【 𝑇𝑎𝑡𝑡𝑜 】↠ 𝑴𝒆𝒘𝒈𝒖𝒍𝒇 !¡♡

t r e c e

Creo que ya era de levantarme.

Por fin parecía que tenía algo por vivir.

Quería disfrutar la vida junto a Mew, y junto a mis amigos.

La vida me había dado algo positivo.

Sentí como mi energía se centraba en poder abrir los ojos.

—Mew...

Hablé, Dios, casi no podía articular nada, estaba demasiado cansado.

La luz me molestaba,aún no podía ver muy bien, estaba intentando acostumbrarme.

—Gulf...—escuché su voz, y como rápidamente se acercaba a mí.

—¡Estás despierto! ¡No lo puedo creer!—habló mientras lloraba.

Gire lentamente mientras le veía con dificultad.

—Tú...tú, estás aquí.—me sonrío, él seguía llorando.

Sollozaba mucho, jamás lo había visto llorar.

—G-gulf.—me abrazó.

Y yo también comencé a llorar.

—Gracias...—fue lo único que pude decir.

Él negó múltiples veces, sus lágrimas caian en mi piel.

La enfermera entró, y avisó al doctor que yo había despertado.

Minutos después, el antes mencionado ya estaba en el cuarto, también había llegado Mild, Zee, y Janistar, no se dónde estaba Ana.

—El paciente no parece haber perdido la memoria, pero de igual manera hay que hacerle múltiples pruebas para ver si no queda con secuelas de alergia o enfermedad, psicológicas etc—explicaba el hombre.

Yo sólo miraba a Mew.

—Como recién desperto, les pedimos el favor de no causar emociones fuertes, esta muy sensible y receptivo a todo, además Gulf.

Me habló directamente a mí.

—Empezarás un tratamiento con psiquiatría y psicología debido a las razones por las cuames terminaste aquí.

Asentí levemente.

—Hemos llamado a tus padres, pero no han respondido.

Mi corazón dolió, nisiquiera les importaba que ya hubiese despertado.

—No hay problema.—hablé lentamente.

El doctor se retiró dejándonos a todos dentro de la habitación.

Mild empezó a llorar.

—¡Estás con nosotros de nuevo!—se abalanzó hacía mí.

—¡Mild! ¿Qué no oíste al doctor? ¡no lo trates así!—regañó Janistar.

—Gracias.—dije mientras volvia a llorar.—Gracias por estar aquí.

Note que el ambiente se había puesto algo triste.

—Somos tus amigos.—habló Zee.

Alcé mi rostro.

¿Mis amigos?

¿Todos ellos?

Hice un puchero mordiéndome el labio, y las gotas que caían de mis ojos rápidamente mojaban la suave cobija.

—Hey, no llores.—Mew apretó mi hombro suavemente.

Lloré como un niño, cuando se raspa la rodilla por primera vez, tanto que no podía calmarme.