darme una ducha.

¿Agua fría o agua caliente?

Fría, siento que al menos podré despertarme más así.

Me adentre y encendí la ducha.

—¡Joder!—grité alzando una pierna.

Estaba helada, pero tenía razón me había despertado.

—¡Vamos Gulf, es sólo agua!—me dije a mi mismo mientras me preparaba mentalmente para que el agua más fria que el corazón de mi ex me cayese encima.

Mentira, no tenía ex.

El chorro chocó con mi cuerpo y lo único que pude hacer fue soltar un gritó ahogado.

Luego de unos segundos me acostumbré y me lavé como normalmente.

Salí y tomé mi toalla, me seque y procedí a vestirme.

Estúpido uniforme, estúpida corbata, estúpidos todos.

Que no se note que no era fan de mi vida, aunque creo que ya se habían dado cuenta.

El sonido de la puerta siendo golpeada levemente desviaron mi atención.

Abrí.

—Buenos días hijo.—era mi padre.

Un hombre importante y de traje.

—Hola papá.—contesté.

—¿Ya cuantos años tienes y no te sabes poner una corbata?—me Preguntó mientras me ayudaba a ponerla correctamente.

Por un momento sentí una especie de cariño mínimo.

—No puedo creer que para ni eso sirvas.— dijo.

No había durado mucho.

—Gracias por la ayuda.—respondí apartándome, dirigiéndome hacía la cocina.

Como es de costumbre el desayuno ya estaba servido.

Me senté, y rogaba a Dios por qué mi padre estuviese llegando tarde al trabajo o algo así, para evitar...

—¡Es hora de hablar familia!—interrumpió mi padre sentándose frente a mí.

Esto quería evitar, ojalá fuera hablar como una familia.

—¿Hoy es tú exámen de calificación verdad?—tomó la palabra mi madre sentándose al lado mío.

El exámen de calificación era una prueba donde recogían todos tus conocimientos, básicamente que tan inteligente eres, y te clasificaban, entre el grupo de los genios, promedio, y los imbeciles.

Bueno no así, pero así lo veía yo.

—¡Espero que mi hijo sea el número uno, así como siempre!—habló mi padre.