CAPÍTULO 4

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Milo Jackson

10:30

Me prometí a mí mismo que no me enamoraría jamás, pero esa promesa se fue al traste hace dos años, cuando conocí a Demetria. Ella tiene algo que otras no tienen. Sé que le he hecho mucho daño, pero como le dije anoche, haré lo que pueda para que vuelva a mi vida.

Actualmente tengo novia, Elisabeth Smith.
Cuando estaba con Demetria, también estaba con Elisabeth al mismo tiempo. No me siento orgulloso de ello. Cuando Demetria descubrió que la engañaba y se echó a llorar, se me partió el corazón. Me arrepentí de lo que le había hecho en ese instante. Ella me perdonó y me dio otra oportunidad. Quise quitarme a Beth de encima, pero era prácticamente imposible.

A raíz de eso, Demi, que era una chica muy segura de sí misma y con mucha autoestima, comenzó a ser lo contrario.

Tampoco confiaba en mí, pero a pesar de todo seguía conmigo. Cuando Demetria llegó al límite y puso fin a lo nuestro, me refugié en Beth y comencé a salir con ella.
Hoy día aún estamos juntos, pero no parece una relación real. Simplemente nos saciamos sexualmente.

Realmente no quiero estar con ella, pero Demi ya me lo dijo en su día: no sé estar solo. Decido llamar a Alex Miller, mi mejor amigo. Llevamos juntos desde la guardería, era el único niño que me soportaba.

—Buenas —saluda Alex alargando la ese.

—Alex, te tengo que contar algo.

—¿Qué has hecho ahora?

—Ayer invité a Demetria a mi casa...

—Cuidado con lo que haces, tío —dice duramente.

—Tranquilo, no pasó nada. Solo hablamos y luego se fue —omito que la hice llorar.

Alex suspira intensamente.

—Aléjate de ella. Acabaréis mal.

—Ya lo sé. Sabes que intenté hacerlo, pero no pude.

—Simplemente déjala.

—Pero no es tan fácil, joder.

—Si quieres hacer bien las cosas, déjale espacio. La conoces y sabes cómo es...

Cuelgo sin dejar hablar a Alex.

A medida que reflexiono sobre mi situación, me doy cuenta de que estoy atrapado en un ciclo autodestructivo. Por un lado, siento una profunda conexión emocional con Demetria, una conexión que no puedo ignorar. A pesar de los errores del pasado, mi corazón sigue anhelando su presencia. Por otro lado, estoy en una relación superficial con Elisabeth, donde la pasión física es lo único que parece mantenernos juntos.

Me doy cuenta de que estoy utilizando a Elisabeth como un refugio temporal para llenar el vacío que siento cuando Demetria no está cerca. Pero esta relación de conveniencia solo me hace sentir más vacío y desconectado. No es justo para Elisabeth ni para mí mismo seguir fingiendo que esta relación tiene futuro.

Sin embargo, el miedo a la soledad me paraliza. ¿Qué pasaría si dejo ir a Elisabeth y Demetria no regresa a mi vida? ¿Podré enfrentar la realidad de estar solo? Estas preguntas me atormentan, pero sé que debo tomar una decisión valiente y liberarme de este ciclo tóxico.
Necesito liberarme de las cadenas del pasado y permitirme la oportunidad de encontrar la verdadera felicidad, ya sea con Demetria, Elisabeth o incluso en la soledad. Es hora de dejar de huir de mis emociones y enfrentar la realidad de una vez por todas.

Me pongo una camisa básica, unos tejanos, mis zapatos y salgo de casa.

Llevo delante de la puerta de casa de Beth quince minutos. Tengo la espalda completamente empapada de sudor frío.

Esta chica me da miedo. Al picar al timbre casi salgo corriendo, pero Elisabeth es mucho más rápida que yo y abre la puerta con una gran sonrisa.

Con prisa le digo:

一Elisabeth, tenemos que hablar.

Ella automáticamente se pone seria.

一Habla.

Lo mejor va ser ir directo al grano.

—Creo que esto no funciona.

—¿Por qué? —pregunta en un tono agudo, pero suave.

—No puedo seguir aferrado a ti de por vida. Nos destruiríamos el uno al otro.

—Milo... —El tono de su voz ha cambiado completamente y sus ojos se han oscurecido.

La tensión en el aire es palpable mientras espero su respuesta. Me preparo para lo peor, sabiendo que mis palabras han herido sus sentimientos. Ella tiembla y se lleva una mano a la boca.

—Lo siento. Siento haber comenzado esta relación, pero no puedo seguir contigo.

La expresión de dolor en el rostro de Elisabeth es evidente. Sus lágrimas me golpean como un puñetazo en el estómago, pero sé que es lo correcto para ambos. La tristeza y el arrepentimiento llenan el ambiente mientras nos miramos en silencio.

—No quiero hacerte daño —digo con sinceridad, sintiendo un nudo en la garganta.

Ella asiente con la cabeza, tratando de contener el llanto. Suspira profundamente.

Nos quedamos en silencio por un momento, absorbidos por la realidad de la situación. Aunque sabía que esta conversación sería difícil, no esperaba sentirme tan abrumado por la tristeza y la culpa.

—¿Qué... qué vas a hacer ahora? — pregunta Elisabeth con voz temblorosa.

Me muerdo el labio inferior, tratando de encontrar las palabras adecuadas para responder.

—Creo que necesito tiempo para estar solo, para reflexionar sobre mis decisiones y encontrar un camino que sea verdaderamente auténtico para mí - respondo finalmente, sintiendo un atisbo de alivio al expresar mis pensamientos en voz alta.

Elisabeth asiente lentamente, aunque sé que le duele aceptar mi decisión. Nos despedimos con un abrazo torpe pero reconfortante antes de que me aleje de su casa, dejando atrás una etapa de mi vida que sé que nunca olvidaré. Aunque el camino por delante parece incierto, sé que es el comienzo de un nuevo capítulo en mi búsqueda de la felicidad y la autenticidad.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora