CAPÍTULO 10

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Harha

Cuando el señor Tomás y Maggi llegaron, nosotros estábamos en el baño quitando la pintura de nuestras caras.

Comenzaron a burlarse de nosotros y la señora maggi fue a revisar la alfombra del pasillo, decía entre murmullos que más nos valía que no la hayamos manchado, mientras el señor Tomás me guiaba a mi habitación, venia lleno de bolsas, que según el era ropa que eligió Maggi para mi, luego podría comprarme yo.

Me felicito por la decoración y me dijo que el era arquitecto, que el también había tenido su época de hacer graffitis con sus amigos.

Me contó que era una mezcla de skater, surfista y hippie. Solía hacer graffitis de olas y flores, vivía en California y pasaba la mitad de su tiempo en la playa, ahí fue donde conoció a Maggi, me dijo que lo único que pensó la primera vez que la vio fue que era "perfeta". Luego entró a la universidad y todo fue más recto, su padre le prohibió todo. Menos seguir de novio con Maggi, según el en ese momento se volvió el hombre aburrido que es ahora.

—Yo debo cumplir con el rol de serio aquí, ya que Maggi no sirve mucho para eso...— mira hacia todos lados y se acerca un poco.— pero te voy a dar un consejo... no la hagas enfadar nunca, se vuelve alguien irreconocible. Una vez nos hizo estar de pie mirando una pared por dos horas, solo por que nos comimos su helado de pasas al ron.

Así que nota mental: No te comas el helado de pasas al ron de Maggi.

Anotado.

Tomo ropa al azar de las bolsas y bajo junto con el señor Tomás. Me indica que baño debo ocupar y asiento. El baja las escaleras y yo abro la puerta.

Mierda.

Maykel me está mirando desde la ducha con su anatomía completa a la vista. Tiene ambos brazos en su cabeza, la cual está llena de espuma y tiene solo un ojo abierto.

Obviamente lo detalló completo, el hijo de su madre no tiene nada que envidiarle a nadie y conciencia tenías razón, bajo esas sudaderas estaban las calugas del pecado.

Te lo dije, nunca hay que confiarse.

Comienzo a reír mientras cierro la puerta.

—Bonito tatuaje.—le grito. Tiene un tatuaje de un gato en su ingle.

—¡Cállate!.—me grita.

—Eso fue raro.—Dice Mike mirándome desde su habitación.

Salto por el maldito susto y el rie.

Le hago un gesto como de que tengo un cierre en la boca y el asiente bajando por la escalera.

Estoy bastante tiempo apoyada a la pared, mirando fijamente la puerta, hasta que Maykel sale con una toalla en la cintura y sin espuma en el pelo.

—¿Nunca te enseñaron a golpear antes de entrar?.—Me inquiere con una ceja alzada.

Furioso sale del baño y se va muy digno para su habitación.

Ruedo los ojos y entro al baño, esta lleno de vapor, pareciera que en vez de bañarse coloca un sauna aquí.

***

HuérfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora