t r e s

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Me aliste rápidamente, me sentía emocionado, hace mucho que alguna emoción no se plasmaba así en mí.

—¿A dónde vas con tanta prisa?—mi mamá me detuvo.

—A desayunar, claro está.—respondí intentando ocultar cualquier rastro de felicidad, si ellos descubrían que algo me apasionaba rápidamente me sacaban de ahí, así fue con muchos amigos.

Mi madre me inspeccionó de arriba a abajo.

—Ya está servido, tú padre también está esperando a que comamos todos.—sonrió mientras daba la vuelta.

Sonreí falsamente y la seguí.

Que tormento era cada día sentarme en ese comedor, debería ser una especie de máquina de tortura.

—¿Ya se te pasó la rabieta de ayer?—habló mi padre tomando su café.

«Ugh.»

No hice ninguna rabieta.

—Si señor.—contesté mientras comía.

—No quiero volver a verte con los ojos llorosos, los hombres no lloran.—me amenazó mientras apuntaba su periódico hacía mí.

Yo sólo asentí.

—Hoy te llevaré.—espetó mi madre.

¿Qué? Joder, tenía que ser una broma.

—¿Y eso?—interrogue tranquilo, pero por dentro quería morirme ¿Por qué justo hoy?

—Hoy tengo una sesión un poco más tarde, tengo tiempo de dejarte, además no quiero que vayas sólo.—continuaba ella.

Aww ¿Ahora mágicamente le importo?

—Está bien.—dije sin rechistar.

«¡Joder! Joder y Joder y mil veces joder, hoy no podría ir a ver a Mew.»

Luego de lavarme los dientes, subí al auto, no sin antes despedirme de papá.

—Desde ahora no te dejaré ir sólo a la universidad.—me aviso irrumpiendo el silencio.

—¿Por qué?—pregunté.

—Me dijeron que para éstas épocas sale mucho ladrón.—me contestó.

—Pero todo el año pasado fui sólo, no entiendo ahora.—replique.

—¡No me cuestiones jovencito!—alzó la voz.

—Por favor no grites.—pedí volteando la cabeza hacía la ventana.

Me había vuelto muy sensible a los gritos, mi infancia y adolescencia sólo están llenos de ellos.

Ella sólo calló, y siguió conduciendo.

Me dejó al frente de la Universidad, no tenía mucha vida social por lo que daba igual.

—Adiós Mamá y gracias.—agradeci mientras salía.

Ella sólo asintió y se marchó.

Tomé algo fuerte los tirantes de mi maleta mientras la gente me observaba.

Sí, yo solía ser el bicho raro, el más inteligente, pero el más sólo.

Lastimosamente cuando tenía un amigo mis padres lo tachaban de que sólo me distraeria o que sólo quería obtener algo a cambio.

Por eso fui creciendo con esa idea y cada vez que alguien me hablaba me espantaba.

Realmente parecía que había perdido la comunicación con la gente.

【 𝑇𝑎𝑡𝑡𝑜 】↠ 𝑴𝒆𝒘𝒈𝒖𝒍𝒇 !¡♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora