CAPÍTULO 3

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¿Pero por qué?

¡Pero no me preguntes a mí, sino a ellos!

Verdad.

—¿Mi adopción?, pero estoy a unos meses de cumplir 18, podrían adoptar a uno de los mocosos que hay aquí.—les sugiero girandome hacia ellos.

Ambos me están mirando, la mujer con una sonrisa y el tipo serio, como todo el tiempo que ha estado aquí.

Creo que a él realmente no le importa adoptar a nadie.

— yo decidí que serías tú.—me sorprendo cuando es el quién habla.—un crío seria mucho trabajo, en cambio alguien que ya come solo y ya está criado es más fácil de llevar.

¿Qué?...Espera dijo crío al igual que yo, en frente de la madre superiora.

Ya me cae bien.

—pero también tengo mis malas mañas, ¿no es difícil también llevar eso? ¿Y por qué quieren adoptar?.

—les hablé de ti.—interrumpe la vieja...digo madre superiora, me giró hacia ella.— les comenté sobre tu comportamiento en las semanas que has estado aquí, también obtuve datos de tu secundaria. Hablaron muy bien de ti.

—repito, ¿por qué me quieren adoptar?.— ignoro lo de mi antigua secundaria y me giro hacia ellos ignorando a la vieja.

Esta vez me responde Maggi.

—Porque siempre quise tener a una niña, más nunca se pudo, tengo dos hijos, uno de tu misma edad y uno de 7. Lo llevo conversando desde hace tiempo con Tomás, pero por más orfanatos que visitamos no encontré a una chica o niño que nos gustara.

Ella agacha la cabeza.

—Hasta que apareciste tú, vi tu informe, no quiero adoptar a una cría que tenga que estar cuidando 24/7 o que tenga que estar poniendo candado en su ventana para que no meta a chicos, ya sabes.—dice Tomás, mirándome y yo sonrió, el levanta una comisura.— creo que si decides aceptarnos nos llevaremos bien.

Los miro unos minutos quitando cualquier gesto en la cara.

¿Que vas a elegir?.

No lo sé.

Yo diría que si.

¿Porque?.

¿Que no lo ves?, quieres pasar lo que te queda de meses hasta los 18 en esta pocilga, ¡nos quedaremos sin rodillas como sigamos rezando una hora todos los días!.

¡¡Reacciona!!.

Bueno igual tienes razón. ¿y Ana?, ¿que haremos con ella?.

Hablaremos con ella después...

Igual le conseguimos un sugar Daddy por ahí afuera que la adopté.

Estas loca.

Estamos.

—Harha, no es necesario que respondas aho...

—si, si lo es.— interrumpe el señor Tomás.- no perderemos tiempo.

Lo miro, el me mira, ninguno pestañea.

Se parece a papá cuando quedaba la última rebanada de pizza y estaba decidido a comérsela el.

Si, es el mismo gesto.

El ceño fruncido, una mueca en la boca y tensando la mandíbula, el único detalle y es que es igual que tenía papá, es que en sus ojos se nota la diversión de estar poniendo tensión al momento.

HuérfanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora